Pues bien, la música, la ópera, la zarzuela y, en general, las letras y canciones de este género -el romántico, están valoradas y a veces sobrevaloradas, en tanto que la literatura romántica está francamente infravalorada en el mundo cultural.

La literatura romántica se ve como un género, en ocasiones, de baja intelectualidad y segmentario, solo para mujeres – aunque la autora que hoy reseñamos tenga lectores entrañables y en su mayor parte mayores de 70, de esos que saben para qué es la vida. Y eso sigue sucediendo aún con los autores cuyos libros son de gran calidad literaria, de gran valor histórico si se quiere, y de gran profundidad humana… como los de la de la escritora argentina Florencia Bonelli (Córdoba, 1971).

Hablar con ella es sumergirse en un universo impredecible de ficción, viajes, historia, tarotismo y espiritualidad, música – desde el canto lírico hasta el rock – en síntesis, sumergirse en la pura vida.

Nacida bajo el signo Tauro, Florencia, “Flore” para sus amigos, sintió que nunca encajaba en el modelo que le había sido predestinado: nacida de una familia católica de ascendencia irlandesa, estudió ciencias económicas y ejerció hasta que el destino se le paró de frente en forma de libro y le mostró su camino. Una mujer coherente, al punto que solo empezó a utilizar recientemente un celular muy básico para no fomentar la explotación humana en aquellos territorios en donde se produce Coltán en el Congo Africano, escenario de una de sus trilogías, “Camino del fuego”.

A pesar de ser lectora compulsiva y omnívora desde que tiene memoria – en nuestra charla le viene a la cabeza el libro “Jane Eyre” de Charlotte Brönte, seguía en su ejercicio contable hasta que, en la biblioteca de la casa de su suegra, encontró y devoró “El árabe”, de Edith Maite Hall, un libro que, sencillamente le cambió la vida, literalmente, de un día para el otro. Y cambió los números por las escenas que se le venían a la cabeza y que poco a poco fue plasmando en letras.

Nos dice que las cosas más importantes de la vida le han llegado a través de los libros. Le pregunto por algunos que hayan sido claves en la construcción de los suyos y del género al que se dedica, y me nombra algunos tan majestuosos como “Amor bajo el espino blanco”, de Ai Mi, una preciosa y conmovedora historia de un amor en plena revolución china, llevada al cine por el prestigioso director Zhang Yimou y prosigue con “El jinete de bronce”, un poema narrativo que tiene como contexto la inundación que asoló San Petersburgo en 1824, y cuyo nombre viene de la estatua de Pedro el Grande, fundador de la ciudad, y símbolo del esplendor y florecimiento de la misma; en el narra la historia de Eugenio, un pobre funcionario que pierde a su novia en la catástrofe, enloquece de dolor, y una noche de desesperación, apostrofa a la estatua del zar que se eleva en la plaza que hoy es de los Decembristas, a las orillas del Neva.

Son historias de amor en medio de situaciones de grandes conflictos humanos o acontecimientos históricos. Y ello ha inspirado la obra de Florencia de forma vital.

La obra que hoy reseñamos se titula “Hechizo del agua”, y tiene una preciosa portada azul aguamarina con símbolos astrológicos que, de entrada, invita a abrir sus páginas. Se trata de la historia de amor entre Brenda y Diego, una pisciana y un virginiano, ella una especie de alter ego de la escritora – relata toda su transición de las ciencias contables hacia su destino artístico – él un músico adicto, dominante y apasionado, cuya familia ha hecho un gran daño a la de Brenda. Ella ha estado enamorada de él desde su infancia, pero él apenas la reconoce como una hermana. La música como detonante de una enrevesado amor. La pérdida como detonante de una tragedia. Un encuentro casual en un avión como detonante de la crónica de esta historia de amor y dolor.

La transversalidad poética de la astrología predictiva y descriptiva, a través de la obra es una de sus grandes riquezas. Los personajes fueron construidos con base en su carta natal con la ayuda de una reconocida astrologa, gran amiga de Florencia. Tanto la autora como la astróloga construyeron a los personajes y su cronología, como si de veras existieran.

Para Florencia, la astrología es una ciencia empírica que, más que para predecir, debe utilizarse para el autoconocimiento. Y lo entendió así desde el primer día que leyó

Si la luna, un pequeño astro que gravita alrededor de la tierra, tiene una influencia considerable en las mareas, cuánta influencia no habrán tenido los astros en el momento de nuestro nacimiento o en el presente. Es lo que se ha llamado la astrología humanista o sicológica, que me recuerda profundamente al padre del escritor colombiano Ricardo Silva, un racional físico cuya herramienta de vida fue el tarot y cuya influencia alcanza la magnífica obra de Ricardo. Nos dice que, desafortunadamente, más que automatizada, hay mucho charlatán por ahí y que la astrología esta “bastardeada”. Me queda claro, pues, que la obra de Bonelli, a través de la ficción, trata justamente de recuperar y acercar a estas generaciones a esta ciencia reflexiva.

Mi personaje favorito definitivamente no puede dejar de ser Cecilia, la tía de Brenda: ella es el equilibrio y la sabiduría, como mi tía Clara. Es, según lo que me dice su autora “un alma vieja”, de esas que lleva a Brenda de la mano de la vida. Y es que eso tiene la novela, que los múltiples personajes nos pueden llevar a identificarnos fácilmente y por ello el relato engancha, apasiona.

“Hechizo de agua” es la última novela de la tetralogía “Nacidas”, una serie sobre cuatro mujeres nacidas bajo los signos de Tauro, Acuario, Aries y Piscis; el primero de los cuales escribió cuando empezó sus coqueteos con la astrología. Y el último lo terminó de escribir – después de un año de juiciosa investigación y escritura – durante un año.

La música – desde la canción lírica que entona Brenda hasta el rock de la banda de Diego – es vital en la novela, tanto como lo es para la escritora, que escribe sus libros escuchando música instrumental. De hecho, al final trae el listado completo de canciones que alumbran ciertos episodios determinantes y que, recomiendo oír a la par que se lee el libro para lograr una experiencia memorable. Música en todos los idiomas y de todos los ritmos. Lo omnívoro de la autora no es solo su lectura, sino que alcanza a su música novelada.

Cada personaje relata su alma y su historia de una forma fluida y delicada, en tercera persona, en el contexto de una Buenos Aires – y una lejana España – más o menos contemporáneas, y su verosimilitud es tal, que es inevitable, inclusive desde las primeras páginas, buscar su real existencia, o irreal, en Internet… Y aún, al darnos cuenta de que muchos no son reales, la ficción bonellista tiene tal magia que uno sigue “googleando” hasta el final del libro.

Esta obra me ha reconciliado con el género novelístico romántico. Saber que existe una escritora que escribe impecablemente, con profundidad humana e intelectual, que mezcla artes y ciencias diversas en su escritura, sin ánimo moral o educativo, sino por el simple hecho de entretener, es regresar a las raíces de la literatura.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.