La obra, que se llamaba Data Center Alma, se iba a hacer en el occidente de Bogotá y constaba en la construcción de un moderno complejo tecnológico donde se almacenarían los grandes computadores de la ETB, detalló Noticias Caracol. 

Sin embargo, la construcción tuvo complicaciones desde su planificación, por allá en el 2013, agregó ese medio.

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Resulta que los diseños de la obra se hicieron con base en normas de construcción de otro país. “Diseños que se hicieron con normas de Costa Rica, que fue uno de los primeros reproches que se realizaron, porque, con estos estudios, obviamente la Curaduría no dio los permisos correspondientes para poder realizar la obra civil”, manifestó Andrés Castro, contralor de Bogotá, en conversación con ese noticiero. 

Como si fuera poco, al contratista le pareció prudente empezar la obra sin haber recibido la licencia. Cuando salió la licencia, el contratista abandonó la obra al no poder cumplir los requerimientos, indicó ese canal. 

Al momento en que llegaron los modernos equipos tecnológicos, estos debieron ser guardados en la bodega de la obra que, a día de hoy, sigue inconclusa. Por esto, los equipos siguen acumulando polvo y sin poder usarse después de 5 años, apuntó ese informativo. 

Ante las pérdidas avaluadas en 17.000 millones de pesos, de un contrato que costaba casi el doble, la ETB emitió un comunicado, recopilado por ese medio, en donde asegura estar mitigando el impacto de esa deuda. 

“La actual administración de la ETB conoció de la situación de este litigio que data de 2016 y adelanta acciones en aras de mitigar el impacto y recuperar el patrimonio público”, dijo la compañía en el documento. 

Con ese dinero, se habrían podido comprar entre 70 y 80 ventiladores mecánicos para atender a los pacientes de COVID-19 que hoy están a la espera de recibir una unidad de cuidados intensivos en Bogotá, una ciudad con el 98 % de ocupación UCI, a día de hoy, concluyó Noticias Caracol.

Este es el informe del elefante blanco, publicado por Noticias Caracol: