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Escrito por:  Claudia Sterling
Columnista     Dic 1, 2024 - 3:37 pm

“Cambiar la naturaleza de nuestros hijos para que tengan un mayor éxito en una sociedad competitiva puede parecer un ejercicio de libertad, pero es lo contrario a ella” – M.Sandel

Michael Sandel (Minneápolis, 1953), en su provocador ensayo breve “Contra la perfección: La ética en la era de la ingeniería genética” (Ed. Debate, 2024), nos enfrenta a las inquietantes implicaciones éticas de la ingeniería genética y la biotecnología. Con la lucidez que lo caracteriza, Sandel se mete de lleno en lo que es el anhelo humano por la perfección, revelando sus peligrosas consecuencias para la sociedad y la naturaleza misma de la vida.

Mis queridos lectores, hoy nos adentramos en un territorio escabroso, un terreno donde la ciencia y la ética se entrelazan en un peligroso abrazo. Me refiero al fascinante y a la vez perturbador mundo de la biotecnología, donde la promesa de la perfección humana se cierne sobre nosotros como una espada de doble filo.

Michael Sandel es uno de los filósofos más lúcidos de nuestro tiempo, quien en su obra “Contra la perfección” nos invita a cuestionar el impulso prometeico que nos empuja a rediseñar la naturaleza humana. Ya nos había cuestionado ampliamente con su libro “La Tiranía de la meritocracia” (Ed. Debate, 2020), el filósofo y escritor se ubica dentro de la corriente teórica comunitarista​ (aunque le disgusta la etiqueta). El Dr. Sandel dictó Cátedra en su prestigioso programa “Justicia”6​ curso de la Universidad de Harvard por más de 20 años, destacando como la asignatura de más alta matrícula en la historia de la Universidad con más de 14.000 alumnos y que luego fuera transmitida gratuitamente en varios medios de comunicación.

Sandel ha sido visto por millones de personas en todo el mundo y, en China, fue reconocido como la “figura extranjera más influyente del año” (China Newsweek). Fue elegido miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias en 2002.

En este breve pero contundente ensayo, Sandel, con la precisión de un microcirujano, disecciona el anhelo por la perfección que ha acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Pero a diferencia de los alquimistas de antaño, hoy contamos con herramientas capaces de alterar la esencia misma de la vida: la ingeniería genética. ¿Seremos capaces de resistir la tentación de jugar a ser dioses?

“Contra la perfección” no es un tratado académico, sino una invitación, en términos sencillos, como nos habla siempre Sandel, a la reflexión. El autor nos toma de la mano y nos conduce por un laberinto de dilemas morales, donde cada capítulo nos confronta con preguntas incómodas:

  • El argumento deportivo: ¿Qué hay de malo en usar la tecnología para mejorar el rendimiento deportivo? ¿Acaso no es el deporte una búsqueda constante de superación? Sandel nos muestra que la obsesión por la mejora artificial puede erosionar el valor del esfuerzo, la disciplina y el talento natural.
  • La ética del don: La vida, nos dice el filósofo, es un don, un regalo que debemos aceptar con humildad. La búsqueda de la perfección tecnológica puede llevarnos a olvidar esta verdad fundamental, transformando la vida en un proyecto de ingeniería. EL autor pregona lo que William E. May llamó “apertura a lo recibido”, es decir, una predisposición a aceptar el destino tal y como se presenta y que Sandel considera una “virtud”, no solo en el terreno de la procreación sino en todos los ámbitos de la vida.
  • Hijos diseñados: Imaginen un mundo donde los padres pueden elegir las características de sus hijos, como si se tratara de un catálogo. Sandel nos advierte sobre los peligros de esta “hiperagencia”, que podría conducir a una sociedad donde la diversidad y la espontaneidad sean sacrificadas en el altar del control.
  • La ambivalencia moral de la mejora: ¿Es realmente deseable eliminar todas las imperfecciones humanas? El autor argumenta que la vulnerabilidad, la fragilidad y la imperfección son parte integral de la experiencia humana. Al intentar erradicarlas, corremos el riesgo de perder nuestra humanidad.
  • La hiperagencia: La tecnología nos otorga un poder sin precedentes sobre nuestras vidas y las de los demás. Pero,¿dónde están los límites? Sandel nos alerta sobre el peligro de convertirnos en “amos y señores” de la naturaleza, olvidando que somos parte de un ecosistema interdependiente.
  • Justicia y bien común: Una sociedad de “superhombres” ¿sería realmente justa? EL escritor nos invita a reflexionar sobre las implicaciones sociales de la búsqueda de la perfección, que podría exacerbar las desigualdades y crear una nueva forma de discriminación genética.

Sandel no es un filósofo de “torre de marfil”. Su obra se nutre del diálogo, del debate público, de la confrontación de ideas. Influenciado por pensadores como Aristóteles, Kant y Rawls – inclusive para criticarlos-, Sandel ha desarrollado un enfoque comunitario que enfatiza la importancia de la virtud cívica y el bien común. En “Contra la perfección”, Sandel nos interpela como ciudadanos, invitándonos a participar en la construcción de un futuro donde la tecnología esté al servicio de la humanidad, y no al revés.

Confieso que la lectura de “Contra la perfección” me ha dejado con una profunda inquietud. No puedo evitar imaginar un futuro distópico donde la obsesión por la perfección nos lleve a una sociedad fría, calculada, desprovista de alma. Un mundo donde la belleza se mida en genes, donde la inteligencia sea un producto de laboratorio, donde el amor sea una ecuación química.

Me preocupa que esta escalada perfeccionista nos conduzca a una pérdida irreparable de la espontaneidad, la creatividad y la compasión. ¿Qué será del arte, la música, la literatura en un mundo donde la imperfección sea considerada un defecto? ¿Qué será de la solidaridad, la empatía, el amor al prójimo en una sociedad obsesionada con la eficiencia y la productividad?

Sandel nos lanza un desafío: debemos resistir la tentación de jugar a ser dioses. Debemos recordar que la vida es un don, un misterio que no podemos controlar por completo. Debemos abrazar nuestra imperfección, nuestra vulnerabilidad, nuestra humanidad.

El futuro está en nuestras manos. No permitamos que la búsqueda de la perfección nos robe el alma.

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