“Les dijeron que era más seguro”, lamenta Livia Peruzzini, familiar de al menos cinco de las 38 personas -35 de ellas venezolanas- que desaparecieron hace un mes cuando navegaban desde San Andrés a Nicaragua, alternativa al peligroso cruce del Darién rumbo a Estados Unidos.
Las familias de los desaparecidos están convencidas de que sus allegados no sufrieron un naufragio, sino que podrían haber caído en redes de tráfico de migrantes que operan en el área, y piden mantener la búsqueda de los ocupantes de la lancha que zarpó el 21 de octubre desde San Andrés.
“Estamos seguros de que nuestros familiares están con vida y pueden encontrarse en cualquiera de las islas de la costa colombiana u otros países como Nicaragua o Costa Rica”, dijo a la AFP Pieruzzini, de 55 años, en la ciudad venezolana de San Cristóbal, en el estado Táchira, fronterizo con Colombia.
Su hija embarazada, su yerno, su nieta de siete años y un sobrino emprendieron el viaje desde Guanare (estado Portuguesa, oeste de Venezuela) para atravesar la frontera hacia Colombia por la limítrofe ciudad de Cúcuta y dirigirse a San Andrés. Habían pagado a una de las agencias que proliferan en internet anunciando este viaje como una especie de opción ‘VIP’ ante el temido Tapón del Darién.
“Adquirieron paquetes de viaje que por referencia de amigos que ya habían viajado con ellos (…), les dijeron que era más seguro y más corto”, explicó llorando Pieruzzini.
El trayecto de 150 kilómetros en lancha desde San Andrés hasta Corn Island, en Nicaragua, surgió como alternativa para evitar el temido cruce a pie por el Darién, corredor de 266 kilómetros entre Colombia y Panamá, controlado por grupos criminales y con graves riesgos por su difícil topografía. El resto del camino hacia Estados Unidos se hace por vía terrestre.
Venezolanos no aparecen y familias están muy preocupadas
Venezuela ha vivido un enorme éxodo durante los últimos años, con 7,5 millones de personas que huyeron de su demoledora crisis, según estimaciones de Naciones Unidas.
“Estamos desesperados (…), necesitamos por favor resolver esta situación que nos tiene mal y no podemos ni dormir. Es muy difícil saber que por tratar de buscar mejor vida, nos sucediera esto”, declaró a la AFP José Gómez, de 27 años, quien tiene a una hermana y un sobrino de nueve desaparecidos.
Gómez asevera que investigadores privados que contrataron los familiares no han recibido permisos para la búsqueda.
Edison López, ingeniero de 44 años, pide a las autoridades de Colombia y otros países “agotar todas” las opciones en busca de los desaparecidos y que “se investigue arduamente a los operadores clandestinos” que ofrecen el ‘tour’ de San Andrés para “que esto no siga sucediendo”.
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