En días pasados, buzos profesionales sacaron más de 2 toneladas de desperdicios del fondo el mar que rodea a Santa Cruz del Islote (que es un arrecife de coral), y desde hace más de 15 años los pobladores luchan para no dejarse consumir por la basura, dice un informe de W Radio.

La tarea casi imposible de no llenarse de desperdicios obligó a los pobladores de esta pequeña isla cercana a Cartagena, la más densamente poblada del mundo, a adoptar disciplinas y estrategias para aprovechar al máximo los desperdicios orgánicos y disponer de manera adecuada los plásticos.

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La W cita a una de las pobladoras, de 65 años, que señala que los desperdicios de comida se los echa a los peces que tiene en un estanque de agua de mar en el patio de su casa, para alimentarlos.

Los desechos que los peces no pueden comer directamente, como cáscaras de plátano y papa, se mezclan con tierra y sirven como abono para que la señora siembre tomates y otros vegetales en su huerta, dice la frecuencia radial.

Las latas de atún también se lavan y se reutilizan como moldes para hacer tortas y dulces, o para almacenar aceite usado. Las botellas se usan como rodillo o para otras tareas, menos para dejarlas “tiradas por ahí”, como señala la mujer.

Esa actitud la han adoptado distintas familias de pobladores de este singular islote, que ya puede decir que allí se dejó de arrojar basura al mar, salvo por contadas excepciones.

El trabajo más arduo ha sido crear consciencia entre los pobladores de cuidar el medio ambiente, y hay quienes recogen la basura que hay que sacar de la isla cada dos días. Estos desechos, en su mayoría plásticos que suman entre 80 y 100 bolsas, se reúnen en un solo lugar y luego una embarcación los lleva a tierra firme, para su reciclaje o el relleno sanitario.