Fernando Bermúdez Ardila, de 59 años de edad, tomó este viernes la fatal decisión de atentar contra su propia vida mientras atendía una audiencia virtual desde su casa, ubicada en la vereda Pantanillo, jurisdicción de Armenia.

El empresario, escritor y expolítico estaba vinculado al proceso por el asesinato del periodista Nelson Carvajal Carvajal. Aunque había sido absuelto en 2001, la Corte Suprema de Justicia lo citó a juicio luego de que decidiera reabrir el caso, en febrero del presente año.

Bermúdez Ardila nació el 9 de agosto de 1963 en la capital quindiana, en donde adelantó sus estudios de primaria y bachillerato. En 1980 viajó a Pitalito, Huila, para un viaje de carácter temporal; sin embargo, en ese municipio conocería a su primera esposa y terminaría por radicarse en esa región por 18 años, según consta en un documento del concejo de Pitalito.

(Vea también: Suicido asistido: seis respuestas para entender la decisión de la Corte Constitucional)

En la década de los 90 empezó a incursionar en la política e incluso ocupó una curul en el cabildo de la localidad huilense. Al mismo tiempo, en 1995, terminó de escribir Reino de Cristal, su primera obra.

Hacia 1999 se disponía a reemplazar en la Cámara de Representantes al congresista Luis Jairo Ibarra, cuando fue capturado como presunto autor intelectual del asesinato del comunicador.

Tras ser absuelto en 2001, se dedicó a la escritura principalmente de textos relacionados con la paz, la historia y el medio ambiente. Publicó más de 20 obras, destacándose Propuesta de Paz en 2006, la trilogía El Dorado en el Amazonas (2000, 2012 y 2013) y Conversaciones en La Habana: claves para construir la paz (2013), en la que fue coautor.

En 2010 se dio a conocer que su nombre había sido puesto a consideración por la Academia Sueca para la entrega del Premio Nobel de Pazcomo lo reportó en su momento LA CRÓNICA, y en 2011 regresó al Huila, luego de vivir por 15 años en Bogotá.

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En la región opita se hizo reconocido en el sector empresarial por su trabajo en la Constructora Berdez, de su propiedad, y en el hotel homómino.

Recibió varios homenajes, entre ellos la distinción Grado de Caballero del Congreso de la República en 2009 y la exaltación honorífica del Concejo de Pitalito en 2021.

La historia del proceso judicial

El periodista Nelson Carvajal Carvajal fue asesinado en abril de 1998 en Pitalito, a las afueras de una escuela en donde había acabado de dictar una clase. Un sicario se le acercó y le propinó diez disparos que acabaron con su vida.

Por el hecho fueron capturados en su momento, además de Bermúdez Ardila, dos hombres identificados como Víctor Félix Trujillo Calderón y Alfaro Quintero Alvarado. El escritor fue señalado de ser el determinador del homicidio, mientras los otros dos detenidos fueron acusados de ser los autores materiales.

En 2001 los tres hombres fueron absueltos en segunda instancia por la Sala Penal del Tribunal Superior de Neiva. Según el fallo, no existía “ninguna duda” en que las tres personas no tuvieron responsabilidad en el asesinato.

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El caso, entonces, quedó en la impunidad, por lo que sus familiares lo llevaron hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en 2018 condenó al Estado colombiano por el crimen. Al parecer, el homicidio estuvo relacionado con la labor periodística del comunicador, ya que era “considerado como un obstáculo por los personajes que han cometido irregularidades contra los intereses del municipio”.

Un año después, el hecho fue declarado como un crimen de lesa humanidad por la Fiscalía 95 de la Unidad Delegada ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá.

A raíz de lo anterior, la Procuraduría presentó una acción de revisión ante la Corte Suprema de Justicia. En febrero de este año el tribunal acogió la petición y decidió dejar sin efectos las decisiones de primera y segunda instancia y, en consecuencia, reabrir el caso.

“El máximo tribunal de la justicia ordinaria tuvo en cuenta que la Fiscalía recibió en varias sesiones -que se dieron años después de concluido el proceso- el testimonio de un desmovilizado del Bloque Sur de las Farc quien aseguró en el 2006, un año antes de ser asesinado, que el absuelto escritor Bermúdez Ardila había participado como supuesto determinador del homicidio del periodista, aportando supuestamente dineros para su ejecución”.

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Esta, según la sala de casación penal fue una prueba nueva en la medida en que no fue conocida ni recaudada en los procesos penales que terminaron con el fallo absolutorio. “Al tomar esta determinación, el máximo tribunal de la justicia ordinaria ordenó rehacer el proceso, disponiendo que se retrotraiga lo actuado con el fin de que se rehaga el juicio“.

El alto tribunal aclaró que la revisión solo se daba en relación con Fernando Bermúdez Ardila, “pues es a él a quien se refieren los nuevos elementos de convicción”.

Sobre los factores que influyeron en la decisión de Fernando Bermúdez Ardila de quitarse la vida en plena audiencia, su abogado, el exfiscal Mario Iguarán, aseguró a Caracol Radio que aparentemente su defendido “no aguantó la presión del proceso”.

“Observamos cómo el juez segundo Especializado, hay que decirlo, no quiero con eso dar a entender que por eso es que Fernando hizo lo que hizo, pero seguramente al quedar impactado como quedamos la defensa y creo también las partes procesales incluida la propia Fiscalía, que el juez de una manera desorganizada, desconsiderada, totalmente incoherente rechazaba pruebas que eran determinantes para el derecho a la defensa“, expuso Iguarán al medio radial.

Según el profesional en derecho, Bermúdez Ardila pidió el uso de la palabra “para expresar lo que él sentía, lo impactado y desconcertado [que estaba] con esa actitud del señor juez”, sin embargo, el togado no le concedió.

Según el exfiscal, para demostrar la inocencia del acusado, habían obtenido la certificación de que los presuntos miembros de las Farc que señalaron al escritor y empresario no hacían parte del grupo armado para el momento de los hechos.

“Esos sujetos que los señalaron, que dijeron que eran testigos y que dijeron que hacía parte de las Farc, el mismo Estado había certificado que esos sujetos para esa época no hacían parte de la guerrilla, pruebas como esas son conducentes y pertinentes para ejercer el derecho a la defensa”, señaló.

Finalmente, aseguró que aunque trataron de persuadirlo cuando vieron que tenía el arma, al final Fernando Bermúdez Ardila tomó la decisión de quitarse la vida.

“Es algo que es doloroso porque él no solo era mi cliente, sino también mi amigo y había compartido con este hombre que le sirvió al país, a la sociedad, al empresariado colombiano y estaba dolido porque se reabrió ese proceso injustamente”, puntualizó.