Esta semana, el presidente Iván Duque Márquez y su equipo de Gobierno se dieron cita en la hacienda de Hato Grande para hacer un balance de los primeros once meses de mandato y establecer la hoja de ruta del segundo año al frente de la Casa de Nariño. Para el Centro Democrático y los 10.398.689 colombianos que respaldaron esta alternativa política en las urnas, el 17 de junio de 2018, era claro que el reto no sería fácil.

Un país, desencuadernado, sumido en una profunda polarización política, enfrentado al desacuerdo de un proceso de paz imperfecto, elevados índices de corrupción, extendida crisis social, economía en recesión, entre muchas otras variables, buscaba una alternativa política que con pulso firme enfrentara la situación y enderezara el rumbo de Colombia. Sin embargo, estos primeros 11 meses de gobierno, 334 días, dejan en el ambiente un tufillo de inexperiencia y liderazgo escueto que decepciona.

El 17 de diciembre de 2.017 cuando se lanzó la campaña presidencial de Iván Duque Márquez se evidenció una apuesta joven para regir los destinos de los colombianos, pero a su vez una limitada y reducida hoja de vida política para hacer frente a las necesidades del País. Quien se había desempeñado como representante de Colombia ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y como senador de la República (2014–2018) conquistó el apoyo de los connacionales bajo el ideario de construir el país que todos soñaban. 203 propuestas de gobierno que congregaban la indignidad que sentían los colombianos creyentes de la necesidad de un cambio.

Visión de país que el candidato del Centro Democrático asemejó a un árbol en cuya semilla estaba la libertad y el orden; las raíces congregaban la seguridad y justicia, la austeridad y honestidad en la administración del estado –lucha contra la corrupción–, instituciones independientes, educación, salud, familia y cultura; el tronco reflejaba una economía de mercado dinámica con sentido social; las ramas eran el destello de la innovación social, un campo con progreso, cultura del emprendimiento, ciencia y tecnología, economía naranja y deporte e infraestructura; un follaje sobre sostenibilidad ambiental; y unos frutos producto de empleos dignos y estables con ingresos justos, equidad y felicidad. Árbol que a sol y lluvia propendería por la transparencia y la participación de todos los colombianos, independiente de creencias o posiciones personales.

Discurso político que trae inconmensurables vítores en plaza pública, pero al llegar a Casa de Nariño encuentra que no es tan fácil su implementación. Ejercer el cargo de mandatario exige la astucia de un jugador de póker, la inteligencia de un ajedrecista y la sagacidad política para congregar a las fuerzas opositoras e independientes al gobierno. El primer gran error de la administración Duque estuvo en la elección del Gabinete ministerial, equipo retraído del poder y las apuestas del ejecutivo, colectivo que distante a la estabilidad de 4 años en la ejecución de políticas públicas tiene permanentes salidas en falso que dejan en entredicho la idoneidad del presidente colombiano.

Nancy Patricia Gutiérrez al frente del Ministerio del Interior ha carecido de un músculo efectivo en el legislativo para consolidar las mayorías en el parlamento o conseguir el apoyo de opositores e independientes para aprobar las iniciativas del ejecutivo. Un congreso mal acostumbrado a la mermelada y dádivas para su funcionamiento que se negó a establecer una coalición política con el programa de gobierno y transitar por el sendero político sin la mediación de puestos a cambio. Tensión partidista que torpedeó la reforma política, económica y judicial, los ajustes a los acuerdos de paz, la lucha anticorrupción, entre otras iniciativas legislativas.

Alberto Carrasquilla desde la cartera de Hacienda y Crédito Público le ha correspondido la nada popular tarea de implementar reformas económicas para dar cumplimiento a los propósitos de gobierno plasmados en el Plan Nacional de Desarrollo. Problema de liquidez frente al gasto público radicalizado en la reforma tributaria aprobada por el legislativo. Apuesta de meta fiscal que afronta problemas de inversión, recaudo y corrupción en la DIAN, pérdida de recursos por las políticas económicas del gobierno Santos, y el direccionamiento macroeconómico de un marco fiscal de reducción en el tamaño del estado, racionalización de los activos de la nación y la focalización del gasto social.

Gloria María Borrero cuestionada ministra de Justicia y del Derecho que al frente de esta cartera disto de las posturas que pregonó desde la dirección ejecutiva de la Corporación Excelencia en la Justicia. En el ejercicio de su cargo, la ministra Borrero, fue incapaz de sacar avante la reforma a la justicia, las objeciones a la JEP, y establecer acciones legales contra el fenómeno de las drogas y el narcotráfico. Arduo trabajo que ahora asume la ex–magistrada Margarita Cabello Blanco quien debe propender por resolver los problemas estructurales de la cuestionada justicia colombiana, escenario jurídico ligado a la impunidad, la crisis carcelaria y la desarmonización de las altas cortes y la JEP con el concepto de justicia social y el sentir de los habitantes de una nación que esperan ejemplares condenas contra los líderes de las FARC.

Carlos Holmes Trujillo canciller de estratégicas relaciones públicas con el Gobierno Norteamericano, la Unión Europea y estados de la región, pero poca efectividad en la gestión resolutoria de los problemas que ha traído consigo la descontrolada y numerosa migración venezolana. Sin caer en conductas xenófobas o estigmatizar a quienes por necesidad han abandonado el hermano país, se debe dimensionar y dar la relevancia e importancia al impacto que trae a su lado el éxodo masivo a las cifras de desempleo, la atención en salud, la asistencia social del estado, la seguridad, por solo mencionar algunos aspectos de urgente atención. Establecimiento de límites fronterizos similares a los empleados por Perú para mitigar su impacto en esa nación, e incluso la expulsión del territorio para quienes no se apegan en sus actuaciones a la ley.

Guillermo Botero, empresario, al frente del Ministerio de Defensa Nacional que trajo un manejo gerencial a la recuperación de la seguridad, táctica distante de la mano firme que requiere el conflicto armado colombiano. Torpe e incongruente apuesta política que ha propiciado el refortalecimiento de las disidencias de las FARC, incrementa las cifras de desplazamiento, conlleva el recrudecimiento de la violencia y asesinato de la población nacional, no solo líderes sociales, e incrementa las tasas de cultivo y consumo de drogas en Colombia. Por no hacer alusión de las torpes intervenciones públicas que realiza de manera constante.

Trabajo de las carteras con mayor peso en el Gobierno que compagina con las políticas agrarias; la crisis del sistema de salud y seguridad social; la protección laboral de los colombianos en estos vientos de crisis económica; los planes de minas y energía para la adecuada explotación de los recursos; la expansión del comercio, industria y turismo; la cobertura educativa nacional de la Generación E; los planes de vivienda, ciudad y territorio; la protección del medio ambiente para el desarrollo sostenible; la modernización del sector TIC; la apuesta por corregir los problemas de infraestructura vial del País; y el apoyo y designación de recursos para la protección y proyección cultural de Colombia. Hechos conexos a un plan de gobierno que sucumben ante los erráticos y bien mediáticos pasos de ministros que parecen distantes de la realidad nacional.

Es momento de dejar de lamentarse, desistir del espejo retrovisor, y que el presidente Iván Duque Márquez replantee su gabinete. Hay que darle la importancia que se merece a un desempleo creciente, la delincuencia que se adueña de las calles, el incremento constante del costo de vida, la crisis de la vía al Llano, el descontento que generan impuestos que subsidian la impunidad en la corrupción. Se agota un primer año de reconocimiento y adaptación al puesto, ahora el presidente debe demostrar la mano firme para construir el País que todos sueñan. Iván Duque Márquez como mandatario de los colombianos debe asumir el compromiso de no dejar ahogar el País en los innumerables problemas que dejó el gobierno Santos por concentrar todas sus apuestas en el Nobel de Paz.

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