Jason Mayne, reportero del canal Todo Noticias, inició su año haciendo un informe sobre la crítica situación que se sigue viviendo en el desierto de Atacama, en Chile , por cuenta de las miles y miles de toneladas de ropa desechadas.

Según Mayne, hay unas 100.000 toneladas de ropa en dicho basurero clandestino, donde muchas de esas prendas, que llegan de todo el mundo, todavía tienen etiqueta con precio, lo que quiere decir que llegaron al desierto completamente nuevas.

El periodista agregó que la industria de la moda es la segunda que más contamina al mundo, debido a que el 85 % de los textiles son desechados en basureros, como el que hay en Atacama, o son quemados.

Además, dice que para hacer una camiseta de algodón se necesitan 2.700 litros de agua, lo que toma aproximadamente una persona durante 2 años y medio, y que la producción de ropa contamina el 20 % del agua potable del mundo.

Las fotos publicadas por Jason Mayne se viralizaron en Twitter, superando los 100.000 ‘me gusta’, uno por cada tonelada de ropa que hay desechada en el desierto del Atacama. Sin embargo, hace meses la agencia AFP ya había tocado la problemática de los desechos textiles, que tardan unos 200 años en desintegrarse.

Según la agencia de noticias francesa, Chile es el primer importador de ropa usada en América Latina. Desde hace cerca de 40 años existe un comercio sólido de “ropa americana” en tiendas a lo largo del país, que se abastecen de fardos comprados por zona franca en el norte del país provenientes de Estados Unidos, Canadá, Europa y Asia.

“Esta ropa llega de todo el mundo”, explicó a la AFP Alex Carreño, extrabajador de la zona de importación del puerto de Iquique, que vive al lado de un vertedero de ropa.

En esa zona de importadores e impuestos preferenciales, los comerciantes del resto del país seleccionan las prendas para sus tiendas y lo que sobra no puede salir por la aduana de esta región de poco más de 300.000 habitantes.

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“Lo que no se vendió a Santiago ni se fue a otros países (como Bolivia, Perú y Paraguay por contrabando), entonces se queda aquí porque es zona franca, explicó Carreño.

Sobre el paisaje desértico hay manchas de todo tipo de basura, y muchas son de ropa, carteras y zapatos. Irónicamente sobresalen botas de lluvia o de sky en una de las zonas más áridas del mundo.

Reportes sobre la industria textil han expuesto el alto costo de la moda rápida, con trabajadores subpagados, denuncias de empleo infantil y condiciones deplorables para producir en serie. A ello hoy se suman cifras devastadoras sobre su inmenso impacto ambiental, comparable al de la industria petrolera.

Según un estudio de la ONU de 2019, la producción de ropa en el mundo se duplicó entre 2000 y 2014, lo que ha dejado en evidencia que se trata de una industria “responsable del 20 % del desperdicio total de agua a nivel global.

El mismo informe señala que solo la producción de unos jeans requiere 7.500 litros de agua, destaca que la fabricación de ropa y calzado genera el 8 % de los gases de efecto invernadero, y que “cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura.

En los basurales textiles de este desierto chileno es posible tropezar con una bandera de Estados Unidos, un par de faldas abrillantadas, ver un “muro” de pantalones con etiquetas e incluso pisar una colección de sacos con los motivos navideños tan populares en las fiestas de diciembre en Londres o Nueva York.

“El problema es que la ropa no es biodegradable y tiene productos químicos, por eso no se acepta en los vertederos municipales”, señaló a la AFP Franklin Zepeda, fundador de EcoFibra, una firma de economía circular con una planta de producción en Alto Hospicio de paneles con aislante térmicos en base a esta ropa desechable.

Bajo tierra hay más prendas tapadas con ayuda de camiones municipales, en un intento por evitar incendios provocados y muy tóxicos por los químicos y telas sintéticas que la componen.

Pero la ropa enterrada o a la vista también desprende contaminantes al aire y hacia las napas de agua subterráneas propias del ecosistema del desierto. La moda es tan tóxica como los neumáticos o los plásticos.

AFP
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