Como reportó el grupo de periodistas independientes de Londres, Environmental Investigation Agency, la Comisión Nacional de Salud de China considera efectivas las inyecciones conocidas en el territorio como Tan Re Qing, que están fabricadas, entre otros elementos, con bilis de oso.

El pasado 4 de marzo la mencionada entidad China incluyó la inyección en su Plan de Diagnóstico y Tratamiento COVID-19; allí explican que debería administrarse el líquido a toda aquella persona que esté en un estado crítico.

En un documento reproducido por National Geographic, se informa que la bilis es obtenida del oso tibetano, también conocido como oso del Himalaya o negro asiático y, pese a que se usa dentro de su medicina tradicional, reitera con angustia que “no existe evidencia alguna sobre su efectividad”.

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Como reportó la organización de periodistas, un importante fabricante farmacéutico está usando la bilis de estos animales como ingrediente de un medicamento en desarrollo y, teniendo en cuenta que el gobierno chino prohibió el consumo de animales salvajes terrestres, esto debería ser prohibido, aunque hay salvedades que abrirían la puerta a la medicina tradicional.

Aron White, miembro del grupo de vida silvestre de la agencia periodística, reconoció con fervor que es una “ironía promover un producto de vida silvestre para el tratamiento de una enfermedad que la comunidad científica ha repetido constantemente que se originó en la vida silvestre”.