El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
La construcción de la paz en la educación adquiere un sentido profundo en el colegio Equirayá, donde se coloca el acento en que la paz inicia a partir del desarrollo individual. Bajo el símbolo de la “flor de la paz”, este programa pedagógico promueve que la conciencia de uno mismo y la toma de decisiones personales son el punto de partida para una convivencia armónica y para futuras transformaciones sociales. Esta visión surge de la convicción, abordada desde el activismo y la pedagogía emocional actual, de que la paz social genuina solo puede cultivarse cuando cada individuo asume la responsabilidad de su propio bienestar emocional y ético, y reconoce la paz como una elección cotidiana. Según la fuente original, este modelo educativo se inspira en teorías contemporáneas que privilegian la introspección y la gestión emocional como requisitos esenciales para una vida colectiva equilibrada.
De especial relevancia es el contexto colombiano, marcado por años de conflicto armado y persistencia de hechos violentos, que representa un desafío permanente para las iniciativas orientadas hacia la reconciliación y la convivencia. Frente a esta compleja realidad, el programa de Equirayá sostiene que la paz no puede depender exclusivamente de estrategias externas, sino que debe construirse desde procesos internos y relacionales sostenidos en la educación. Datos del Ministerio de Educación de Colombia y la Organización Mundial de la Salud subrayan la importancia de la resiliencia y la inteligencia emocional como pilares para disminuir los índices de violencia y mejorar el ambiente escolar. Además, la comunidad educativa fomenta la integración, el sentido de pertenencia y la corresponsabilidad, superando la polarización que históricamente ha afectado a la sociedad colombiana.
La experiencia personal del fundador del colegio, marcada por carencias emocionales en su propia escolaridad, es el motor de un enfoque educativo que prioriza el acompañamiento al niño de forma integral, más allá del mero aprendizaje académico. La incidencia de problemas de salud mental, especialmente tras la pandemia, ha demostrado que los ambientes educativos humanistas —que ofrecen apoyo emocional sistemático— pueden reducir tasas de deserción y síntomas de depresión, según reportes oficiales y estudios recientes. En respuesta, Equirayá forja espacios de formación libres de jerarquías humillantes y fundados en la responsabilidad y la libertad, buscando alumnos motivados por el deseo de aprender y participar en comunidades saludables.
En lo metodológico, la institución adopta el modelo Montessori, conocido por su énfasis en el aprendizaje autónomo y la interacción entre estudiantes de distintas edades. Conforme a la Asociación Montessori Internacional y estudios de la Universidad de Harvard, esta estrategia potencia la autoestima, la creatividad y el liderazgo colaborativo desde edades tempranas, propiciando una evaluación formativa basada en la retroalimentación permanente, en vez de exámenes o notas tradicionales. El propósito reside en estimular que los conocimientos sirvan para la vida, no solo para cumplir requisitos escolares convencionales.




Por último, se destaca la relación entre los principios que se cultivan en la escuela y el clima organizacional en otras áreas sociales, incluyendo empresas donde el fundador interviene. La ética, la solidaridad y el sentido espiritual —entendido como una combinación de honestidad y responsabilidad— resultan factores determinantes tanto para el bienestar individual como para la salud de las instituciones y organizaciones. Publicaciones como las de Harvard Business Review confirman que ambientes fundamentados en valores y responsabilidad compartida logran mejor rendimiento y satisfacción, compartiendo la meta última de Equirayá: desarrollar individuos que puedan contribuir al tejido social y profesional con herramientas éticas y emocionales sólidas.
¿Cómo beneficia el método Montessori a la convivencia escolar? El interés por comprender este punto surge de la necesidad de evaluar cómo ciertas metodologías educativas, como la Montessori, impactan en la dinámica relacional, los procesos de resolución de conflictos y la cohesión grupal dentro de los centros escolares. Los aportes citados por la Asociación Montessori Internacional y la Universidad de Harvard permiten percibir que cuando el aprendizaje se da en entornos flexibles y autónomos, se potencia la solidaridad y el respeto entre compañeros, pues los estudiantes aprenden a responsabilizarse no solo de su propio progreso sino también del bienestar común. Este enfoque contribuye a la reducción de episodios de acoso y fomenta comunidades educativas más participativas, colaborativas y pacíficas.
El método Montessori ofrece a los estudiantes oportunidades para resolver disputas de manera dialogada y cooperativa, ya que promueve relaciones horizontales y respeto por el ritmo de aprendizaje individual. Al no depender exclusivamente de estructuras rígidas o jerarquías verticales, el ambiente de aula se torna propicio para que los niños desarrollen habilidades de gestión de emociones, empatía y liderazgo positivo; componentes todos esenciales para la convivencia armónica y la construcción de paz desde la educación.
¿Qué significa pedagogía emocional y cómo se aplica en la educación? Esta cuestión cobra relevancia en un contexto en el que las crisis de salud mental infantil y juvenil aumentan, como se señala en los datos de la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Educación de Colombia. La pedagogía emocional es la disciplina que integra el reconocimiento, manejo y expresión adecuada de las emociones dentro del currículo escolar. No solo se orienta a favorecer el rendimiento académico, sino que además aboga por el bienestar integral a partir del desarrollo de la autoconciencia, la resiliencia y la empatía.
En el colegio Equirayá, este enfoque se implementa a través de prácticas cotidianas de reflexión personal, diálogo abierto y acompañamiento emocional, que buscan consolidar la “flor de la paz” como fundamento del aprendizaje social. El resultado es una educación donde los vínculos emocionales se convierten en motores del desarrollo individual y colectivo, permitiendo que los estudiantes afronten la vida con más herramientas para enfrentar conflictos, superar adversidades y aportar al bien común.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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