Escrito por:  Redacción Mundo
Mar 2, 2024 - 10:46 am

2020 le cambió la vida a muchas personas al rededor del mundo. Algunos de los que se contagiaron perdieron la vida y otros no han podido volver a ser los mismos.

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El caso de Ericka Olaya ha causado conmoción en redes sociales. La bogotana llegó a Milán en 1996 para disfrutar de unas vacaciones y se terminó quedando, pues quería establecerse como diseñadora y consultora en comunicación. Durante más de dos décadas tuvo en sus manos proyectos publicitarios y las relaciones públicas.

A principios de abril de 2020, su vida cambió. En su trabajo se demoraron en dar la orden del teletrabajo, por lo que, cuando muchos ya estaban encerrados en sus casas, ella siguió saliendo durante unos días más.

Su pesadilla empezó cuando comenzó a sentirse mal, se fatigaba y sentía que no podía respirar correctamente, perdió el olfato, el gusto y el apetito. Llamó rápidamente a su médico de confianza, pero él no le creyó y le dijo que de seguro era ansiedad y estrés por el trabajo.

Al no sentirse mejor, decidió llamar a la línea directa del Covid-19 y en unas horas escuchó el sonido de la ambulancia llegando a su casa.

Cuando llegó al hospital se encontró con un montón de exámenes y aparatos que mostraron que sus pulmones estaban a punto de colapsar, ya que tenía una neumonía avanzada.

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“El Apocalipsis estaba ahí, en el corredor del hospital. Yo también pensaba en cómo le iba a decir esto a mis papás para no preocuparlos más de la cuenta”, afirmó Olaya.

Luego de 20 días fue dada de alta del hospital, pero ya no podía llegar a su casa, sino que fue trasladada al Hotel Michelangelo, que había sido adecuado para atender a los pacientes positivos. 17 pisos y 200 habitaciones exclusivos para ellos.

Pronto se quedó sin trabajo. Su empresa aseguró que no podía sostenerla más y la despidieron. Pero eso no era lo peor, sino tener que ver en su almohada, cada mañana, cómo su cabello rizado se caía cada vez más.

Lo que debía ser una corta estancia en el hotel se prolongaba cada dos semanas, pues cada vez que le realizaban la prueba Covid salía positiva, resultado que la obligaba a quedarse un poco más.

Así pasó 70 días en el lugar, hasta que pudo salir. A pesar de que ya vive en su casa, asegura que los síntomas de la enfermedad no se han ido. En la actualidad no tiene la fuerza suficiente para exprimir un limón con normalidad.

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“Ya no soy yo, ya no soy la misma. Era una persona hiperactiva, llena de energía, pero esto demuele”, afirmó Olaya, quien asegura que ha perdido su identidad, golpeando la puerta de muchos médicos en búsqueda de ayuda.

Para ella, la opción de devolverse a Colombia no es elegible, pues no puede vivir de la pensión de su padre y, además, debe estar pendiente del proceso de demanda que interpuso contra la empresa para la que trabajaba:

“Estoy en una condición de discapacidad, de una enfermedad crónica y degenerativa, por lo que necesito estar cerca de la investigación en Europa”.

Ahora mismo busca un tratamiento con células madre de Medellín, pero no tiene el dinero suficiente para costearlo.

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