Con la ingenuidad de un niño, en el lugar y el momento menos esperado, así es como el pintor venadilluno Edilberto Calderón recuerda cómo se enamoró del arte, ese que lo hace sentir realizado.

Es considerado uno de los grandes referentes de la pintura en la región a pesar de las dificultades e incomprensiones de los que ven su arte como algo sin sentido. El maestro habla de manera sucinta de su vida, el arte y su exposición en la casa de la cultura de Venadillo.

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¿Sus obras tienen alguna influencia de la pintura moderna?

Siempre he querido aportar al arte en todos los niveles, lo que implica un proceso de búsqueda, por eso hay algo que digo desde muy joven, aunque para muchos resulte siendo motivo de críticas.

Así haya viajado a Europa entre varios países, soy orgullosamente venadilluno y en otros lares ven que mi trabajo tiene una particularidad y es el aspecto regional, de lo provincial, de la expresión de cierta ingenuidad en algunas obras, cosas que siempre han estado allí presentes, pero que en la misma región se vuelven motivo de crítica porque la gente está buscando más parecerse a un europeo que a las cualidades que tenemos como tolimenses.

Durante sus 64 años como pintor, ¿Cuál considera su obra más controversial o del agrado de pocos?

Mis obras no son decorativas, así que siempre causan molestia, porque todas las cosas donde el ser humano tiene que enfrentarse a preguntas que se realiza él mismo o que tiene que hacerle a otro hace ver al artista como alguien incomprendido.

Por ejemplo, en la música la gente nunca pregunta por qué lloran los guaduales, sino que la cantan con emoción, pero en la pintura siempre están preguntando ¿Qué es eso? y si uno dice que es un cuadro o una pintura, dirán que uno es grosero, entonces la pintura a veces exige unos esfuerzos que incomodan, y son las molestias que causa un asunto de la vida como lo es que el arte lo ponga en la situación incómoda de no entender.

¿Cómo entender las obras de arte?

El pintor Edilberto Calderón explicó cómo lograr que un espectador conecte con lo que quiso transmitir el artista y genere su propia interpretación.

Vivimos en comunidad y a veces es demasiado pretencioso creer que uno es único o lo que hace es sumamente particular, que no tiene que ver con los demás, entonces desde luego uno, como todas las personas de otras áreas, tiene que beber de otras fuentes, tiene que plantearse problemas que otros han resuelto magníficamente de una otra manera.

Por lo tanto, es una dedicación que no tiene que ver sólo con la pintura sino con conocimientos de la vida, el mundo, experiencias con la naturaleza y el hombre, esa dedicación esa entrega, deseo, pasión por el trabajo que van haciendo que uno encuentre un sello propio en el proceso mismo y los demás van descubriendo cosas que van siendo especiales.

¿Qué lo lleva de nuevo a su tierra natal?

Los seres humanos que pierden sus raíces, que terminan no sabiendo de dónde son o negándolo, tienen un gran problema en su interior. Soy tolimense, venadilluno y me quede en Ibagué desde donde creo mis obras y conformé mi familia.

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Pero la generosidad de algunas personas, ocasionó que una de las salas de la casa cultural de Venadillo lleve el nombre de mi niño que se ahogó cuando tenía cinco años (Javiercito Calderón), eso es algo que me une, también, ese territorio fue donde inicie a ser pintor, ahí me vi inspirado por la iglesia y muchas cosas de las cuales no tenía conocimiento, entonces quiero compartir una parte de mi trabajo.

Asimismo, permanentemente con mi familia voy a Venadillo a recorrer esos lugares que me llenan de recuerdos, pero allá hay muchas personas que ni siquiera saben lo que hago.

Muchas de sus pinturas son vistas como el reflejo de vivencias, durante estos años y teniendo en cuenta su retrospectiva, ¿ha plasmado los cambios en la sociedad?

Como mi arte no es una cosa naturalista reproductora de las cosas cotidianas, tiene a veces aspectos sarcásticos, burlones y en muchas ocasiones sugestivos que he podido plasmar sin problema alguno. Además, como artista siempre resulta importante tener una postura política y social definida no con la intención de politiquería sino de tener contundencia frente a lo que se hace.

¿Cómo ha visto la evolución de la cultura en la región?

Siento que hay un decaimiento cultural por esta sociedad de oferta y demanda, que valora más el objeto y la ganancia.

Ibagué hace unos 50 años fundó el museo y mantenerlo ha costado trabajo, la escuela de Bellas Artes cerró durante mucho tiempo y después hubo una dificultad tremenda para volverla abrir, además, tenía el salón de artistas tolimenses, pero luego ya no lo tuvo, entonces no es un prejuicio mío sino que puedo dar una larga lista de cosas que dejamos de hacer.

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Antes éramos un poco más rigurosos en la exigencia del trabajo, pero afortunadamente la música se ha sabido mantener en ese aspecto, pero realmente veo en las artes plásticas un decaimiento, aunque eso no me pone a decir que no hay personas con talento que están trabajando, aunque en el arte uno es como un futbolista, debe tener un mánager porque uno puede jugar muy bien, sin embargo, es difícil lograr ser reconocido.

Vida

Edilberto Calderón nació en Venadillo en 1940 e inició sus estudios de bellas artes en lo que era la naciente Universidad del Tolima y escuela de Bellas Artes.

Luego, por el mismo proceso académico terminó en la Universidad Nacional y con el tiempo regresó como profesor de la Universidad del Tolima, lo que le permitió exponer en diferentes galerías del país y participar en eventos referentes a su arte e inclusive logró algunos premios a nivel nacional e internacional, como lo fue el premio en una bienal en Moscú.

En la Universidad Nacional tuvo como maestros y amigos a Alejandro Obregón y Fernando Botero. Sin embargo, tiene mucha admiración por Manuel Hernández igual que por José Elías Triana, con quienes también pudo compartir.

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Durante sus años de crecimiento profesional y personal ha estado acompañado de Carmen Polanía a quien ve como su complemento, la compañera incondicional que desde su pasión por la lectura siempre lo apoya y guía.

A pesar de lo difícil que fue la muerte de su hijo considera que su pragmatismo le ha permitido asimilar lo sucedido y agradecer la llegada de este a su vida y haber podido compartir con él.