Escrito por:  Redacción Vivir Bien
Ago 22, 2025 - 12:36 pm

Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Incluso los expertos en el corazón no están exentos de enfrentarlas.

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Este es el caso del cardiólogo William Wilson, con más de 30 años de experiencia en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades del corazón, quien jamás pensó que terminaría viviendo en carne propia lo que tantas veces explicó a sus pacientes.

A los 63 años sufrió un infarto de miocardio y, aunque logró sobrevivir, su testimonio se volvió una advertencia clave para la comunidad médica y para el público en general, según explicó La Nación.

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El especialista, que publicó su historia en un video titulado ‘I’m a cardiologist and I had a heart attack’, contó con detalle cómo experimentó la emergencia cardíaca. Lo más llamativo no fueron los síntomas clásicos, como la presión en el pecho o la sudoración excesiva, sino una señal poco conocida a la que la mayoría de personas no suele darle importancia: la necesidad urgente de ir al baño.

Wilson relató que aquel día no estaba haciendo un esfuerzo físico intenso. De repente, empezó a sentir una presión incómoda en el pecho, pero no era el dolor agudo que muchos asocian con los infartos. Al contrario, era una sensación opresiva y difusa, molesta, pero lo suficientemente leve como para despertar dudas.

“Durante 30 o 60 segundos pensé: ‘Esto no puede estar pasándome a mí. Soy cardiólogo’. Me repetía que quizás no era nada grave”, confesó, según recogió el medio mencionado.

Sin embargo, en cuestión de minutos los síntomas se intensificaron: sudoración profusa, una sensación de fatalidad inminente y, de manera inesperada, una urgente necesidad de ir al baño.

Ese último punto fue el que más llamó la atención en su relato. Según Wilson, es relativamente común que durante un infarto el sistema nervioso autonómico se active de manera abrupta, provocando reacciones que no todos asocian con un evento cardíaco. Una de ellas es la necesidad repentina y fuerte de orinar o defecar.

Este síntoma, explicó el especialista, suele pasar desapercibido porque se confunde con algo banal o con una simple reacción digestiva. Sin embargo, puede ser una señal de alarma cuando aparece acompañado de otros malestares, como dolor torácico, falta de aire, mareos o sudoración excesiva.

“Muchas personas ignoran esta reacción y piensan que solo es el cuerpo pidiendo ir al baño. Pero puede ser la manifestación de que algo más grave está ocurriendo”, advirtió, según citó La Nación.

Además de la presión en el pecho y la sudoración, Wilson describió que lo invadió un miedo intenso, casi como si supiera que estaba a punto de ocurrir una catástrofe. Esa combinación de síntomas lo hizo reaccionar y pedir ayuda a su esposa.

La decisión fue determinante: al comunicar que estaba teniendo un infarto, pudo recibir atención médica de manera rápida, lo que terminó salvándole la vida.

El testimonio de William Wilson pone sobre la mesa un asunto clave: los infartos no siempre se presentan con los síntomas clásicos.

La imagen de una persona llevándose la mano al pecho por un dolor insoportable no siempre se cumple. En muchos casos, las señales son más sutiles, se manifiestan de forma difusa o incluso en partes del cuerpo que nadie relacionaría con el corazón.

Especialistas en salud coinciden en que reconocer los síntomas atípicos puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Entre esos signos menos conocidos están:

  • Malestar en la mandíbula, cuello o espalda.
  • Náuseas o vómitos repentinos.
  • Mareos o desmayos.
  • Sensación de ansiedad o miedo extremo.
  • Necesidad repentina de ir al baño, como la que experimentó Wilson.
  • Importancia de escuchar al cuerpo

El cardiólogo insistió en que la principal enseñanza de su experiencia es no subestimar ninguna señal. Aun siendo un profesional con tres décadas de carrera, cayó en la trampa de pensar que eso no podía pasarle a él.

“Reconocer lo que estaba viviendo me permitió actuar a tiempo. No se trata de entrar en pánico ante cualquier síntoma, sino de no ignorar lo que el cuerpo está diciendo”, concluyó al respecto.

 

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