
En medio de la angustia y la desesperación, equipos de rescate en Sidoarjo, Java (Indonesia), trabajan contrarreloj para salvar a más de 90 personas que quedaron atrapadas bajo los escombros de un internado islámico que colapsó durante la tarde del lunes.
Hasta el momento, las autoridades han confirmado la muerte de tres personas, mientras que 38 han logrado ser localizadas con vida. Sin embargo, aún se estima que más de 50 permanecen bajo las losas de hormigón.
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En el lugar, decenas de padres aguardan noticias con la esperanza de que sus hijos estén entre los sobrevivientes. Qoyyimah, madre de un joven de 15 años, relató entre lágrimas que viajó un día después de la tragedia para ver con sus propios ojos lo sucedido: “No podía soportarlo más, no podía esperar noticias, estaba inquieta y tenía que verlo con mis propios ojos”.




La espera, que se prolonga conforme avanzan las horas, mantiene a las familias en un estado de profunda incertidumbre.
De acuerdo con la Agencia Nacional de Gestión de Desastres, el desplome se produjo porque los cimientos del edificio no soportaron el peso de un nuevo cuarto piso que estaba en construcción desde hace nueve meses.
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Este hecho reaviva la preocupación por las laxas normas de edificación en Indonesia, donde es habitual que viviendas y edificios permanezcan incompletos para permitir ampliaciones improvisadas en el futuro, una práctica que ha derivado en múltiples tragedias.
El derrumbe en Sidoarjo no es un caso aislado. Apenas a inicios de este mes, otro colapso en un edificio de Java Occidental —donde se llevaba a cabo un recital de oración— dejó tres muertos y decenas de heridos, lo que pone de relieve la vulnerabilidad de muchas construcciones en el país.
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