Por: EL PILON SA

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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 20, 2025 - 10:31 pm
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El reciente fallo que condena a Óscar Darío Cuadrado, exintegrante del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), a 40 años de prisión por el asesinato y desaparición de siete funcionarios del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) en marzo del año 2000 en La Paz, Cesar, constituye un paso relevante en la búsqueda de justicia para las víctimas del conflicto armado colombiano. Según el diario El Pilón, el proceso judicial revela la determinación estatal de combatir la impunidad y responde a la demanda histórica de esclarecer crímenes atribuidos a estructuras paramilitares en la región Caribe.

La condena de Cuadrado es resultado de una investigación dirigida por la Dirección Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos, dependencia de la Fiscalía General de la Nación. Los investigadores lograron determinar la responsabilidad directa del exparamilitar en el secuestro, intimidación, traslado y posterior asesinato de los agentes del CTI, mientras estos realizaban labores de exhumación en una finca de La Paz. Pese a los esfuerzos institucionales, los cuerpos de las víctimas continúan desaparecidos—a situación frecuente en los crímenes cometidos por las AUC, organización armada que, de acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica, ejecutó una de las campañas más sistemáticas de violencia y desapariciones en Colombia.

Este caso no es un hecho aislado sino que se entrelaza con el historial delictivo de jefes paramilitares como Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, y Jhon Jairo Esquivel Cuadrado, alias Tigre, identificados como quienes ordenaron el crimen, según El Pilón. Jorge 40, en particular, ha sido ampliamente documentado por organismos nacionales e internacionales como uno de los principales responsables de crímenes de lesa humanidad en el Caribe colombiano. Estos antecedentes subrayan la importancia de mantener la investigación y judicialización, en aras de justicia y reparación.

Actualmente, la condena incluye, además de la pena privativa de 40 años, una multa de 8.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes y la inhabilitación por 18 años para ejercer funciones públicas. Resulta clave resaltar que Cuadrado se desmovilizó durante el proceso de paz de las AUC en 2006, pero fue aprehendido y vinculado al proceso penal en 2021, lo que evidencia los retos y demoras de la justicia en contextos transicionales colombianos.

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Este fallo, explica el Centro Nacional de Memoria Histórica, se enmarca en los esfuerzos por cerrar el círculo de impunidad frente a violaciones masivas ocurridas durante décadas. En lugares como La Paz, Cesar, el accionar del Bloque Norte de las AUC dejó cicatrices profundas al implementar control violento y represión, documentadas también por Human Rights Watch y Amnistía Internacional. La persistencia de la desaparición forzada, entendida como una práctica para "neutralizar" a opositores y atemorizar a la sociedad, ha sido objeto de investigaciones por la Organización de Estados Americanos (OEA) y constituye uno de los desafíos más graves para el Estado y la sociedad colombiana.

Por otro lado, la experiencia colombiana pone de manifiesto el valor del periodismo de investigación. Voces como la de María Teresa Ronderos y el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) recomiendan estrategias de verificación y el uso prudente de fuentes abiertas para dar seguimiento y transparencia a hechos criminales complejos. Así, la rigurosidad de la información difundida se convierte en un frente adicional para la búsqueda de una justicia efectiva y de una memoria histórica confiable.

Finalmente, la condena contra Cuadrado plantea retos complementarios: la materialización de la reparación integral a las víctimas, la reconstrucción del tejido social y el fortalecimiento de garantías de no repetición, componentes que—según el CERAC—deben operar de manera coordinada con las acciones judiciales. Solo así podrá Colombia avanzar en la superación definitiva del legado de violencia e impunidad parametrales.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿En qué consiste la desaparición forzada y por qué se considera un crimen grave?

La desaparición forzada es definida como la privación de libertad de una persona por parte de agentes del Estado o de grupos que actúan con su apoyo, seguida de la negativa a reconocer dicha detención o revelar el paradero de la víctima. En Colombia y otros contextos latinoamericanos, la desaparición forzada ha sido empleada como estrategia de terror para silenciar opositores y dificultar investigaciones judiciales. Su gravedad radica no solo en la pérdida de la vida y los derechos de las víctimas, sino también en el sufrimiento permanente de las familias y la afectación al entramado social e institucional.

La tipificación de la desaparición forzada como crimen de lesa humanidad responde a su carácter sistemático y generalizado, así como a los efectos devastadores en la vigencia del Estado de derecho. Organizaciones como la ONU y la OEA han demandado mecanismos efectivos de búsqueda, identificación y reparación para las personas desaparecidas y sus familias, haciendo énfasis en el deber estatal de investigar y sancionar estos delitos sin prescripción.

¿Qué papel juega la justicia transicional en casos como el de las AUC y sus crímenes?

La justicia transicional es un mecanismo judicial y político diseñado para abordar crímenes cometidos durante conflictos armados o dictaduras. En Colombia, fue clave durante el proceso de desarme y desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), ofreciendo beneficios jurídicos a cambio de verdad, reparación y garantías de no repetición. Sin embargo, la experiencia ha demostrado dificultades en la implementación, como la tardanza en judicializar responsables y la insatisfacción de muchas víctimas ante los resultados.

El Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (SIVJRNR), creado con el Acuerdo de Paz, busca superar esas limitaciones fortaleciendo la persecución penal, el reconocimiento del daño y la centralidad de las víctimas. Casos como el fallo contra Óscar Darío Cuadrado evidencian la necesidad de que la justicia transicional se complemente con acciones sostenidas de acompañamiento social y comunitario para alcanzar una paz y reparación duraderas.

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