El sistema de movilidad en Bogotá enfrenta uno de sus momentos más críticos, colocándose entre las ciudades con mayor congestión vehicular en Latinoamérica. Esta situación se profundiza especialmente en días de intensa afluencia, agravada por las intervenciones y cierres en corredores viales fundamentales. El miércoles 17 de septiembre de 2025 es ejemplo de este escenario complejo, cuando rige la restricción de pico y placa, una medida que limita la circulación de vehículos particulares y taxis con placas terminadas en 6, 7, 8, 9 y 0 desde las 6:00 a.m. hasta las 9:00 p.m. La restricción también afecta taxis con placas en 9, 0, 5 y 6. Tal regulación, vigente desde hace más de una década, responde a la imperiosa necesidad de descongestionar el tránsito capitalino, según datos de Movilidad Bogotá y la Secretaría Distrital de Movilidad.

Además de las restricciones, Transmilenio —el servicio de transporte público masivo de la capital— mantiene su operación habitual desde las horas más tempranas. Sin embargo, enfrenta obstáculos estructurales significativos, como la saturación en horas pico y la falta de actualización de su flota. A pesar de estos retos, permanece como el eje fundamental de la movilidad para millones de habitantes. Análisis del Banco Mundial y la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) remarcan la urgencia de fortalecer Transmilenio y ampliar la cobertura de transporte masivo para mejorar la movilidad sostenible en la ciudad.

La convivencia con múltiples cierres viales, resultado de obras destinadas a modernizar la infraestructura y ampliar la capacidad de las vías, también marca el día a día de los residentes. Estas intervenciones, aunque imprescindibles para responder al crecimiento poblacional y vehicular, implican desvíos, incomodidad y retrasos, impactando negativamente tanto la productividad laboral como la actividad económica, de acuerdo con un reporte de la Cámara de Comercio de Bogotá de 2024.

El caso de Bogotá pone de relieve los desafíos de grandes ciudades latinoamericanas, donde un incremento constante del parque automotor, limitado desarrollo vial y carencias en el transporte público conspiran para provocar congestiones severas. Estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Unión Internacional de Transporte (UIT) insisten en que abordar el problema requiere estrategias integrales y sostenibles, más allá de simples restricciones vehiculares, sumando incentivos para movilidad no motorizada, tecnologías limpias y una planificación urbana inteligente.

Un aspecto relevante en la gestión de los retos diarios de movilidad es la comunicación en tiempo real. El uso de redes sociales, potenciadas por entidades como Bogotá Tránsito y Transmilenio a través de sus cuentas oficiales, ha permitido informar de forma inmediata sobre novedades viales, facilitando a los ciudadanos la planificación eficiente de sus desplazamientos. Esta dinámica, orientada por recomendaciones de organismos especializados en gestión urbana, contribuye a una mayor interacción y transparencia entre las autoridades y la población.

En definitiva, la movilidad en Bogotá constituye una problemática multidimensional que exige acciones de largo plazo. No solo implica la modernización del sistema vial y de transporte público, sino también el fomento de una cultura ciudadana orientada hacia la sostenibilidad y la participación informada, pues solo así se podrán afrontar eficazmente los desafíos crónicos que afectan la calidad de vida en la ciudad, como destacan los análisis de expertos en urbanismo y transporte citados en los informes consultados.

¿Por qué el pico y placa no ha resuelto totalmente el problema de la congestión en Bogotá?

El origen del pico y placa fue la necesidad urgente de disminuir el número de vehículos en circulación durante las horas más críticas. Sin embargo, su impacto se ha visto limitado por el crecimiento constante del parque automotor y por soluciones parciales que no abordan el trasfondo del problema. Las restricciones temporales reducen algo la congestión, pero estudios de la Secretaría Distrital de Movilidad muestran que, sin una mejora significativa en el transporte público y la infraestructura, los ciudadanos buscan alternativas como comprar un segundo vehículo o utilizar vías alternas, desplazando el problema sin resolverlo.

Adicionalmente, organizaciones internacionales como la CEPAL advierten que las ciudades que dependen únicamente de medidas restrictivas más temprano que tarde alcanzan un “techo” en sus beneficios y requieren políticas estructurales. Es necesario combinar la restricción vehicular con incentivos para la movilidad sostenible, desarrollo tecnológico y urbanismo inclusivo.

¿Qué es Transmilenio y por qué es tan importante para Bogotá?

Transmilenio es el sistema masivo de transporte público de Bogotá que opera mediante buses articulados en carriles exclusivos, conectando diferentes puntos de la ciudad. Según el Banco Mundial, representa la principal alternativa para millones de ciudadanos que deben desplazarse a diario, sobre todo ante las restricciones de circulación para vehículos particulares. El sistema ha sido fundamental para aliviar parte de la congestión, aunque enfrenta problemas derivados del exceso de demanda y la falta de renovación de su flota.

Su importancia radica, además, en que la expansión y mejora de Transmilenio son vistas como una de las estrategias clave para la movilidad sostenible de Bogotá, tal como resaltan informes del Banco de Desarrollo de América Latina. Un sistema de transporte público eficiente permite una movilidad más equitativa y sostenible, aspectos centrales para el futuro de las grandes capitales latinoamericanas.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.