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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 1, 2025 - 5:59 am
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En la parte alta de la reserva Río Blanco, ubicada a 3.700 metros sobre el nivel del mar en el emblemático páramo de Letras en Manizales, la rutina diaria de un equipo de guardabosques comienza antes del amanecer. Entre las 6:00 y las 9:00 de la mañana, estos trabajadores revisan los pluviómetros y las miras que miden la precipitación y el nivel del agua. Esta información es recogida de manera sistemática y enviada al equipo de Recurso Hídrico, encargado de determinar el caudal y calcular la cantidad de agua disponible para abastecer la ciudad, mediante un procesamiento en las Plantas Niza y Luis Prieto Gomez. Datos de Aguas de Manizales revelan que la demanda hídrica máxima de la ciudad, entre las 9:30 a. m. y las 3:00 p. m., alcanza los 1.150 litros por segundo. El mantenimiento constante de la cuenca, así como tareas de siembra y restauración ecológica, han permitido regular los caudales y garantizar el suministro incluso en periodos secos, una labor que se monitorea desde 1996.

Además de la medición, los guardabosques cumplen funciones esenciales como el control de los linderos, la protección de áreas reforestadas, el mantenimiento de caminos y la prevención de intrusiones de ganado. El caso de Gustavo Adolfo, guardabosque con cinco años de experiencia y proveniente de la vereda El Desquite, ilustra el conocimiento profundo que poseen sobre estos ecosistemas en recuperación. Gracias a decisiones históricas —como recuerda el ingeniero forestal Jhon Edwar Gil, líder de Recurso Hídrico en Aguas de Manizales— desde principios del siglo XX se impulsa la protección del agua mediante la compra de predios, formalizada con la declaración de la Reserva Forestal Protectora de Río Blanco y Quebrada Olivares en 1990.

El objetivo de adquirir predios estratégicos para los acueductos se mantiene vigente por mandato legal. El artículo 111 de la Ley 99 de 1993 obliga a los municipios destinar al menos el 1% del presupuesto en la recuperación de áreas clave para el abastecimiento de agua. Según Yeison Andrés Atehortúa Gerardino, jefe de la Unidad de Gestión Ambiental de la Alcaldía de Manizales, en 2025 se invirtieron 3 mil millones de pesos para compras de predios, adquisición de material vegetal y sostenimiento del equipo de custodia. A la compra del predio El Paraíso en 2024, de 238,4 hectáreas, se suma el proceso de adquisición de Patio Bonito, de 84,5 hectáreas, garantizando así la expansión de las áreas restauradas.

La reforestación y restauración ecológica en la montaña implica retos singulares. La siembra utiliza especies nativas adaptadas a las condiciones extremas del subpáramo y el páramo, como la chilca negra y blanca, cucharos, alisos y mortiño. La técnica de restauración por núcleos, donde se plantan grupos de especies combinadas en hexágonos de 25 metros cuadrados, permite recrear las condiciones de un bosque natural. El mantenimiento es fundamental: se requiere limpieza constante para evitar el ahogamiento de los árboles jóvenes por el pasto, fertilización tanto en el suelo como en las hojas y tutores para cada planta. Según James Arias Gómez, ingeniero agrónomo, el crecimiento de las especies nativas es lento —de 1,5 a 4 centímetros al año— lo que demanda paciencia y recursos continuos, especialmente dada la escasez de viveros especializados.

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En años recientes se han reincorporado especies emblemáticas como el frailejón, esencial para la captación y retención de agua en la alta montaña. En las últimas décadas se han adquirido predios clave como La Elvira Pinares, Martinica, Barcelonita y Playa Larga, consolidando una red de terrenos que, gracias a la gestión institucional, asegura la conservación del recurso hídrico y la biodiversidad. Con ello, la reserva Río Blanco continúa expandiendo su función vital para Manizales y sus habitantes, en un esfuerzo colectivo de restauración, monitoreo y defensa activa del territorio frente al cambio climático.

¿Cómo influye la restauración ecológica de alta montaña en la disponibilidad de agua para una ciudad como Manizales?

La pregunta sobre el impacto de la restauración ecológica en las zonas de alta montaña no solo atañe a la sostenibilidad ambiental, sino que se relaciona directamente con la seguridad hídrica urbana. Reservas como Río Blanco, mediante la regeneración de su vegetación nativa y el manejo integral de sus recursos, cumplen un papel esencial en la retención de agua, su filtración y almacenamiento en acuíferos, y la regulación de caudales durante todo el año, especialmente en temporadas secas o bajo los efectos del cambio climático.

En este contexto, las estrategias de protección y restauración, complementadas por una gestión científica de datos y la inversión sistemática en la compra de predios, contribuyen a mejorar la calidad y cantidad de agua disponible para el consumo diario de miles de personas. Por ello, entender los desafíos y avances locales permite valorar el vínculo estrecho entre conservación y bienestar de la población, así como la importancia de mantener políticas públicas orientadas a la defensa de las fuentes hídricas.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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