En 1900 se realizó el primer campeonato uruguayo de fútbol y solo participaron 4 equipos en ese momento: Central Uruguay, Albion, Uruguay Athletic y de Deutscher.

Para el siguiente campeonato estuvo por primera vez Nacional, conjunto que, desde un par de años antes, tenía la particularidad de solo usar futbolistas locales, caso contrario a lo que se vivía en otras latitudes, donde los diferentes clubes utilizaban a jugadores ingleses por ser los pioneros de este deporte.

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Por varios meses el fútbol se vivía con cierta serenidad en las tribunas, no había muchos gritos y tenía un estilo formal. Miguel Prudencio Reyes era un talabartero, persona que trabaja con artículos de cuero, y se encargaba de inflar los balones de Nacional.

En aquel tiempo muchos aseguran que se inflaban a puro pulmón y el señor Reyes cumplía muy bien su labor. Lo más sorprendente es que le quedaban energías luego de su trabajo.

 

 

“¡Nacional, Nacional!, ¡arriba Nacional! ¡Vamo’ arriba Nacional!”, gritaba constantemente Prudencio Reyes durante el partido y corriendo de lado a lado. Muchos se preguntaban de dónde venía la gritería y quién era ese personaje: “Es el ‘gordo’ Reyes, el que hincha la pelota…es el ‘hinchador’ de Nacional…ese es el ‘hincha’”, eran las frases que respondían y hablaba la gente en el Estadio Gran Parque Central.

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Esa pasión con la que don Miguel Prudencio vivía el partido rápidamente se fue contagiando, ya no era un solo “hincha”, sino varios “hinchas”. El espectáculo no solo estaba en los goles, pases, atajadas y demás, sino que los aficionados comenzaron a ser parte fundamental. Alguna vez le hicieron un poema a este primer hincha, el primero que representó a todos los que vibran con el fútbol.