“El gobierno venezolano extiende sus más sinceras condolencias a los familiares del infante, al tiempo que exhorta a las autoridades de Trinidad y Tobago a realizar una investigación exhaustiva que permita esclarecer los hechos en torno a este fatal incidente en el que, lamentablemente, perdió la vida un niño venezolano”, indicó un comunicado del Ministerio de Exteriores que expresó su “más profundo pesar y rechazo”.

A la petición de investigación también se ha sumado la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH).

Los Estados deben tomar medidas para garantizar que se respete siempre el derecho a la vida de las personas refugiadas y migrantes. Hacemos un llamado a las autoridades para que investiguen este incidente”, indicó Alberto Brunori, representante de la oficina para Centroamérica y el Caribe, en un comunicado.

Varias agencias de la ONU se han mostrado “profundamente consternadas” por la muerte del bebé y se han ofrecido a prestar “asistencia técnica” a Trinidad y Tobago a fin de garantizar el “acceso a la protección” de las personas refugiadas.

El bebé, identificado como Yaelvis Santoyo Sarabia, murió en brazos de su madre, Darielvis Sarabia, durante maniobras de la Guardia Costera de Trinidad y Tobago para interceptar la embarcación en la que viajaban. Sarabia también sufrió heridas de bala y fue trasladada al Sangre Grande Hospital de la isla.

Según las autoridades trinitenses, la embarcación procedente de Venezuela se negó a detenerse ante una voz de alto por lo que agentes de la Guardia Costera hicieron disparos en “defensa propia”, pues alegan que temieron por las vidas de la tripulación ante una posible “embestida”.

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El primer ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, conversó con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, para trasmitir el “pésame” a la familia del bebé “y a la comunidad venezolana en general”, de acuerdo con un comunicado publicado el domingo por su oficina.

Rowley llamó a los venezolanos a “no arriesgar sus vidas” y “las de los demás en los ilícitos y peligrosos cruces” hacia Trinidad y Tobago.

La lancha salió la noche del sábado desde Delta Amacuro (este), un empobrecido estado de mayoritaria población indígena, donde se calcula que zarpan entre seis y diez embarcaciones diarias con emigrantes, contó a la AFP el activista de derechos humanos Orlando Moreno.

Los zarpes clandestinos han dejado al menos un centenar de muertos y desaparecidos desde 2018, como resultado de una peligrosa travesía en embarcaciones precarias y con sobrepeso que cruzan los 120 kilómetros de trayecto marino que separan a ambos países.

Naciones Unidas estima que más de cinco millones de venezolanos han emigrado desde 2015 forzados por la aguda crisis en su país y que unos 25.000 viven en Trinidad y Tobago. Este país caribeño de 1,3 millones de habitantes sostiene que tiene registrados a 16.000.