El corregimiento de Los Pozos, de San Vicente del Caguán, salió del anonimato en el que permanecía, hundido en las selvas del Caquetá, cuando fue elegido por las Farc, hace 24 años, para instalar allí una de las mesas de diálogo en el fallido proceso de paz con el gobierno de Andrés Pastrana. Toda Colombia vio por primera ves ese caserío cuando la televisión nacional transmitió la audiencia pública para explicar cómo se iba a motivar la participación popular en el proceso. Desde ese momento, el nombre del sitio se asoció con la paz, pero también con el conflicto.

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Allí también se dio, en 2001, una de las citas entre el entonces presidente Pastrana y el jefe máximo de esa guerrilla, Pedro Antonio Marín, alias ‘Tirofijo’, cuyo primer encuentro ya se había producido —cuando Pastrana era candidato— a instancias de Álvaro Leyva Durán, hoy canciller de Colombia. Pastrana y ‘Tirofijo’ permanecieron en Los Pozos durante dos días para hablar, entre otras cosas, del intercambio de guerrilleros presos por policías y soldados secuestrados en campos de concentración.

En Los Pozos, los jefes guerrilleros —muy solicitados— también recibían delegaciones de otros países y atendían a los medios de comunicación. Fue, de alguna manera, una de las sedes del ‘gobierno’ que ejercieron las Farc sobre la zona de distensión que les concedió Pastrana, de unos 42.000 kilómetros cuadrados, y que estuvo integrada, además de San Vicente del Caguán (Caquetá), por los municipios de Mesetas, La Uribe, La Macarena y Villahermosa (en Meta). Pero todo cambió cuando fracasó el proceso, y el sitio volvió a ser tragado por la selva.

Ahora, de nuevo es noticia por los graves disturbios que se presentaron en las últimas horas y que dejaron dos muertos, entre ellos, el subintendente Ricardo Arley Monroy Prieto, de 39 años, que habría sido degollado. Las manifestaciones contra la petrolera Emerald Energy (basada en jurisdicción de Los Pozos) ya habían sido advertidas por la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo. Documentos citados por El Espectador indican que “las comunidades campesinas estarían siendo constreñidas por disidencias de las Farc”.

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Esas comunidades (o sus instigadores, eso deberán establecerlo las investigaciones) intentaron ingresar a las instalaciones de Esmerald Energy o quemarlas. Por esa razón, el Grupo de Diálogo y Mantenimiento del Orden de la Policía (antes Esmad) llegó al lugar, pero lo que encontraron los uniformados fue una estructura muy organizada que no solo retuvo a 30 empleados de la petrolera, sino que después consiguió someter a los policías. No es el primer caso en el que las autoridades se ven desbordadas en esta nueva etapa de la historia del país, signada por el menoscabo del principio de autoridad.

A la lamentable pérdida de vidas se sumaron otros hechos que afectan gravemente la moral de los policías: fueron despojados de sus elementos de protección, permanecen retenidos y sometidos a burlas y vejámenes. En videos difundidos por el periodista Luis Carlos Vélez se ve cuando los policías son conducidos en fila india por un callejón que formó la denominada ‘guardia campesina’. Trajeron a la memoria imágenes (de la época en que hubo diálogos de paz en Los Pozos) de uniformados subyugados en condiciones que el país no quiere volver a ver.

Antes de ser acomodados en un camión, los policías, cabizbajos y derrotados, recibían comentarios de la ensoberbecida ‘guardia campesina’ como: “Eso sí es bonito”. Otro, de manera irónica, le ofrecía su puño a un uniformado: “Choque la mano, mijo. Chóquela, chóquela”, como si hubiera algo que celebrar. “Eso es lindo, papá”. Y a un policía negro: “Eso, negrito. Muy bien”.

“Vayan tranquilos. Cuenten la historia. Estamos en el Caquetá”, les decían a otros policías. “Los esperamos pa’ la próxima”. Como los uniformados no cabían en el vehículo, les dijeron: “Paraditos, paraditos. Hagan de cuenta que van en Transmilenio”. Pero los comentarios después subieron de tono.

“Ey, parce, regáleme un besito… Ey, gordito, regáleme un besito antes de irse”, les decían en una abierta falta de respeto y de consideración para con quien está vencido y en estado de indefensión. “Buen viaje, amor”, agregaban, sabiendo que se trata de hombres curtidos en el ejercicio de su profesión.

Pero uno de los comentarios que más llamó la atención y que estremece es este: “Echen, echen esos marranos [al camión]. La fosa común también puede quedar igual de grande a esa”. Simplemente, escalofriante.

El senador Humberto de la Calle se refirió al hecho en Twitter: “Una policía vilipendiada y humillada como ocurrió en Caquetá, es el principio de la anarquía. Queremos una Policía renovada mediante transformaciones institucionales acompañadas del trato digno a sus miembros. Repugnante el degüello del intendente. Gobierno: esto es intolerable”.

Este jueves, el Gobierno del presidente Gustavo Petro (que ha estado enzarzado en una discusión tuitera con su homologo de El Salvador para demostrar cuál ha reducido más la criminalidad en su país) anunció medidas para enfrentar la situación, como la instalación de una mesa de diálogo en Los Pozos este viernes.

“Tenemos un movimiento popular que por su exclusión y por el influjo de grupos que quieren destruir este gobierno y sumir a Colombia en la guerra”, fue la explicación de Petro en Twitter. “Ha terminado asesinando un joven policía campesino, y propiciado la destrucción del primer gobierno progresista de este siglo”.

Desesperado pedido de coronel a general de la Policía

Otra conversación que trascendió de la crítica situación de Los Pozos fue la de un oficial a cargo del grupo del Esmad retenido y un general al que le pide ayuda y refuerzos, sin mucho éxito:

—Mi general, Dios y Patria. ¿Mi general, qué pasa? Un apoyo —le dice el coronel a su superior—. Dos horas aguantando, mi general. Dos horas, mi general. Tengo un compañero gravemente herido, mi general. ¿Qué pasa? El Ejército no sirve para un culo. Tienen que mandar al Encar [grupo de carabineros] que nos apoyen… Dos horas esperando un helicóptero.

—Bájele al tono. Mantenga, por favor, la compostura —le responde el general al desesperado coronel.

—Central, vamos a dejar constancia. Espero que las estaciones estén grabando. No hay derechos humanos para la Policía, no hay derechos humanos —dice el coronel.

—Mantenga la calma —insiste el general.

—No existen [los derechos humanos]. Ya tenemos un compañero muerto, central —implora el coronel—. ¿Qué estamos esperando, central, que nos acaben a todos? No puede ser posible.

En su cuenta de Twitter, el director de la Policía Nacional, general Henry Sanabria, muy activo enviando mensajes bíblicos cuando hay hechos que afectan a la institución, como la baja de sus integrantes en servicio, publicó un mensaje que después borró sobre la situación en Los Pozos, un corregimiento perdido que volvió a verse por televisión en todo el país, como hace más de 20 años, otra vez por el conflicto.

Videos de policías retenidos: