Los organizadores del festival aseguran que este acto es “una respuesta a la violencia totalitaria que se vivió en el Siglo XX”, informa The Guardian. Por otro lado, algunas organizaciones aborígenes de Tasmania catalogan este ‘performance’ como un insulto para sus indígenas, argumentando que existen mejores herramientas para contar la historia de las comunidades; mientras que otras esperan que la interpretación logre visibilizar este tipo de temas.

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La calle Macquarie, en Hobart, fue cerrada mientras instalaban el contenedor y lo preparaban para que el artista pudiera pasar 3 días sin ninguna complicación. Al vagón se le adecuó un tubo que permitió la circulación del aire bajo la tierra y también se instaló un calentador para contrarrestar el frío invernal de Tasmania, publicó The Guardian.

Parr aprovechó esas 72 horas para meditar, dibujar y leer el libro de Robert Hughes, ‘The Fatal Shore’.