La Disidencia, espacio de El Espectador, sacó a la luz las declaraciones de las gemelas, quienes aseguraron que su padre se sintió muy orgulloso en el momento en que tuvo sus varones, pero lo que él no sabía es que no iban a ser como él imaginaba.

Cuando fueron creciendo pensaron erróneamente que eran gais, porque en esa época era lo más cercano a su identidad, pero todas las noches, antes de dormir, se vestían con elementos que representaran la feminidad.

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Luego, su familia se enteró de su orientación sexual; sus tías sospecharon porque supuestamente se demoraban “mucho en el baño”; su mamá decidió que sería bueno llevarlas al psicólogo quien, en vez de guiarlas, se dedicó a curarlas “de la homosexualidad”, pero nunca lo consiguió.

Al verse cohibidas ante su familia, las hermanas decidieron comportarse como hombres heterosexuales en su casa, pero en el colegio eran “abiertamente gais”; hasta que llegó un punto en el que se revelaron y su mamá las apoyó, con la condición de que no usaran cosas de mujeres.

Gabriela fue la primera en descubrirse, cuando tenía 21 años (2015) tuvo problemas de autoestima y descubrió a Victoria Volkoca, una reconocida trans mexicana, con la que se sintió identificada y, luego de buscar grupos de apoyo, le dijo a su mamá: “Mamá, soy una mujer“.

Mientras dicha gemela vivía esto, Emma se veía como una persona andrógina, pero luego de una ducha en la que no se sintió segura con su cuerpo, deseó ser más femenina. Alternamente, y casi al mismo tiempo, las gemelas empezaron su proceso.

Juntas decidieron quitarse los testículos, para tener en su organismo más estrógenos que testosterona, y su mamá terminó apoyándolas, hecho que las llevó a concluir que la familia “es la primera experiencia de discriminación”.

Estas son sus declaraciones: