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El Mes de la Salud Mental en Risaralda se ha establecido como una respuesta concertada ante el creciente desafío que representan los trastornos mentales, tanto a nivel local como internacional. Esta conmemoración, que se extiende a lo largo de octubre, moviliza a la comunidad con más de 40 eventos que buscan visibilizar, educar y fomentar el autocuidado colectivo alrededor del bienestar psicológico. La urgencia de estos esfuerzos queda evidenciada en datos recientes: la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que uno de cada ocho individuos en el mundo experimenta alguna condición mental, mientras que el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) registra un aumento del 30% en los índices de depresión y ansiedad en Colombia durante y posterior a la pandemia, fenómeno que también afecta directamente al departamento, según María Alcira Robayo, enlace regional de salud mental.
Este panorama transforma la salud mental en un asunto prioritario cuyo alcance trasciende las fronteras estrictamente médicas. Según lo expuesto por Robayo, afrontar la problemática exige la participación activa de toda la sociedad, pues depender exclusivamente de los servicios profesionales de salud resulta insuficiente. Esta postura se encuentra alineada con el enfoque de salud pública promovido por la OMS, que fomenta la corresponsabilidad y el despliegue de intervenciones comunitarias amplias, integrando educación, apoyo social y la reducción del estigma social asociado a trastornos mentales.
Dentro de la agenda destaca la “Vidaducto – Ceremonia de la Luz” en el emblemático Viaducto César Gaviria Trujillo, que conjuga el acto simbólico de iluminar el puente con homenajes a líderes comunitarios, subrayando así la dimensión colectiva y solidaria de la salud mental. Simultáneamente, se desarrollan jornadas de desconexión digital, ante la preocupación por el uso desmedido de dispositivos electrónicos, especialmente entre jóvenes, aspecto señalado por diversos expertos como potencial detonador de ansiedad y depresión.
Del mismo modo, los “Círculos de escucha comunitaria” ofrecen oportunidades de diálogo y acompañamiento psicosocial guiado por profesionales y líderes sociales, metodología que ha cobrado fuerza puesto que facilita la construcción de lazos sociales y promueve el bienestar emocional. A esto se suman charlas sobre autocuidado emocional, capacitaciones en instituciones educativas y laborales, así como ferias municipales que ofrecen acceso directo a servicios y actividades de promoción de la salud mental.




La experiencia de Risaralda se inserta dentro de una tendencia más amplia, donde la articulación entre entidades sanitarias, educativas y organizaciones sociales se reconoce como pilar de estrategias exitosas en salud mental. Por ejemplo, según el Instituto Nacional de Salud Pública de México, la combinación de educación y actividades comunitarias repercute positivamente en indicadores de bienestar colectivo, resultados que resuenan en las acciones implementadas en el departamento colombiano.
En suma, el llamado a la corresponsabilidad y a la acción conjunta es el eje transformador del Mes de la Salud Mental en Risaralda, reforzando la importancia de una participación social consistente como base para garantizar calidad de vida y desarrollo sostenible en la región.
¿Cómo pueden las instituciones educativas contribuir al cuidado de la salud mental?
El papel de las instituciones educativas es relevante en la prevención y promoción de la salud mental, no solo por su capacidad de llegar a niños, jóvenes y adultos, sino porque representan espacios en los que se pueden ofrecer herramientas y acompañamiento emocional oportuno. A través de capacitaciones y charlas sobre autocuidado, como las programadas durante el Mes de la Salud Mental en Risaralda, las escuelas y universidades ponen en práctica estrategias preventivas y ayudan a reducir el estigma en torno a los trastornos mentales.
La educación emocional y la formación en estrés, ansiedad y depresión equipan a la comunidad educativa con recursos para detectar tempranamente situaciones de riesgo y para actuar de manera adecuada. Además, estos espacios de aprendizaje permiten crear una cultura institucional de apoyo y corresponsabilidad en salud mental, facilitando el acceso a servicios profesionales cuando sea necesario y fomentando el bienestar integral de estudiantes, docentes y familias.
¿Qué implica un círculo de escucha comunitaria y por qué es importante?
Un círculo de escucha comunitaria es un espacio formal o informal donde integrantes de una comunidad pueden compartir experiencias, preocupaciones y sentimientos en compañía de profesionales o líderes capacitados en acompañamiento psicosocial. Estas actividades permiten que las personas se sientan acompañadas y valoradas, disminuyendo la sensación de soledad y facilitando la identificación temprana de necesidades emocionales.
El impacto positivo de estos círculos radica en su capacidad para fortalecer el tejido social y promover la empatía colectiva. Al ofrecer espacios seguros para la expresión y el apoyo mutuo, los círculos de escucha contribuyen al bienestar emocional y a la construcción de confianza comunitaria, aspectos fundamentales para enfrentar retos de salud mental con respuestas integrales y respetuosas.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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