El tranquilo perro se queda todos los días a las afueras del centro comercial  ‘Mega’ de la ciudad rusa de Kaliningrado, según publica el diario local Klops.

Ese medio dialogó con Svetlana, la cual explicó que tuvo que poner junto a su can un cartel el cual dice: “El perro no fue abandonado. No está hambriento. No tiene frío”.

Esa joven contó que el Husky llegó hace 4 años a su familia, pero que sus padres días después decidieron venderlo. Sin embargo, los compradores lo devolvieron al día siguiente porque “no paraba de llorar y aullar”, explicó Svetlana al mismo rotativo.

Desde ese momento, la rusa y el perro se volvieron una pareja inseparable. Ella lo llevaba a todos lados, a la tienda, al trabajo y hasta a citas médicas, detalla Klops.

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Ahora que Svetlana se mudó a vivir sola, según cuenta ella misma, a un departamento comunitario (con otras personas), dice que tiene miedo que su perro moleste a sus compañeros de piso, por lo que decidió llevarlo todos los días a su trabajo.

Por último, la rusa explica que sale a ver su perro cada hora y pasa 10 minutos con él, además de los 40 minutos que se toma de almuerzo.