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La obra de teatro Las ochenteras, protagonizada por Raquel Sofía Amaya y Ana Cristina Botero, llegará al Teatro Belarte en octubre de 2025 como un emotivo homenaje a la década de los ochenta. Este montaje revive los grandes cambios sociales, culturales y tecnológicos de esos años, vistos a través de los recuerdos y anhelos de dos personajes femeninos de sesenta años. Ambas protagonistas, figuras destacadas del teatro y la televisión colombianas, representan con humor y profundidad la necesidad de reinventarse y conservar la alegría a lo largo del tiempo, en un contexto marcado por hitos como la transición del teléfono de disco al celular y la caída del Muro de Berlín. Según lo confirmado en el artículo original, ese repaso íntimo a la memoria colectiva mezcla amor, música y experiencias personales, vinculando emociones individuales con acontecimientos históricos emblemáticos.
El estreno de Las ochenteras no es un capítulo aislado, sino parte de una tendencia cultural en la que las artes escénicas revalorizan la memoria de los años ochenta. Este fenómeno, analizado por expertos como Juan Manuel Fernández de la Universidad Nacional de Colombia, responde a la necesidad de comprender cómo el entorno político, la digitalización y los cambios sociales de esa época influyeron en la configuración de identidades y modos de vida actuales. Así, más allá de la nostalgia, la pieza busca propiciar un diálogo intergeneracional, donde espectadores de diferentes edades reconocen los vínculos entre pasado y presente.
La transformación tecnológica constituye uno de los ejes centrales en la narrativa. Tal como lo expone una investigación del Centro de Investigaciones en Comunicación de la Universidad Javeriana, el paso del mundo analógico al digital no solo supuso innovaciones materiales como la introducción del computador personal, sino que alteró profundamente el modo en que las personas interactúan, trabajan y perciben la sociedad. En la obra, estas transiciones adquieren un carácter tangible, invitando a reflexionar sobre el impacto del avance tecnológico en los vínculos humanos y en la vida cotidiana.
La elección de Amaya y Botero como protagonistas permite un abordaje sincero de temas como el envejecimiento, la resiliencia y la amistad en la adultez. Según la crítica cultural Laura Reyes de El Espectador, esta representación otorga visibilidad a narrativas de las personas mayores y contrasta con la tendencia dominante de centrar las historias teatrales en personajes jóvenes. El resultado es una visión renovada y esperanzadora sobre el paso del tiempo y la construcción de la memoria afectiva.




Este tipo de producciones ha ido ganando espacio en la agenda cultural bogotana, gracias al impulso de entidades como la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte (SDCRD), que las reconocen como herramientas vitales para fortalecer la memoria social y la cohesión comunitaria. El teatro, en este marco, se posiciona como un espacio fundamental para explorar la historia reciente y estimular el encuentro entre distintas generaciones.
Para quienes desean asistir, las funciones de Las ochenteras tendrán lugar en el Teatro Belarte, ubicado en el Centro Comercial Belaire, Carrera Séptima No. 152-54 de Bogotá, los sábados 18 y 25 de octubre de 2025 a las 8:00 p.m., con boletería paga. Esta propuesta artística, que conjuga historia, música y emoción, robustece la oferta cultural de la ciudad y brinda la oportunidad de reflexionar sobre el fenómeno ineludible de los cambios y las transformaciones vitales.
¿Qué características hicieron de los años 80 una época de grandes transformaciones?
Durante la década de los ochenta se vivieron cambios notables a nivel político, social y tecnológico, como lo documenta el profesor Juan Manuel Fernández. El fin de la Guerra Fría, el inicio de la digitalización y una acelerada modernización marcaron a América Latina y el mundo, definiendo nuevas dinámicas en la identidad y la vida cotidiana. Este periodo sirve como referente crucial para entender los retos y oportunidades que enfrentaron generaciones enteras, y su legado sigue inspirando obras artísticas como Las ochenteras.
Igualmente, los ochenta simbolizan el surgimiento de nuevas formas de comunicación y una apertura a contextos sociales más flexibles, elementos que la obra teatral explora desde una perspectiva personal y colectiva. La revisión de estos años en el teatro permite redescubrir su riqueza histórica y su impacto sostenido en el presente.
¿Por qué el teatro es fundamental para la memoria y el diálogo intergeneracional?
El teatro, como plataforma viva de expresión, contribuye a la construcción de la memoria social y al entendimiento entre distintas generaciones. Según el informe de la SDCRD, iniciativas como Las ochenteras incentivan tanto la reflexión sobre los cambios históricos como el reconocimiento y la valoración de experiencias de vida diversas.
Esta capacidad de reunir en un mismo espacio a públicos de distintas edades impulsa el intercambio de perspectivas sobre temas como el envejecimiento, la tecnología y la amistad, temas fundamentales para el tejido social de ciudades como Bogotá. Al brindar estos espacios, el teatro se convierte en un agente cultural clave en la formación de comunidades más inclusivas y conscientes de su historia compartida.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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