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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 19, 2025 - 5:00 pm
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El programa “Una vaca por la paz” ha consolidado un esfuerzo de apoyo y fortalecimiento para las familias campesinas de Colombia, especialmente en el municipio de Pensilvania. Esta iniciativa, establecida mediante la colaboración entre la Alcaldía y Fundagán (Fundación Colombiana de Ganaderos), estipula que los beneficiarios entreguen la primera cría de la vaca recibida para que otros hogares accedan posteriormente a este beneficio. Así, se busca crear un efecto multiplicador de las mejoras económicas y productivas en la región, como lo contempla el convenio entre las partes.

Según información difundida por La Patria, la quinta edición de este programa recolectó mil 501 vacas preñadas a través de alianzas entre alcaldías, empresas y ganaderos. Estos animales se asignan a pequeños productores cuyos ingresos mensuales no superan un salario mínimo y que poseen potreros en óptimas condiciones, registrados ante el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA). La distribución cuidadosa a familias campesinas seleccionadas garantiza que los recursos lleguen a quienes más los necesitan, permitiendo un impacto social directo.

La filosofía del programa trasciende la simple entrega del animal. Integra un acompañamiento técnico durante dos años, brindado por los equipos de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) y la Secretaría de Desarrollo local, para transformar la vaca en un emprendimiento sostenible. Santiago Ayala, coordinador del programa en inversión social, subrayó la importancia del acompañamiento profesional y la asistencia técnica tanto en el manejo de la vaca como en la gestión sostenible de la finca. Esta estrategia pretende no solo mejorar la economía familiar, sino también renovar genéticamente el hato ganadero local y consolidar la producción rural.

Por su parte, el alcalde Jesús Iván Ospina hizo un llamado a los beneficiarios para que cuiden el ganado entregado, incentivando la alimentación, el bienestar y el aprovechamiento adecuado de la vaca. Manifestó además la expectativa de que cada animal donado dé una cría que pueda ser cedida nuevamente, perpetuando el programa y facilitando su expansión a más familias en condiciones vulnerables.

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Los requisitos para acceder al programa son rigurosos: ser mayor de edad con núcleo familiar, ingresos inferiores a dos salarios mínimos, tenencia o posesión formal del predio (no en arriendo ni en zona de invasión), extensión de terreno entre 0,7 y 10 hectáreas, y conocimiento previo en prácticas rurales, preferiblemente con experiencia en la cría de bovinos. Estos criterios permiten seleccionar a quienes pueden no solo recibir, sino también sostener y multiplicar el beneficio.

Testimonios recogidos por La Patria evidencian el impacto en la vida de los beneficiarios. Blanca Nidia Jaramillo, madre cabeza de hogar en la vereda San Pablo, expresó su gratitud hacia la Alcaldía y Fedegán por ofrecerle una oportunidad para fortalecer el bienestar familiar. Similar sentimiento comparte Jairo Valencia, de El Higuerón, quien agradece la posibilidad de “crecer como persona y como campesino”, considerando la vaca como una semilla de futuro.

De esta manera, “Una vaca por la paz” se constituye en un modelo replicable, sustentado en la participación comunitaria y el acompañamiento técnico, orientado a mejorar las condiciones productivas y sociales del campo colombiano.

¿Cuánto tiempo dura el acompañamiento técnico a los beneficiarios?

El acompañamiento técnico es uno de los pilares fundamentales del programa “Una vaca por la paz”. De acuerdo con la información suministrada por La Patria y voceros como Santiago Ayala, coordinador del programa, este apoyo tiene una duración de dos años. Durante ese periodo, especialistas de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) y de la Secretaría de Desarrollo del municipio instruyen y asesoran a las familias beneficiadas en aspectos de manejo del ganado, sostenibilidad del predio y desarrollo empresarial rural.

Esta orientación no solo promueve el bienestar animal, sino que también brinda herramientas para que las familias transformen el beneficio recibido en una fuente estable y sostenible de ingresos. El seguimiento continuo garantiza que el proyecto no sea una ayuda aislada, sino el punto de partida para el progreso económico y social a largo plazo, sustentando así la dinámica replicable del modelo en otras comunidades rurales.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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