Por: LA PATRIA

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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 8, 2025 - 6:15 am
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Un trágico incidente acontecido en Manizales, reportado por el diario LA PATRIA, puso nuevamente sobre la mesa los riesgos que enfrentan los peatones, en particular los adultos mayores, dentro de la movilidad urbana nacional. El hecho consistió en el atropello de una mujer mayor por una motocicleta cuando intentaba cruzar la calle en una cebra; la víctima, cuya identidad aún no ha sido confirmada, resultó herida. Más allá de las recomendaciones básicas de seguridad vial señaladas por el medio, la tragedia desnuda una problemática de fondo: la precariedad estructural en la protección a peatones, especialmente en ciudades intermedias como Manizales.

Las cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal son contundentes. Durante el primer semestre de 2024, se contabilizaron 3.142 peatones fallecidos por siniestros viales en Colombia; del total de muertes, el 67% corresponde a adultos mayores. Detrás de estas cifras se enmascara un fenómeno alarmante: el crecimiento del parque automotor—y en especial el de motocicletas—no siempre ha venido acompañado por el desarrollo de una infraestructura urbana adecuada ni de políticas públicas robustas para garantizar la seguridad de los más vulnerables. Así lo reflejan los reportes del Registro Único Nacional de Tránsito (RUNT) y del Observatorio Nacional de Seguridad Vial.

En Manizales, la situación reviste características particularmente graves. Datos obtenidos por LA FUENTE – Periodismo de Investigación durante 2024 revelan que tan solo el 12% de los semáforos peatonales en la ciudad dispone de temporizadores sonoros y visuales, herramientas claves para quienes sufren dificultades visuales o auditivas, un problema que afecta a un 28% de la población mayor de 60 años según la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud. La ausencia de una política pública integral contribuye a que sucesos como el reportado se repitan con frecuencia.

Un análisis regional, que toma como referencia estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Universidad de San Marcos sobre Lima, demuestra que los cambios sí son posibles. Allí, ciudades que han implementado zonas peatonales, pasos elevados y campañas sostenidas para motociclistas han logrado reducir la accidentalidad en torno al peatón. Este ejemplo sugiere que la experiencia internacional puede orientar intervenciones puntuales, adaptadas a la realidad local colombiana.

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El periodismo responsable, como destacan Rosenstiel y Kovach, no se limita a reflejar datos sino que debe facilitar información para exigir transformaciones a quienes toman decisiones. Por lo tanto, el caso de Manizales exige un llamado a la administración municipal para que priorice tecnología en los pasos peatonales, fomente la reducción de las velocidades en zonas críticas y proponga capacitaciones obligatorias a los conductores, especialmente a motociclistas. Ejemplos colombianos, como Medellín, ya muestran caídas significativas en la mortalidad peatonal a partir de tales intervenciones.

Finalmente, el incidente no debe entenderse solo como consecuencia de imprudencias individuales, sino como resultado de la debilidad institucional y de la escasa cultura vial. Como advierte el Banco Interamericano de Desarrollo, iniciativas como “calles lentas” y la participación ciudadana en la planificación urbana han demostrado reducciones en la accidentalidad en países de la región. Frente a esta evidencia, y a los datos registrados por los principales observatorios y medios nacionales, la tarea queda en manos de las entidades locales y de la sociedad civil: construir entornos viales seguros, inclusivos y sostenibles para toda la población, con especial énfasis en quienes más lo necesitan.

¿Cómo afecta la infraestructura vial a la seguridad de los peatones mayores?

La configuración y el estado de la infraestructura vial, como cruces peatonales, semáforos y señalización, son determinantes en la protección de los peatones, y particularmente de los adultos mayores. De acuerdo con LA FUENTE y la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, muchas vías carecen de elementos como temporizadores sonoros o visuales, dificultando la movilidad de personas con discapacidades sensoriales.

Esta omisión incrementa el riesgo de accidentes y limita la autonomía de un sector importante de la ciudadanía. La evidencia recopilada sugiere que adaptar la infraestructura, considerando las necesidades específicas de los mayores, resulta fundamental para disminuir el número de siniestros y para transformar los espacios urbanos en entornos más humanos e inclusivos.

¿Qué acciones han mostrado ser efectivas para reducir la accidentalidad peatonal?

Según estudios reportados por la Organización Mundial de la Salud y la experiencia de ciudades como Lima y Medellín, la adopción de zonas peatonales, pasos elevados y campañas de cultura vial han tenido impactos positivos. La reducción del límite de velocidad, el fomento de tecnología en los pasos y la formación obligatoria de conductores son medidas que han logrado disminuir la mortalidad y los accidentes en el tránsito.

Estas intervenciones requieren compromiso institucional y participación ciudadana activa. Las administraciones municipales, inspiradas en casos exitosos documentados por fuentes confiables, pueden aplicar políticas similares en contextos locales, ajustando estrategias a las realidades demográficas y a los desafíos particulares de cada ciudad.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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