“Buenas vecino, me puede vender $500 de salchichón”, “Don Fabián, me puede fiar una bolsa de leche y 2 pastillas de chocolate”.

Estas son algunas frases y situaciones diarias que viven los tenderos, esos vecinos y pequeños empresarios que ayudan cuando en la casa no alcanza el dinero.

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Diana Patricia López, directora de Fenalco Quindío, indicó que en el departamento hay alrededor de 5.000 tenderos y cerca del 10 por ciento sigue reportando una reducción en sus ventas.

Dijo que muchos de ellos se han visto afectados por la competencia de algunas superficies que han llegado a los barrios. La inseguridad es otro factor que los afecta directamente y que ha venido en crecimiento.

“Sumado a todo eso, lo del paro fue nefasto. Para nadie es un secreto que, por los bloqueos, los productos no llegaban y también los precios subieron considerablemente y al día de hoy todavía no se han estabilizado. Por eso debemos trabajar con el gobierno, avanzar en la parte de tecnología y los servicios financieros, que necesitamos con urgencia, pero este trabajo se debe realizar también con la empresa privada para sacar adelante a los tenderos que es una de las principales actividades económicas y que ha ayudado muchísimo en la reactivación del departamento”, aseguró López.

El aliado del barrio

Yerson Fabián Ramírez, propietario de la tienda Montezuma del barrio La Fachada, aseguró que la ‘tienda de barrio’ nunca va a desaparecer. “El niño al que la mamá le da 200 pesos para el dulce no va a ir al supermercado a comprar, no le alcanza. La señora que necesita una leche y 2 huevos a las 9 p. m. no se va a caminar 5 cuadras para comprarla, siempre llegan donde el tendero. El que les vende, 500 pesos de salchichón, el sobre de champú y el que les fía cuando no tienen el dinero”. 

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Asimismo, explicó que la vida del tendero trae muchas ventajas, pero también absorbe y eso no les permite que dispongan de tiempo para hacer otras actividades fuera de su local que, por lo general, queda en su misma vivienda. 

“En la vida del tendero hay que ser muy agradecido, nos da para vivir, trabajamos en nuestras casas, pero no tenemos tiempo para lo demás, abrimos temprano y cerramos tarde, todo el día estamos en función del negocio, tenemos poca vida social”, dijo.

Aseguró que la pandemia debido a la COVID-19, la pudieron sobrellevar, pues aún en la cuarentena podían seguir trabajando. Pero con el paro, aseguró que fue otra cosa, tuvieron pocas ventas por la falta de algunos productos como la leche, la gaseosa.  

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Nicolás Quintero, un joven de 20 años, que trabaja como tendero en el mercado El Paisa del barrio La Patria, aseguró que lo mejor de su trabajo es poder conocer a las personas del sector. “Mi mensaje para todos los tenderos es que siempre reciban muy bien al cliente, no importa si se tiene un mal día, siempre se debe ser servicial”.

Por otra parte, Nayibe Vargas Hernández, de rapitienda El Planeta, ubicado en el barrio San José, y quien lleva 10 años en su oficio de tendera, aseguró que por fortuna nunca ha sido víctima de la inseguridad y que gracias a su negocio ha podido salir adelante y vivir tranquilamente.

“La tradición del fiado no se pierde, yo aun anoto en mi cuaderno las cuentas de mis clientes, eso si, no le fio trago a nadie, pero si ya es cliente mío y lo conozco, le puedo fiar para que pueda suplir alguna necesidad, como, por ejemplo, de comida”.