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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 16, 2025 - 5:25 pm
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Un viaje, banderas, ninguna reivindicación. Dos días después del tiroteo mortal perpetrado por un padre y su hijo en una playa de Sídney durante las celebraciones de la festividad judía de Janucá, las autoridades australianas investigan, este martes 16 de diciembre, una pista inquietante: la reciente visita de los dos sospechosos a la isla filipina de Mindanao, donde aún permanecen pequeños grupos de combatientes que han jurado lealtad a la organización Estado Islámico (EI). 

Entre los demás elementos descubiertos por la investigación se encuentran banderas del grupo yihadista y artefactos explosivos improvisados encontrados en el vehículo del sospechoso más joven. Aunque por el momento no se ha reivindicado el atentado, el destino de su permanencia centra la atención de los investigadores.  

“Se están investigando los motivos por los que fueron a Filipinas, el objetivo de su viaje y los lugares que visitaron”, declaró el comisario de policía de Nueva Gales del Sur. Por su parte, el primer ministro australiano, Anthony Albanese, estimó que los autores de este ataque, calificado de “antisemita” y “terrorista” por las autoridades, probablemente estaban “motivados por la ideología del Estado Islámico”. 

Mindanao, un hervidero yihadista

Sajid Akram, de 50 años, y su hijo Naveed, de 24, permanecieron cerca de un mes en el sur del archipiélago filipino en noviembre, según la Oficina de Inmigración del país. Su destino: la región de Davao, en la isla de Mindanao. Esta región sigue albergando a grupos armados que se oponen al acuerdo de paz firmado en 2014 entre Manila y el Frente Moro de Liberación Islámica.

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Algunos de estos grupos, como Abu Sayyaf, uno de los más activos y peligrosos del sudeste asiático en aquella época, juraron lealtad al EI y acogieron a combatientes extranjeros procedentes de Asia, Oriente Medio y Europa.  

La región sigue marcada por la batalla de Marawi, en mayo de 2017, cuando cientos de combatientes tomaron el control de barrios enteros de esta ciudad mayoritariamente musulmana, una de las pocas en el país de mayoría católica, con el costo de un alto número de víctimas civiles.

“Esta batalla fue un conflicto importante, comparable en magnitud al de Mosul o Raqqa, pero que recibió poca cobertura mediática a nivel internacional”, recuerda Wassim Nasr, periodista de France 24 y especialista en movimientos yihadistas. 

Pero esta fase de expansión pertenece en gran medida al pasado. “Aunque sigue activo, este grupo es hoy mucho más débil que en aquella época. En los últimos años se han reivindicado muchas menos operaciones que en el periodo comprendido entre 2015 y 2017”.

Perseguidos por el ejército filipino con el apoyo de Estados Unidos, los grupos yihadistas han perdido todo control territorial y operan de forma fragmentada, a menudo refugiados en zonas rurales y boscosas.

Un ataque “de bajo costo” con gran impacto

Algunos medios de comunicación australianos, entre ellos la cadena de televisión pública ABC, que cita fuentes de seguridad, mencionan la posibilidad de que los sospechosos del atentado hayan recibido entrenamiento militar in situ. Una hipótesis que debe manejarse con cautela.

“Es difícil que los turistas reciban entrenamiento con grupos terroristas, debido al aislamiento geográfico y a los riesgos de seguridad”, recuerda Clarke Jones, investigador de la Universidad Nacional de Australia, al periódico británico ‘The Guardian’.  

Sin embargo, el concepto de entrenamiento ya no se refiere necesariamente a campamentos estructurados. “El entrenamiento puede ser móvil, de corta duración, especialmente en la selva”, matiza Wassim Nasr. “Aprender a manejar un arma o a fabricar un artefacto explosivo no requiere grandes infraestructuras”. 

Según el periodista, la mayor parte de la amenaza actual proviene de ataques poco sofisticados, pero fáciles de llevar a cabo, como el tiroteo de Sídney. “Este tipo de ataque no requiere ni muchas personas ni una logística importante. Se trató de un ataque de bajo costo con un fuerte impacto psicológico”. 

Y añade: “Los atentados terroristas a gran escala, planificados de forma centralizada, como los del 11 de septiembre, los de París en noviembre de 2015 o los del Crocus City Hall en Rusia en 2024, son excepciones históricas”. 

Respuesta a una “llamada ideológica” 

En este nuevo esquema, el EI ya no actúa como patrocinador operativo. “Los atentados son perpetrados por individuos o pequeñas células locales, a menudo ciudadanos o residentes del país objetivo, que responden a llamadas ideológicas más que a órdenes directas”, analiza Wassim Nasr.  

La ausencia de reivindicaciones no contradice este modelo. “No es algo inusual”, recuerda el especialista. “A veces, los grupos reivindican los atentados con cierto retraso y, otras veces, no los reivindican en absoluto. También es posible que este ataque no haya sido perpetrado por el Estado Islámico”.  

Sobre todo porque los llamamientos a atacar a las comunidades judías de todo el mundo no son exclusivos del EI, sino que circulan más ampliamente en la esfera yihadista, incluso dentro de Al Qaeda.

“El objetivo no era Australia como tal, sino la comunidad judía en Australia. Este tipo de ataques son más probables en países como Australia o Nueva Zelanda que en lugares como Indonesia o China”, resume Wassim Nasr. “Era una cuestión de oportunidad”.

Adaptado de su versión original en francés 

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