Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 5, 2025 - 11:45 am
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La llegada del cometa interestelar 3I/ATLAS ha despertado un renovado interés en la comunidad científica, pues representa apenas el tercer objeto confirmado que proviene del espacio interestelar y entra en el estudio directo de la astronomía. Según la información divulgada por la NASA, este hallazgo ofrece una oportunidad excepcional para estudiar la historia y la composición de cuerpos formados en espacios completamente ajenos a nuestro sistema solar. El cometa 3I/ATLAS tiene una antigüedad estimada que puede abarcar millones o incluso miles de millones de años, lo que lo convierte en una reliquia cósmica para comprender las condiciones y los procesos que existieron en los inicios del universo.

3I/ATLAS alcanzará su máximo acercamiento a la Tierra el 19 de diciembre; sin embargo, dicha proximidad resulta relativa en términos astronómicos, pues se mantendrá a una distancia de 1,8 unidades astronómicas, es decir, aproximadamente 270 millones de kilómetros, que equivalen a casi el doble del trayecto entre nuestro planeta y el Sol. Este encuentro distante no resta importancia al fenómeno, pues el análisis de su movimiento y características físicas permite sumar información valiosa a la escasa base de datos que existe sobre visitantes interestelares. El seguimiento del cometa, desde su descubrimiento en julio, ha representado un logro destacado, especialmente para la agencia NASA, que ha recopilado buena parte de los datos presentados.

Dentro de los datos más relevantes figura el tamaño de 3I/ATLAS, que según mediciones de la NASA, podría oscilar entre 440 metros y 5,6 kilómetros de diámetro. La velocidad con la que este objeto transitó cerca del Sol, alrededor de 246.000 kilómetros por hora, responde a la influencia gravitacional de nuestra estrella. Ahora que el cometa completó su paso cercano, continúa su viaje alejándose del sistema solar, desplazándose más allá de la órbita de Marte y mostrando una desaceleración paulatina mientras se pierde en el espacio interestelar.

A pesar de la vasta distancia a la que permanecerá, el espectáculo no está reservado solo a los telescopios profesionales. De acuerdo con la NASA, es posible observar al cometa 3I/ATLAS desde la Tierra utilizando un telescopio doméstico modesto. Ya es visible y podrá seguirse su trayectoria durante los primeros meses de 2026, siempre que las condiciones atmosféricas sean propicias. Para los interesados, la agencia recomienda consultar las guías de observación y utilizar plataformas digitales como Eyes on Solar System, una herramienta interactiva donde se puede rastrear en tiempo real el recorrido del cometa y su ubicación exacta.

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El estudioso seguimiento de 3I/ATLAS refuerza la relevancia de la astronomía como disciplina capaz de acercar a la humanidad a los misterios más antiguos del cosmos. Cada dato extraído de este inusual viajero contribuye no solo al conocimiento de objetos similares, sino también al entendimiento de nuestro propio origen y lugar en el universo. La actualización constante sobre estos fenómenos, como la que ofrece El Espectador en su sección de ciencia, permite a la ciudadanía conectarse con los más recientes avances y descubrimientos.

¿Qué diferencia a un cometa interestelar de uno perteneciente al sistema solar?

La pregunta resulta relevante debido a la importancia que ha cobrado el cometa 3I/ATLAS como fenómeno astronómico. Los cometas que nacen y se desplazan dentro del sistema solar comparten la misma región de origen, como el cinturón de Kuiper o la nube de Oort, y recorren órbitas que los mantienen atados gravitacionalmente a nuestro Sol. Por el contrario, un cometa interestelar como 3I/ATLAS proviene de fuera del sistema solar y atraviesa nuestro vecindario solo temporalmente, siguiendo trayectorias que indican un origen completamente ajeno al nuestro.

Esta diferencia en su procedencia y trayectoria proporciona a los científicos la oportunidad de analizar materiales y estructuras formadas en otras regiones de la galaxia, incrementando el valor de los datos obtenidos con cada visita de un cometa interestelar. Observar y estudiar estos objetos permite, por tanto, expandir el entendimiento de la composición química y la historia de otros sistemas estelares, así como las posibles similitudes y diferencias con los cuerpos celestes que circundan a nuestro propio astro.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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