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El crecimiento del café especial en Colombia, ilustrado por la labor de la finca El Rubí, expresa una transformación trascendental dentro de la industria cafetera nacional. Este proceso impulsa a los productores a priorizar la calidad, la innovación y el trabajo colectivo para responder a mercados internacionales que cada vez exigen más certificaciones y procesos diferenciados. Los esposos Lorena Ossa y Juan Díaz Londoño, al frente de esta finca situada a 1.900 metros de altitud entre Risaralda y Arauca, dieron un giro a su producción hace cuatro años tras identificar que su finca presentaba condiciones similares a las zonas más prestigiosas de café geisha de Panamá. Guiados por este hallazgo, comenzaron a sembrar este tipo de café, famoso por su excelencia aromática y su sabor único, lo que les permitió incursionar en un nicho premium del mercado global[Artículo original].
La experiencia de El Rubí destaca el valor de las capacitaciones técnicas y el soporte empresarial en la consolidación de la caficultura de calidad en Colombia. El programa Zasca, desde su apertura en enero de 2025, ha servido de espacio formativo en liderazgo, trabajo asociativo y construcción de confianza, pilares clave para reforzar la cadena productiva y acceder a nuevos escenarios comerciales[Artículo original]. Gracias a dicho acompañamiento, los propietarios de la finca establecieron redes con empresarios del sector y lograron posicionar su café geisha en líneas diferenciadas, como el café lavado y el honey, este último con fermentación controlada para garantizar perfiles sensoriales distintivos[Artículo original].
De acuerdo al reporte de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), el café especial ya constituye más del 10% de las exportaciones cafeteras del país y la proyección es de crecimiento continuo, principalmente por la adopción de esquemas de asociatividad y formación técnica que benefician a pequeños y medianos productores[Fuente: FNC, 2024]. Esta tendencia no solo eleva la calidad general del café colombiano, sino que impulsa la rentabilidad y la sostenibilidad económica en regiones rurales tradicionalmente cafeteras.
El Rubí produce cerca de 60 kilos de café al mes, tanto en grano verde como en pergamino, y se encuentra en proceso de lanzar su producto tostado en presentaciones de 340 gramos, ajustándose así a la demanda de consumidores especializados dentro y fuera de Colombia[Artículo original]. Esta estrategia coincide con los hallazgos de la Specialty Coffee Association (Asociación de Café Especial), que señala un incremento sostenido en el consumo de cafés de origen único y procesos como el honey y el lavado, los cuales proyectan el carácter singular del terroir colombiano[Fuente: Specialty Coffee Association, 2023].




La importancia de la asociatividad en la caficultura, según el Centro de Investigación en Economía y Desarrollo Agroindustrial (CIEDA), radica en su aporte a la transferencia de conocimiento, acceso a recursos y fortalecimiento de redes comerciales, lo que redunda en mayor competitividad y menor vulnerabilidad ante las fluctuaciones del mercado global[CIEDA, 2023]. Este panorama ha sido replicado con éxito en otros países latinoamericanos líderes en café especial.
El compromiso social y ambiental también constituye un eje central en esta nueva caficultura. El enfoque en la producción sostenible, el manejo cuidadoso del proceso de fermentación y la promoción de buenas prácticas agrícolas responden al interés de consumidores que buscan productos con impacto positivo, tanto social como ecológico[Fuente: International Coffee Organization, 2024]. De este modo, la iniciativa de El Rubí encarna el modelo de una caficultura integral, que respalda tanto la rentabilidad como el desarrollo rural sostenible.
¿Cuáles son los principales retos para los pequeños caficultores al incursionar en el mercado de cafés especiales?
El acceso a capacitaciones técnicas, la financiación inicial y la construcción de redes comerciales sólidas son algunos de los grandes desafíos para los pequeños productores que buscan ofrecer cafés especiales. Estos aspectos resultan determinantes a la hora de cumplir con los estándares de calidad exigidos por los mercados internacionales y obtener un retorno justo para su trabajo. La experiencia detallada en la finca El Rubí muestra que la participación en programas de formación y el trabajo asociativo reducen significativamente estas barreras, facilitando el tránsito de una caficultura tradicional hacia modelos más rentables y sostenibles.
¿Qué significa “café honey” y en qué se diferencia del café lavado?
El término “café honey” se refiere a un método de procesamiento en el que una parte de la pulpa y la miel del café se dejan en el grano durante la fermentación y el secado, lo que aporta notas dulces y perfiles sensoriales complejos. Por su parte, el café lavado implica eliminar completamente la pulpa y mucílago antes del secado, lo que resulta en sabores más limpios y brillantes. Estas distinciones permiten a los productores, como los de la finca El Rubí, diversificar su oferta y satisfacer la creciente demanda de cafés con procesos diferenciados y trazabilidad.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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