¿El mal parqueado era el chofer, o la camioneta? ¿Y cómo fue que «partieron» la ambulancia? Porque yo la estoy viendo enterita.

Un tumulto en una calle céntrica llamó mi atención. Más y más gente de arremolinaba a cada minuto. Yo también acudí, pues no resistí la curiosidad. En la periferia del círculo que habían formado los curiosos, encontré a Fenicio, un viejo amigo de infancia al que hacía mucho tiempo no veía. Crucé mirada con él, puesto que noté que en su ordenador cerebral se había producido una señal para esculcar en el archivo morfológico afectivo. Bastaron cinco segundos para reconocerme.

─ Estimado compañero ─ me dijo, sin titubeos ─ ¡qué alegría me da verte de nuevo!

─ Lo mismo digo yo, Fenicio. ¿Qué haces tú aquí, entre este gentío? ─ le pregunté.

─ La misma «diligencia» que haces tú: curiosear el barullo (*) que se formó porque los señores que invadieron la ciudad para perseguir a quienes posean vehículos automotores, le pusieron un inmovilizador ¡nada menos que a la ambulancia de la Defensa Civil! ¿Cómo te parece semejante despropósito y abuso?

─ ¡Eso ya es el colmo! ¿Y quién fue el majareta (*) que hizo eso?

─ Uno de esos hombres disfrazados de autoridad ─porque no la tienen─ que han implantado el terror entre los dueños de autos en las calles de la ciudad, a punta de inmovilizar carros e imponer multas a diestra y siniestra.

Un hombrecito delgaducho, de corta estatura, piel cetrina, ojos apagados por la pobreza que reflejaba encima y cabello rebelde de tornasolados despuntes, se inmiscuyó en nuestra charla en ese momento.

Eso es mucho lo atrevidos estos manes; quesque ponerle cepo a la ambulancia de la DC. Y encima de eso, la partió… Si el chofer no estaba mal parqueado; no, no, no. Yo vi que dejó la camioneta ahí un momento porque está cerquita a la sede.

─ Ajá, así que fueron los «manes», no los hombres. Son muy atrevidos, sí. Y dizque ponen cepos por deporte. ¿El mal parqueado era el chofer, o la camioneta? ¿Y cómo fue que «partieron» la ambulancia? Porque yo la estoy viendo enterita, señor ─ dijo mi amigo Fenicio.

─ ¡Claro, si yo vi cuando el «chupa» le puso el parte! Como que vale $250 000, y de ñapa como que también a la «Defensa» la van a infraccionar por parquearse en zona prohibida.

Fenicio me guiñó un ojo para que yo le dijera algo al hombrecillo que atropellaba el idioma.

─ Amigo, lo que hicieron aquí fue aplicar «un parte» o sanción. Pero no fue a la ambulancia, sino a persona responsable, que en este caso es persona jurídica: la Defensa Civil. Ella no estaba mal parqueada, podría estarlo el automotor que le pertenece. Además, amigo, ¿sabía usted que a ningún carro le aplican multas, ni las paga? Son sus dueños los que cargan con esas sanciones pecuniarias. Al que usted llama «chupa» es una persona que cuando pertenece genuinamente a la autoridad que regula el tránsito vehicular se llama alférez. En lo único que usted acertó fue en usar el verbo infraccionar», pues ya está recogido en el diccionario académico; significa multar, imponer sanción monetaria o aplicar castigo económico por infracciones que las personas cometen contra las normas de tránsito. ¿Le queda claro lo que ocurrió aquí?

Mi amigo me miró sonriente en señal de aprobación a las enmiendas que acababa de hacerle al lenguaje de jerga callejera que había empleado el intruso. Luego me espetó (*) una pregunta:

─ ¿Desde cuándo tú andas metido en eso de hablar bien?

─ Desde cuando detecté que un huracán implacable se empeña en desgraciar el lenguaje de Cervantes, y usa para ello las lenguas de los mortales que a diario acuden al poder de las palabras ─ le respondí.

Fenicio y yo nos retiramos de la aglomeración y buscamos una cafetería para conversar. De repente, él recordó que había dejado su vehículo expuesto a la voracidad de los depredadores de la tranquilidad de los conductores.

─ Espérame aquí. Voy volando a guardar el carro en un garaje, no sea que me gane la «lotería» de un cepo. Porque el carro no es el afectado, sino yo que debo darles mi dinero.

Vocabulario

(*) Barullo: Confusión, desorden, mezcla de gente.

Majareta: Chiflado, loco.

Espetar: Decir algo de palabra o escrito a alguien causándole sorpresa.

¡Hablar y escribir bien es el reto de hoy!

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