El asma es una enfermedad crónica frecuente y potencialmente grave que provoca síntomas respiratorios como respiración sibilante, disnea (dificultad para respirar), opresión en el pecho y tos, según explica Mateo Benavides, fellow en Neumología de la Universidad El Bosque.

El especialista, en diálogo con Gestarsalud, indicó que existen dos razones fuertes para desarrollar esta enfermedad. La primera, por factores ambientales, ya que algunas personas son alérgicas o muy sensibles a ciertas sustancias que inhalan y que provocan una gran respuesta en los bronquios, cerrándolos y produciendo una reacción llamada hiperreactividad bronquial.

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La segunda causa y la más frecuente es porque quien la padece tiene un historial familiar de asma, esto significa que puede ser genético y, de hecho, algunos investigadores la describen como una enfermedad altamente heredable.

Benavides aclaró las dudas más frecuentes frente a esta enfermedad que, según los últimos datos del Ministerio de Salud, afecta aproximadamente a uno de cada ocho colombianos.

1. ¿Por qué se produce el asma? ¿Puede ser hereditaria?

Los desencadenantes son diversos. En primer lugar, el asma puede ser causado por factores ambientales que producen alergias a cosas como los ácaros del polvo, el polen, pelos de animales, componentes del aire común, el humo del tabaco y hasta el ambiente.

Sin embargo, un estudio de revisión del 2014 muestra que los factores genéticos representan alrededor del 70 por ciento de riesgo que tiene una persona de desarrollar asma, lo que significa que los genes juegan un papel importante si la persona desarrolla o no la enfermedad. Sin embargo, la genética no es la única causa del asma. Algunas personas la desarrollan aunque no tengan antecedentes familiares conocidos de la afección.

No obstante, una persona puede tener una tendencia genética hacia el asma, pero nunca desarrollarla realmente, la genética juega un papel aún menor en el desarrollo del asma más adelante de la vida, así que el asma de inicio en adulto y el asma ocupacional depende menos de los genes.

2. ¿Cuáles son los factores de riesgo para el asma, tanto modificables como no modificables?

Una persona puede desarrollar asma sin ninguna predisposición genética para esta afección y muchos factores ambientales pueden hacer que una persona la desarrolle.

Otros factores de riesgo para el asma incluyen el sobrepeso o la obesidad, fumar o la exposición a otras sustancias, tener alergias u otras alteraciones relacionadas con atopia, exposición frecuente a humo de segunda mano, exposición a otras formas de contaminación como gases de escape, exposición a irritantes ocupacionales, incluyendo sustancias químicas y polvo.

3. ¿Cuáles son los síntomas de alerta que me pueden indicar que sufro asma? ¿Cuál es el tratamiento para una persona con asma?

Para saber si tiene asma debe realizarse las siguientes preguntas: ¿tiene tos en el día o en la noche sin estar con gripa?, ¿ha tenido silbidos en el pecho durante el día o la noche?, ¿ha tenido dificultad para respirar normalmente durante el día o la noche?, ¿cuándo realiza ejercicio tose o le silba el pecho? Si responde afirmativamente a más de una de estas preguntas, es muy probable que padezca de asma y se deben realizar estudios específicos para el diagnóstico de este.

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4. ¿Cómo se trata el asma? ¿Se puede curar?

El objetivo del tratamiento a largo plazo es la reducción de riesgos y el control de los síntomas, reducir la carga para el paciente y reducir su riesgo de presentar muerte relacionada con esta enfermedad, exacerbaciones a nivel de las vías respiratorias y efectos secundarios de los medicamentos. El tratamiento también debe identificar los adjetivos propios del paciente con respecto a su asma y tratamiento. Es importante que haya una colaboración entre el paciente y los profesionales de la salud para que el manejo de la enfermedad sea efectivo.

Así mismo, el tratamiento se debe ajustar de forma continua con el fin de que el paciente esté siempre controlado. Esta forma cíclica de ajuste del tratamiento implica que el control del asma debe evaluarse de forma objetiva para organizar el control y que se revise periódicamente para mantenerlo, es decir, si el paciente no se encuentra bien controlado, el tratamiento debe aumentarse en los escalones terapéuticos necesarios para lograr un control teniendo siempre en cuenta las medidas no farmacológicas, la adhesión al tratamiento y los factores riesgos susceptibles a ser modificados.

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Los fármacos para tratar el asma se clasifican como de control o de mantenimiento y de alivio también llamado de rescate. Los medicamentos de control o de mantenimiento deben administrarse de forma continua durante periodos prolongados, ejemplo de esto son los inhaladores glucocorticoides agonistas de la reacción; los medicamentos de alivio se utilizan a demanda, es decir, para tratar de forma rápida los síntomas que presenten los pacientes, ejemplo de esto son el salbutamol y el bromuro ipratropio.

Nunca se automedique. Siempre pida la opinión de un experto en salud.

5. ¿Se puede prevenir el asma?

El asma como enfermedad no se puede prevenir, lo que sí se puede es controlar en mayor medida las crisis asmáticas. El pilar de la prevención consiste en evitar sustancias irritantes o alérgenos, pero principalmente es dejar de fumar y controlar la exposición a sustancias ocupacionales.

Otra recomendación es evitar la exposición a ácaros de polvo, la mayoría de estos no se pueden eliminar, sin embargo, se puede disminuir su exposición siguiendo algunas recomendaciones, por ejemplo: quitar las alfombras de los dormitorios; retirar los muebles tapizados; reemplazar las cortinas por persianas; recubrir las almohadas y los colchones con fundas impermeables; utilizar trapos húmedos para limpiar el polvo; evitar ambientes húmedos; conservar los alimentos en recipientes cerrados, evitar el humo del tabaco y en lo posible ambientes contaminados; evitar contaminación urbana, es decir, estar en proximidad a fábricas o lugares que vaporicen sustancias irritantes; medicamentos que puedan ocasionar una crisis asmática como es el caso de la aspirina y otros antiinflamatorios.