Viví mucho tiempo entre la fama, las relaciones tóxicas, los ataques de depresión y los pensamientos suicidas… Hasta que un día escuché: ‘Si no te gusta la vida que llevas, puedes cambiarla’. Y eso hice. Transformé mi caos en mi aprendizaje y entendí que solo a través de la oscuridad podemos crecer y ser mejores seres humanos”, resumió en la revista Katherine, que ahora vive en México, donde tiene una vida espiritual, se dedica a dictar conferencias relacionadas con su experiencia y a su hogar con Max Oldham.

Después, la famosa decidió detallar cómo fue esa complicada época, hace alrededor de siete años, que la hizo sumirse en “un hoyo negro” en el que, incluso, sintió que ‘perdía’ desde su vida profesional hasta a su hijo.

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Vivía días enteros sin bañarme y sin salir de casa. Me estaba autodestruyendo; me la pasaba de fiesta y bebiendo alcohol. Recuerdo que cuando tomaba trago me ponía agresiva y hasta insultaba a las personas. Cuando empezó mi primer protagónico en ‘¿Quién amará a María?’ todo fue lo máximo, pero después fue un desastre. Llegaba con ojeras a las grabaciones, con tufo, no dormía bien y, luego, nos cancelaron el proyecto”, narró en la publicación, y continuó:

“Estaba en la inmunda, en el hoyo negro […] Mi hijo se fue a vivir a Cartagena con el papá y yo sentí que todo se derrumbó. El trabajo no fluía, nada salía bien… Era como que el universo me estaba quitando todo para despojarme de ese orgullo y de ese ego que no me dejaba conectarme con mi verdadera esencia, con la mujer destinada a ser y no la Katherine inventada para agrandar y recibir la aceptación de los demás”.

No obstante, para su fortuna, se le adelantó la crisis de los 40 “en la que uno empieza a cuestionarse”, que fue la que la ayudó a vencer sus “demonios” y a retomar su vida tras varias complicadas situaciones que pasaron desapercibidas para muchos, pues ella “llevaba una máscara” y se mostraba feliz “cuando en realidad intentaba tapar muchos vacíos”, expresó en el medio.

Ahí empezó a pasar la etapa depresiva y de pensar en morirse para arrancar “un proceso de querer estar mejor”, por medio de disciplinas espirituales como el budismo, la terapia con ángeles, y la Kabbalah, aunque esto no fue fácil, puntualizó Katherine en Aló:

“Esto no es solo participar yoga, volverte vegana, prender velitas o vestirte de blanco o como si fueras hippie… Se trata de un proceso donde enfrentas a tus verdaderos demonios, a esa parte oscura de ti. Una vez inicias, la conciencia se vuelve tu juez, todo el tiempo te estás cuestionando y ya no te puedes echar para atrás. Se trata de una reinvención constante”.