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El domingo 22 de junio, Estados Unidos bombardeó tres emplazamientos clave del programa nuclear iraní, unos ataques que tendrán “consecuencias eternas”, advirtió Teherán, en el décimo día de la guerra entre Irán e Israel. Donald Trump calificó el ataque de “muy exitoso” y afirmó que las instalaciones esenciales de enriquecimiento nuclear de Irán habían sido “completamente destruidas”.
Tras días de incertidumbre sobre una posible intervención, Estados Unidos atacó este domingo tres instalaciones nucleares de Irán, y Donald Trump afirmó que las capacidades de enriquecimiento del país habían quedado “completamente destruidas”.
El presidente estadounidense había optado inicialmente por la vía diplomática, con varias rondas de negociaciones entre Washington y Teherán para intentar alcanzar un nuevo pacto sobre el programa nuclear iraní. Pero en los últimos días había cambiado de tonalidad, sopesando una posible intervención de su país en la guerra que enfrenta a Irán e Israel desde el 13 de junio, al tiempo que planteaba la posibilidad de volver a las negociaciones.
Donald Trump anunció estos ataques en un video de cuatro minutos desde la Casa Blanca. Es muy raro que Donald Trump esté en Washington un sábado por la noche, ya que suele pasar los fines de semana en su campo de golf de Mar-a-Lago, en Florida, según informa nuestro enviado especial en Washington, Pierre Olivier. Como prueba de la importancia de la situación, el presidente regresó a la Casa Blanca a primera hora de la tarde y pronunció su discurso desde el ala este. El mismo lugar donde, hace 14 años, Barack Obama anunció la muerte de Osama Bin Laden a manos de las fuerzas estadounidenses en una incursión en Pakistán. El simbolismo del lugar elegido es, por tanto, muy fuerte y, entre líneas, la administración Trump quiere dar a entender que esta noche podría cambiar profundamente el curso de los acontecimientos en Oriente Medio.




Tres emplazamientos atacados
Según Donald Trump, los aviones han atacado tres de los principales emplazamientos nucleares iraníes: Isfahán, Natanz y Fordo, sobre el que se ha lanzado una “carga completa de bombas”. Construida en violación de las resoluciones de la ONU, la instalación subterránea de Fordo fue presentada por Teherán como una planta de enriquecimiento de uranio de alto grado con capacidad para unas 3000 centrifugadoras. Allí se detectaron a principios de 2023 partículas de uranio enriquecido al 83,7 %. Irán alegó “fluctuaciones involuntarias” durante el proceso de enriquecimiento.
La planta de Natanz es sin duda la más conocida de las instalaciones nucleares iraníes. Su existencia se reveló en 2002. Cuenta con dos edificios, uno subterráneo y otro en superficie, con un total de cerca de 70 cascadas de centrifugadoras, es decir, más de 10.000 de estas máquinas utilizadas para enriquecer uranio. La instalación de Isfahán (centro) es, por su parte, una planta de conversión. Permite producir los gases necesarios para el enriquecimiento de uranio.
En su discurso, Donald Trump no dio detalles sobre las armas utilizadas para atacar el programa iraní. Pero, dada la configuración subterránea de Fordo, es probable que se lanzaran bombas antibúnker del tipo GBU-57. Según el ejército estadounidense, estas ojivas de 13 toneladas pueden penetrar hasta 60 metros de profundidad antes de explotar. En esto se diferencian de la mayoría de los misiles u otras bombas, que detonan al impactar. Las pruebas de estas armas comenzaron en 2004 y, en 2009, Boeing obtuvo un contrato para montarlas en aviones.
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La bomba GBU-57 utilizada por primera vez en combate
La GBU-57 ha sido diseñada para penetrar hasta 60 metros bajo tierra antes de explotar. Estas ojivas antibúnker se hunden primero en el suelo para detonar solo una vez que alcanzan la instalación subterránea. Estas armas cuentan con una cubierta muy gruesa de acero reforzado. Esto es lo que le da su peso, cerca de catorce toneladas, lo que les ayuda a atravesar capas de roca, hormigón y blindaje, explica Franck Alexandre, periodista especializado en cuestiones de defensa en RFI.
Según fuentes citadas por los medios de comunicación estadounidenses, se habrían lanzado una docena de bombas GBU-57 sobre las instalaciones nucleares de Fordo desde seis bombarderos B-2, los únicos aviones capaces de transportar estas armas. Estos bombarderos estadounidenses volaron durante 37 horas sin parar desde la base aérea de Whiteman, en Misuri, repostando varias veces en vuelo antes de alcanzar su objetivo en Irán, afirmó una fuente oficial al New York Times bajo condición de anonimato.
Al mismo tiempo, submarinos estadounidenses lanzaron 30 misiles Tomahawk contra las instalaciones nucleares de Natanz e Isfahán. Según la misma fuente oficial, también se habrían lanzado dos bombas GBU-57 sobre las instalaciones de Natanz.
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¿Qué daños han causado los ataques?
Aunque Donald Trump se ha felicitado por un ataque “muy exitoso”, afirmando que “las instalaciones esenciales de enriquecimiento nuclear de Irán han sido destruidas por completo”, la magnitud de los daños causados por los ataques sigue siendo incierta. Las autoridades iraníes no han dado por el momento ninguna información oficial sobre la magnitud de los daños en estas tres instalaciones, en particular en la de Fordo, según informa nuestro corresponsal en Teherán, Siavosh Ghazi.
Un responsable iraní, citado por la agencia Tasnim, confirmó que Fordo había sido parcialmente afectada por “ataques enemigos”. Sin embargo, Mohammad Manan Raisi, diputado de Qom, declaró a la agencia semioficial Fars que el emplazamiento no había sufrido daños graves. Los medios de comunicación iraníes informaron de que la Organización Iraní de Energía Atómica no había detectado contaminación radiactiva ni peligro para las poblaciones vecinas. Hassan Abedini, alto responsable de la televisión estatal, afirmó que las instalaciones habían sido evacuadas hacía tiempo y que las nueve toneladas de uranio enriquecido de Natanz y Fordo habían sido trasladadas a otras instalaciones secretas antes de los ataques estadounidenses.
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