Por: LA CRONICA DEL QUINDIO

Noticias del Quindio y Armenia: información 24 horas sobre la región, vías, actualidad y más.

Este artículo fue curado por pulzo   Ago 3, 2025 - 5:22 am
Visitar sitio

La Resolución 207, emitida por Parques Nacionales Naturales de Colombia en 2023, introdujo un nuevo marco para el ecoturismo en el Parque Nacional Natural de los Nevados, estableciendo cuatro cierres temporales anuales con el objetivo de restaurar ecosistemas y gestionar la presión turística. Sin embargo, la aplicación de esta reglamentación en el icónico Valle de Cocora, en el departamento del Quindío, ha suscitado un debate intenso debido a que la medida solo incluye una parte limitada del territorio, dejando desprotegidas las zonas donde la afluencia de visitantes y los daños ambientales son más críticos. Según información recogida por Crónica del Quindío, esto ha puesto en evidencia la compleja interacción entre la jurisdicción estatal, la propiedad privada y la necesidad urgente de protección ambiental en uno de los destinos más emblemáticos de Colombia.

El Valle de Cocora se destaca mundialmente por sus altas palmas de cera, símbolo nacional y característica propia del bosque altoandino. Sin embargo, el crecimiento sostenido del turismo ha traído consigo consecuencias indeseadas. Aunque la Secretaría de Turismo del Quindío confirma que parte del valle queda bajo la normativa del Parque Natural, la situación se complica por el hecho de que la mayor parte de la zona más visitada es de propiedad privada. El alcalde de Salento, Santiago Ángel Morales, señala que esta realidad jurídica limita severamente la capacidad del Estado para imponer restricciones efectivas o ejecutar cierres temporales sin el consentimiento y participación de los propietarios.

En opinión de Luis Carlos Serna Giraldo, biólogo y ambientalista, la falta de una regulación efectiva en el sector donde recibe el mayor flujo de turistas ha permitido la continuidad del modelo de ecoturismo masivo. Para Serna, los cierres temporales, tal como se implementan en otras áreas del parque, serían insuficientes si no se modifica el enfoque turístico. Los problemas derivados de esta presión ininterrumpida incluyen erosión de suelos, contaminación de fuentes hídricas por sustancias farmacéuticas e incluso rastros de cocaína, pérdida de biodiversidad y la fragmentación ecológica de especies clave como la palma de cera y el loro orejiamarillo. Estudios recientes, citados por la Crónica del Quindío, advierten sobre el impacto sanitario que conlleva la contaminación de las quebradas San José y El Carmen, cuyos caudales abastecen a poblaciones de Armenia y zonas aledañas.

La dinámica del turismo no regulado también se traduce en la compactación del suelo por cabalgatas, circulación de vehículos sin control y construcciones ilegales. A ello se suma la expansión de monocultivos, como el aguacate, que exacerba la degradación ambiental. A pesar de la existencia de un marco legal robusto —Ley 99 de 1993, Decretos 3572 de 2011 y 176 de 2015, y Resolución 092 de 2011—, encargado de dotar al Estado de herramientas para la protección y regulación ambiental, la implementación ha sido deficiente. Según Serna, restricciones esenciales como el control sobre la cantidad de buses turísticos y la gestión de la capacidad de carga ambiental han sido ignoradas, permitiendo que la crisis se mantenga y profundice con los años.

Mientras tanto, la ausencia de pausas turísticas regulatorias en el Valle de Cocora ha impedido la recuperación paulatina que sí se ha observado en zonas del Parque Nacional Natural de los Nevados bajo los cierres temporales. Por otra parte, representantes del sector empresarial, como Juanita B. Jaramillo de Bosques de Cocora Donde JuanB, manifiestan preocupación sobre la posibilidad de implementar cierres sin alternativas económicas, advirtiendo que una medida unilateral podría desestabilizar la economía local que depende casi totalmente del turismo.

En respuesta parcial a esta problemática, algunas empresas privadas han emprendido iniciativas voluntarias de restauración, como siembra de especies nativas, tratamiento de aguas residuales y creación de microreservas, logrando un progreso incipiente hacia un modelo de turismo más sustentable. Sin embargo, el alcalde Morales destaca que estos esfuerzos son aislados y falta articulación entre autoridades, empresarios y comunidades. Tal fragmentación dificulta la creación de estrategias de conservación eficientes y con efectos duraderos.

Este escenario representa un dilema para los destinos naturales en Colombia y el mundo: el difícil equilibrio entre el motor económico del turismo y la necesidad vital de proteger ecosistemas en riesgo. Organizaciones internacionales, como la Organización Mundial del Turismo y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, destacan la importancia de impulsar una regulación firme, educación ambiental, participación de las comunidades locales y monitoreo permanente como pilares para la conservación de estos lugares. Ejemplos de éxito en otros Parques Nacionales en Colombia han mostrado que la integración de políticas claras, vigilancia efectiva y ofertas turísticas responsables pueden reducir los impactos negativos y preservar la biodiversidad a largo plazo.

Así, la situación en el Valle de Cocora revela no solo las debilidades estructurales en la gobernanza ambiental, sino también la urgencia de adoptar cambios en el modelo productivo y turístico, la gestión institucional y la corresponsabilidad entre actores públicos y privados. Sin una articulación real y acciones concertadas, el emblemático paisaje del Quindío continuará perdiendo sus valiosos atributos ecológicos y culturales, amenazando tanto su función ambiental como el sustento de quienes dependen de su atractivo.

¿Qué alternativas económicas podrían compensar un cierre temporal en el Valle de Cocora?

El planteamiento de cerrar temporalmente el Valle de Cocora ha generado una fuerte resistencia entre los sectores que dependen del turismo. La economía local, especialmente en temporada baja, tiene una alta dependencia del flujo de visitantes para sostener empleos y negocios relacionados con hoteles, guías turísticos, restaurantes y transporte. Un cierre, aunque necesario para recuperar el ecosistema, pone en riesgo la estabilidad financiera de la región.

La búsqueda de alternativas económicas viables, como el fortalecimiento de emprendimientos de turismo sostenible, la diversificación productiva (por ejemplo, agricultura orgánica o venta de productos artesanales) y programas de educación ambiental con participación de la comunidad local, es fundamental para evitar que las medidas de conservación se traduzcan en privaciones económicas. Analizar cómo otros destinos han gestionado cierres similares puede aportar lecciones valiosas para el contexto del Valle de Cocora.

¿Qué significa capacidad de carga en un destino ecoturístico?

El término "capacidad de carga" se refiere al número máximo de visitantes que un área puede recibir sin que se produzcan daños irreversibles en sus recursos naturales o disminución significativa en la calidad de la experiencia del visitante. En el contexto del Valle de Cocora, la ausencia de un control efectivo sobre la capacidad de carga ha contribuido al deterioro ambiental observado en los últimos años.

Entender y aplicar este concepto es esencial para la gestión responsable de destinos de alta fragilidad ambiental. Los límites de capacidad de carga suelen establecerse con base en estudios científicos que consideran factores ecológicos, sociales y económicos. Implementar estos límites protege la funcionalidad de los ecosistemas, asegura una experiencia de calidad para los visitantes y promueve la conservación a largo plazo del patrimonio natural y cultural de la zona.

* Pulzo.com se escribe con Z

Lee todas las noticias de vivir bien hoy aquí.