La panela que producen 50 familias campesinas e indígenas en Colombia termina en la mesa de alemanes y estadounidenses como resultado de la aventura que emprendieron hace cinco años dos jóvenes de Medellín interesados en transformar este producto autóctono para llevarlo a otros públicos.

Andrés Mesa y Daniel López, fundadores de la compañía Blackmill, hicieron en 2017 un recorrido por el país para adentrarse en los trapiches tradicionales, conocer algunos secretos e historias y desarrollar una panela orgánica en polvo que les abrió las puertas internacionales con su presentación en sachet (pequeña bolsa hermética) de este alimento elaborado a partir de caña de azúcar molida.

El viaje de estos emprendedores inició en la Sierra Nevada de Santa Marta para conocer a indígenas arhuacos que procesan la caña de la que se extrae la panela. El recorrido continuó en la Hoya del Río Suárez, una zona panelera entre Santander y Boyacá, y tuvo como última estación al departamento de Antioquia.

(Vea tambiénÉxito lanzó buenas ofertas de empleo arrancando abril y algunas no piden experiencia).

“Consolidamos una serie de trapiches funcionando para ellos como una empresa ancla. Empezamos a trabajar con familias que no tenían el alcance para llegar a mercados formales, les garantizamos un precio justo y un encadenamiento sostenible”, explicó Mesa a EFE.

Lee También

Tras comprobar que en el país, en donde según la Federación Nacional de Productores de Panela (Fedepanela) más de 350.000 familias dependen de esta actividad, “casi que un 80 % vive en condiciones de pobreza”, el propósito inicial de la empresa era “impactar al campo colombiano” de una manera diferente e incentivar prácticas sostenibles a agricultores y paneleros para dar valor agregado.

López, encargado de la parte financiera y operativa de la empresa, contó a EFE que la operación empezó en la casa de su socio en el barrio Conquistadores de Medellín con apenas 500 kilos de panela y un tercero maquilando la pequeña producción mientras ellos tocaban la puerta de hoteles, restaurantes y cafés en la ciudad.

“Nos dimos cuenta de que el producto funcionaba”, dijo el cofundador, quien recuerda que iniciaron “con las uñas: básicamente la empresa se creó con dos millones de pesos (435 dólares)”, añadió.

Durante el proceso aparecieron entidades importantes como la Corporación Interactuar, que los “impulsó” con un crédito de 50 millones de pesos (unos 11.000 dólares) y orientación empresarial para empezar a escalar, hacer conexiones internacionales y obtener las certificaciones necesarias para exportar.

Hoy los productos de Blackmill, entre ellos una infusión de panela, jengibre y limón que nació en 2020 durante una crisis por la pandemia, están en más de 400 establecimientos del país y del mundo.

En 2022, alcanzaron 13 toneladas en exportaciones y 24 toneladas distribuidas en mercado local, para acercarse a una producción de 40 toneladas en el año. Ahora, los cinco años de trabajo “empiezan a tener sus frutos”, sentenció Mesa.