“Tiene que construirse un fondo financiero de aproximadamente 500 millones de dólares al año, permanentemente durante 20 años, para que las grandes empresas del mundo y los gobiernos más ricos sean capaces, si de verdad quieren adelantar la lucha contra el cambio climático, de financiarnos ya sea a través de los bonos de carbono o a través de aportaciones directas”, dijo Petro en una escuela indígena.

Con ese dinero el nuevo gobierno pagaría salarios mensuales a “cien mil familias amazónicas” que dejen “nacer la selva allí donde ya se ha quemado” o la protejan “allí donde es vulnerable” para “rescatar 21 millones de hectáreas” destruidas en la subregión más rica y densa en biodiversidad del planeta.

En un discurso pasado por la lluvia el mandatario además ordenó a la fuerza pública capturar a los “grandes depredadores de la selva amazónica” y “responder de manera inmediata” a cualquier incendio.

“La fuerza pública aquí simplemente tiene que detener los grandes capitales que se están moviendo para quemar la selva amazónica. No quiero que se golpee al campesino”, solicitó.

En su discurso de posesión, el presidente ya había esbozado que podría buscar que se cambiara esa labor de conservación de la Amazonía por deuda externa del país.

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Entre 2018 y 2021 el país perdió por la deforestación una superficie de 7.018 km2, un poco más que la extensión de la ciudad brasileña de Sao Paulo, de acuerdo a la ONU. La mayoría de bosques arrasados se registraron en el Amazonas.

“Si se acaba la selva amazónica, una de las más grandes esponjas del gas C02 que está calentando el planeta y cambiando el clima, (…) se acaba la humanidad”, advirtió Petro.