La mayoría de las personas, aquellas que creen conocer y aún las verdaderamente conocedoras de los gatos, tienen muy poca claridad acerca del límite entre lamido por acicalamiento y el lamido como respuesta al picor cutáneo.

El lamido por acicalamiento, casi nunca deja huella de humedad sobre la capa del individuo, en tanto que cuando la razón de hacerlo es dependiente del picor de la piel, la intensidad y la frecuencia estarán incrementadas, ocasionando humedad sobre el pelo y la piel de las áreas afectadas, amén de los daños evidentes, primero sobre la estructura e integridad de los pelos y luego sobre la piel misma.

Cuando el lamido constante es patológico, los pelos se observarán cortados, fracturados sobre su eje (asta), con puntas romas o abiertas (ápices), además la pérdida de pelo estará incrementada, generando evidentes áreas de la piel con menor densidad pilosa (hipotricosis) o franca decalvación (alopecia).

El picor (prurito) es una sensación cutánea, que experimentan los gatos (los humanos y los mamíferos en general), que no solo es desagradable sino también nociva y que dependiente de la intensidad del estímulo provocador, será interpretada por el cerebro, al cual llega, al ser captada por las astas sensorias dorsales, viajando a través de fibras C desmielinizadas y ascendiendo por la medula espinal a través del tracto espino-talámico ventro-lateral hasta la corteza prefrontal, (corteza somatosensorial primaria y la corteza cingulada anterior).

La necesidad de controlar el prurito en la forma más adecuada y eficiente, por tratarse de una signología clínica nociva, deteriorante y generadora de gran malestar para el gato y para los humanos que con él conviven.

Son variadas las causas inductoras de picor cutáneo y de la consecuente necesidad de rascarse. Las hay primarias y secundarias, congénitas o adquiridas, nutricionales, parasitarias (internas y externas: ácaros, piojos, pulgas. moscos…), medio ambientales, o por complicaciones infecciosas diversas (levadurales, micóticas y en menor escala bacterianas, a diferencia de los perros), neoplásicas, inmunológicas y por hipersensibilidad o alergia.

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Es fundamental poder distinguir entre el acicalamiento de los gatos y su prurito fisiológico normal, del patológico, el que se caracteriza por inducir una actitud y comportamiento generalmente continuo y persistente, pero que por lo común es incorrectamente interpretado y deficientemente comprendido.

Así la identificación de la causa o causas de prurito, será acuciosa labor médica que permita diferenciar las primarias de las secundarias, eliminando o evitando todos los agentes y noxas que induzcan sumatoria de estímulo pruritógeno, para disminuirlo, elevar el umbral y modularlo, minimizando la respuesta autolesionante.

En síntesis y por todo lo anteriormente expuesto, es necesario considerar integralmente todas las posibles causas desencadenantes de picor, para ratificarlas o eliminarlas en forma ordenada y secuencial, a fin de poder dar un manejo óptimo al gato pruriginoso, ya que dicho signo clínico afecta cuando menos, a la mitad de los pacientes dermatópatas, expresando inicialmente cualquiera de las formas de patrón reaccional dermatológico en los gatos, a saber: dermatitis miliar, prurito facial, alopecia simétrica, y/o CGE – complejo granuloma eosinofílico.

El prurito puede obedecer a alteraciones dermatológicas específicas o generalizadas sin alteración clínica evidente de la piel, por lo tanto debe prestársele especial atención, ya que puede ser precoz síntoma de enfermedad sistémica – prurito paraneoplásico, renopatía, hepatopatía, etc.

Laureano Rodriguez Beltran
Doctor en Medicina Veterinaria – Universidad Nacional de Colombia. Área de Especialidad – DERMATOLOGIA Canina y Felina