El empresario Mario Hernández es mencionado con frecuencia como ejemplo de emprendimiento, tenacidad, empuje, resiliencia y pujanza en el país, al punto que es uno de los modelos más recurridos para mostrarles a los jóvenes que intentan hacer empresa. Hoy tiene un emporio de moda, y así se le conoce. ¿Pero cómo fue él de joven? ¿Cómo empezó? ¿Cómo se paró después de tener dificultades?

De eso ha dado puntadas en algunas entrevistas a los medios. Pero hora contará con más detalle su vida en un libro que, según Semana, publicará dentro de poco la editorial Planeta, y cuyo título resulta muy llamativo por el adjetivo que lleva: ‘La pulga arrecha’.

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En 250 páginas, Hernández, que nació en Capitanejo (Santander), en 1941, en donde sufrió la muerte de su padre cuando tenía 10 años y de donde fue desplazado por la violencia, cuenta su vida desde esos momentos de infancia y relata también los primeros trabajos que tuvo.

De acuerdo con los datos que difundió la revista este fin de semana, Hernández fue mensajero en uno de sus primeros trabajos, y desde muy temprano en su vida empezó a dar muestras de su tesón, pues “se caracterizaba por no volver hasta conseguir el mandado que le habían pedido”.

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Esa insistencia y perseverancia que lo caracterizó desde muy joven hizo que un día, cuando se presentó “una misión muy difícil” para ejecutar, su jefe recomendara: “Manden a la ‘pulga arrecha’”. Lo de la pulga puede entenderse con facilidad porque Hernández es de baja estatura (él lo admite con frecuencia: “Soy chiquito”). Pero lo de ‘arrecha’ puede plantear algunas dudas.

En Santander, ‘arrecho’ está relacionado —de acuerdo con un artículo escrito por Andrea Carolina Gómez Becerra en el sitio Weekend Santander— con las cosas que plantean dificultades o con personas que están de mal genio. Y para ilustrar el concepto usa estos ejemplos: “Comprar casa está arrecho”, “está arrecha la joda [la situación]”, “oiga, mano, ¿está arrecho [de mal genio] o qué?, y añade que también se usa arrechísimo “para hacer énfasis en la expresión”: “Ni se aparezca por allá que está arrechísimo”, “arrechísimo [dificilísimo] conseguir cerveza por estos lados”.

Esa idea es preciso aclararla desde el comienzo porque la RAE, en su definición de ‘arrecho’, plantea en sus primeras dos acepciones que el término hace referencia a la sexualidad; en la tercera, que es una persona iracunda o furiosa, y en las subsiguientes sí ofrece las definiciones a las que seguramente quiere referirse Hernández en su libro: valiente o animoso, que tiene suerte, espectacular, sensacional, intenso (muy vehemente), arduo (muy difícil).

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En su Diccionario de americanismos, la RAE recoge como primeras acepciones de ‘arrecho’ que es una persona “valiente, animosa”, o que está “de mal genio, furiosa”; pero también que se trata de una persona “muy trabajadora” o que “tiene habilidad para ejecutar determinada acción”. Solo para la parte final, a diferencia de su tradicional Diccionario, deja las acepciones relativas a la sexualidad, como la de que, en varios países del continente, incluida Colombia, ‘arrecho’ significa una persona “excitada sexualmente”.

Pero, en realidad, de las cosas que ha dicho Hernández en diferentes medios es de donde se puede sacar una luz de la idea que tiene él de lo que es ser ‘arrecho’. Por ejemplo, en Portafolio dijo cosas como que “para tener éxito en el mundo de los negocios la clave es tomar riesgos [… y] decisiones oportunamente”, que “un buen empresario tiene que ‘maletear’ siempre […]”, y recomendó también “concentrar toda la energía y todos los recursos en desarrollar la idea [de montar una empresa]”.

‘Arrecho’ puede significar asimismo entender las oportunidades “como las hojas que ve uno en los árboles de los bosques: están por todas partes. Lo importante es no tenerles miedo y ser creativo a la hora de aprovecharlas”, “No hay que quejarse de lo que hacen o no hacen los demás; uno tiene que concentrarse en ejecutar lo que está bajo su control” y “pensar en grande y a largo plazo”.