En ese programa, de acuerdo con lo que observa Duque Naranjo en su columna, el abogado “matoneó a su interlocutor” con expresiones que el columnista califica como “dignas de un patio de cárcel”. Pero, a diferencia de lo que pasa en los penales, “ambientes espesos” en donde la población carcelaria “cuando se faja a puñaladas lo hace trágicamente, saliendo muchos para la morgue”, en el “aséptico lugar” que es La W “De la Espriella iba a la fija”.

Desde la perspectiva de Duque Naranjo, De la Espriella “se regó con manoteos intimidatorios contra Ávila, riguroso investigador y correcto ciudadano, quien en ningún momento perdió su compostura ni el hilo de su discurso, aunque éste […] le fue roto sistemáticamente por la alharaca del perturbado personaje, quien entre lo suave que le espetó tuvo vocablos como ‘imbécil’, ‘eunuco mental’, ‘forúnculo’, ‘trabajas con ese cura degenerado de De Roux’”.

Duque Naranjo también critica que, además de las amenazas de De la Espriella de coger a “pescozones” a Ávila, se le hubiera permitido al abogado meter en la cabina a uno de sus guardaespaldas, y que ante los reclamos del investigador social a Vicky Dávila para que controlara las cosas, la periodista exclamara “¡Y yo cómo hago!”, con “un desconcierto” que para el columnista fue “no muy convincente”.

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También reprocha a los medios que calificaron el hecho como un “agarrón”, para lo cual se limita a decir: “Hombre, qué mentira”.

“El programa ‘Vicky en la W’ logró por fin un virtuosismo como de gallera, y convirtió en un albañal amarillista la edición en la que enfrentó a […] Ávila con […] De la Espriella”, continúa Duque Naranjo. “Ya está maduro, pues, ese programa, para llamarse ‘Vicky de América’, y contar con una audiencia insaciable de la violencia verbal que […] estuvo a punto de ser física e, incluso, sangrienta. Le ganó en brutalidad a ‘Laura de América’, por supuesto”.

Por todo eso, Duque Naranjo sostiene que el programa ‘Vicky en la W’ “ya clasifica, sobrado de méritos, para ser la réplica”  del programa de Tv que hubo hace años en Perú llamado ‘Laura de América’. Y advierte: “Ya saben las personalidades de izquierda, o los científicos sociales, que cuando acudan a ese patíbulo radial, la casa no responde ni por objetos olvidados ni por la vida del invitado […]”.