Pedro se ha convertido en una de las grandes atracciones de la novela ‘Ana de Nadie’. EL personaje interpretado por Carlos Báez es el hijo varón de la protagonista encarnada por Paola Turbay y también la gran tentación de Violeta, una de sus mejores amigas, representada por Adriana Arango.

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Carlos no es un rostro ajeno a la pantalla. Lo vimos en Enfermeras y en una faceta distinta, pero bastante destacada cuando pasó por MasterChef Celebrity llegando bastante lejos. Ahora es muy solicitado por sus seguidores y goza de popularidad, pero para llegar allí, el camino ha sido lento. Así lo reveló a Vea hace un tiempo.

Sin eventos inesperados ni golpes de suerte, sino paso a paso ha sido el proceso que ha experimentado el actor de 29 años. Actualmente es parte de ‘Ana de Nadie’ y anteriormente debutó como actor de teatro en la comedia Infraganti junto a Robinson Díaz, Jimmy Vásquez y Alberto Barrera. También fue parte de ‘La nieta elegida’.

Carlos Báez antes de la actuación

La llegada de Carlos al mundo artístico estuvo marcada por experiencias que nada tenían que ver con ello. Cuando salió del colegio admite que se inscribió en derecho porque creía que era una carrera segura, que le brindaría estabilidad laboral.

Había pensado también en ser jugador profesional de fútbol a los 14 años. “Pero eran más las ganas que lo bueno que podía ser, además estaba gordito y me cansaba rápido”, cuenta el actor que no recuerda haber sido víctima de matoneo por esa causa, sino que él rápidamente supo que tenía que bajar de peso al tiempo que creció y pronto ya lució más esbelto.

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A Carlos Báez le pagaron por dar abrazos

El derecho lo combinó con trabajos varios para poder pagar sus estudios. Luego, en medio de los estudios, se dejó seducir por la actuación y decidió integrarse al grupo de teatro de la Universidad Libre y luego si se matriculó en Artes Escénicas. Para pagar sus estudios fue modelo de protocolo, de fotos y trabajó en eventos. Dentro de ellos recuerda haber estado en muchos de ellos y en uno le pagaron por dar abrazos.

“Me contrataban para distintas cosas y una vez una empresa necesitaba recolectar 1000 abrazos, entonces yo llamaba la gente para abrazarla, eso fue en un centro comercial… terminaba uno trabajando en cosas que ni idea, pero lo hice. Fui chef, barman en fin”. La música también tuvo su momento. “Fue el primer contacto que tuve con lo artístico, la música, hoy en día sigue siendo muy importante para entrenar, para ensayar, para bailar, aunque no soy muy buen bailarín”.

Recuerda que también laboró en un call center, de una empresa de telefonía, y esa labor era extenuante, por ello hoy antes de marcar a un servicio al cliente, revisa que sea estrictamente necesario.

También suplió sus necesidades económicas haciendo comerciales, algo en lo que siempre le fue muy bien.

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La primera vez que recuerda haber sido llamado para televisión fue breve “fue para la franja infantil de RCN que hacían una miniserie, pero eso no cambió mi vida, pasó un tiempo para que volvieran a llamar”. Después estuvo en proyectos unitarios como Tu voz estéreo. El primer rol largo y estable fue en Al final del paraíso. “Fue cuando finalmente pude vivir de la actuación”.

Carlos alcanzó a pensar en un emprendimiento de postres, recién salió de MasterChef, pero luego lo descartó. “Creo que estoy muy joven para desechar mi plan A que es la actuación. Actuar eso es lo que me apasiona y a eso le dedico mi tiempo. No me veo haciendo otra cosa”.  Lo que si es cierto es que después del concurso de volvió más exigente en cuanto a lo que preparar y come.