Quizás están convencidas, por ignorancia crasa, de que unas y otras difieren profundamente en significado. Si nos atenemos a la semántica, podemos desvirtuar aquellos conceptos erróneos. Veamos tres casos específicos, los más notorios por ahora:

1.- Pelo y cabello. Significan lo mismo. Sin embargo, hay gente que suele usar uno y otro término con aclaraciones. En sentido coloquial, muchos hombres relacionan la palabra pelo con la anatomía femenina cuando ellos andan en plan de seducción. Dicen, por ejemplo: «Para el viernes próximo tengo un ‘pelo’ muy bueno; ya la invité a salir y dijo que sí». Especularé imaginando que no se refieren a toda su integridad anatómica, sino solo a ese manojo de vello que Dios, en su inescrutable sapiencia, puso justo en la zona triangular femenina que desata la pasión de aquellos varones que usan la palabra ‘pelo’, al hablar de su seductora tarea. Esos vellos que hacen arder de lascivia se denominan pendejos. Así los califica el Diccionario de la Real Academia Española ─DRAE─. Pero en otra acepción es también: ‘Persona de vida desordenada’. Quizás sea por alguna de las dos definiciones que aquellos «machos», que estilan la vida de ‘Don Juan’, llaman «pelo» a una mujer. Además, si esta lleva una vida disipada es una mujer pendeja.

El asunto serio es que cabello y pelo significan, para el sentido pragmático de la semántica, la misma cosa. Por si hubiese dudas, transcribo aquí las definiciones de la Academia.

Pelo: ‘Filamento cilíndrico, delgado, de naturaleza córnea, que nace y crece entre los poros de la piel de casi todos los mamíferos. Conjunto de estos filamentos. Cabello de la cabeza humana’.

Cabello: ‘Cada uno de los pelos que nacen en la cabeza. Conjunto de todos ellos’.

2.- Distinguir y conocer. A muchas personas les parece que una cosa es distinguir a una persona, y que otra es conocerla. Al verbo distinguir lo toman en el sentido de tener una relación superficial con alguien; que no hay ninguna situación que los comprometa, ni siquiera por simple amistad. «A ese señor yo, simplemente, lo distingo», dicen las damas, con cierto énfasis en el adverbio simplemente, a manera de aclaración. En ese caso lo que se nota es malicia, que traduce cuidarse de que los demás puedan creer que se tienen relaciones sexuales con algún fulano. Porque para ese tipo de damas conocer es haber visto, tocado y «degustado» al varón del que hablan. Asunto legítimo, pero exagerado cuando recurren a tal aclaración innecesaria.

El diccionario define el término conocer como: ‘Averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales, la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas y personas. Tener trato y comunicación con alguno’. No lo define como acto de explorar y disfrutar sexualmente su cuerpo, aunque con la comunicación interpersonal se llegue a tal ámbito.

En cuanto a distinguir, dice: ‘Conocer la diferencia que hay de unas cosas a otras. Hacer particular estimación de unas personas prefiriéndolas a otras. Otorgar a uno alguna dignidad o prerrogativa’.

Total, no hay razón para que se haga la distinción anotada. Vale, solamente, para los casos que las citadas acepciones indican. Se puede conocer a alguien y, a su vez, distinguirlo. «Conozco a perencejo, se distingue por ser todo un caballero», podría afirmar alguna señora. Para estimar a alguien es preciso distinguirlo entre otras personas; al hacerlo, se lo conoce bien. ¿O no?

3.- Colocar y poner. ¡Vuelve y juega! Son palabras de significado semejante, aunque su aplicación difiere, únicamente, para unos casos específicos. Se ha propagado un erróneo concepto acerca del verbo poner, y lo han proscrito injustamente. 

Alguna vez una señora, de esas que por imprimir refinación al habla terminan enlodando una expresión, le decía a otra con quien compartía una receta de cocina: «… y cuando las papas se hayan colocado bien blanditas, les agrega suficiente sal». ¡Error! No hay que temer al uso del verbo poner. En muchos casos, también por efectos de la mentalidad morbosa de algunos, se cree que poner significa ser obsequioso carnalmente con otra persona. Por más que algunas personas se pongan generosas en esa materia, ello no tiene relación con el sentido de tal locución.

Por eso hay que defender abiertamente el uso del verbo poner. Las demás interpretaciones son pamplinadas, como aquella que indica que solamente ponen las gallinas. ¡Falso! También ponen las culebras, las iguanas, las tortugas y todas las aves, entre otros integrantes del reino animal.

De colocar, que es verbo transitivo y pronominal, nos dice la Real Academia Española: ‘Poner a una persona o cosa en su debido lugar’. Y de poner, también verbo pronominal, es decir, que pertenece al pronombre o que participa de su naturaleza, nos dice: ‘Colocar en un sitio o lugar’. Existen 44 acepciones para definir la palabra poner. Eso indica que en muchas situaciones se lo puede usar, sin ruborizarse. Si nos fijamos bien, para definir el significado de uno se utiliza el otro vocablo, y viceversa.

Así que, apreciado lector, no tenga temor alguno de poner pelo o cabello, al momento de escribir sobre este elemento; no se abstenga por falta de distinción, pues significan lo mismo. Es asunto de conocer el idioma para distinguir los sentidos de las palabras.

¡Hablar y escribir bien: el reto de hoy!

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