Marcela es el homónimo de una persona que fue engañada a través de una plataforma para conocer gente. Es colombiana. Cuando inició el capítulo más injusto de su vida, su hijo tenía 10 años y estaba recién divorciada. A la Agencia de Periodismo Investigativo, API, le narró lo que han sido los momentos más oscuros de su existencia y su actual deuda, tras abonar durante once años, de casi 400 millones de pesos.

Fue esposa de un chileno durante nueve años. Las diferencias culturales los llevó a la ruptura. Sin embargo, en el ámbito profesional la situación andaba sobre ruedas. Trabajaba en una compañía de talla internacional que le permitió tener estabilidad financiera, compró su propio apartamento e iniciaba una inversión en Bogotá.

Amasaba su riqueza. Era cliente VIP en los bancos y vivía en una exclusiva zona de la capital del país. Su fortuna se empezó a desvanecer desde el momento en que creó su perfil en Match.com, una plataforma que se define como líder en citas.

(Vea también: Preocupa aumento de estafas por Internet; ahora utilizan páginas de ventas de animales)

La red social tiene alrededor de 60 millones de usuarios en América Latina, en países como Argentina, Chile, Colombia, México y Perú. Bajo su alias, Marcela, hizo ‘match’ con alexval067, un usuario que buscaba una relación seria, formal y una mujer hermosa con quien formar una unión para toda la vida.

Se trataba de un hombre de 48 años que vivía en Ciudad de México, medía 1.80 metros y decía que pesaba 81 kilos. Corría el año 2011 y la pareja empezó a relacionarse de manera virtual. Marcela tenía parte de su vida organizada pero buscaba el amor y una relación estable.

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Alexval067 resultó ser un médico ginecólogo, especializado en fertilidad humana. Su pasaporte tiene impreso el nombre de Marcos Alejandro Valero Rocha. Dijo trabajar en el Centro de Infertilidad y Reproducción de las Lomas, ubicado en las fuentes num. 41 en Tecamachalco en la capital mexicana.

Le dijo a Marcela además que era el director general de la Corporación de Investigaciones jurídicas contra el delito, una organización que definía su compromiso por el apoyo a víctimas de abusos o injusticias ocasionados por fallas en la aplicación de la ley.

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La compañía donde Marcos trabajaba ofrecía soluciones, ayuda y orientación a mexicanos, víctimas de abusos, afectadas en su patrimonio, seguridad personal, laboral o económica, “haciendo valer la justicia”, se lee en la página web de ese entonces. Una entidad que en pocos meses Marcela necesitaría para solucionar sus problemas.

El perfil del aparente ocupado médico estaba ilustrado con fotografías de él en piscina, en días libres y de descanso. En su foto de perfil lucía gafas oscuras y su lema: “en busca de mi media naranja”. El cuarentón tenía como asistente a Diana Estrada, una enfermera, su mano derecha y una mujer que Marcela conocería más adelante.

La relación inició a finales de 2011. La mujer en ese entonces de 39 años, penúltima hija de once hermanos nunca había sido violentada, ni en su familia, ni por el que fue su esposo. Todo andaba bien en su vida. Reiteraba que quería conocer a una persona para compartir su tiempo, un objetivo, aparentemente, mutuo con el mexicano.

Perfil de Marcos Alejandro en la red social donde conoció a Marcela en 2011 / Suministrada
Perfil de Marcos Alejandro en la red social donde conoció a Marcela en 2011 / Suministrada

Marcela tenía una vida laboral como ingeniera de sistemas con especialización y maestría. Con frecuencia debía hacer viajes de negocios. Se trataba de una ejecutiva que mantenía una reputación adecuada para representar la multinacional en que trabajaba y uno de sus viajes tenía como destino México.

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Sin embargo, antes de su viaje laboral al país azteca, recibió información sobre una llamativa inversión. Se trataba de entrar a ser parte de una sociedad de accionistas, dueños de canchas de fútbol-5 en Bogotá. Debía apartar su cupo con 50 millones de pesos, dinero que envió antes del viaje en que conocería a Marcos y por el que nunca ingresó a ninguna sociedad. Fue robada por el que iba a ser su socio.

Durante cinco o seis meses, la pareja se conoció virtualmente. Skype era la red social para sus visitas en las que el hombre se dejaba ver con bata médica, en el que sería un consultorio y mostraba a su asistente, la persona en la que confiaba plenamente.

El viaje laboral llevó a Marcos a recibir a Marcela en el aeropuerto junto a su colaboradora en noviembre de 2011. Y aunque insistió en alojarse en un hotel, pago por la compañía, el que se convirtió en su pareja la llevó a su casa.

Allí la esperaban sus dos hijas de alrededor de 9 y 10 años. Luego, Marcela fue presentada ante los padres de Marcos como su futura esposa. El médico quería casarse, mudarse a Cancún, alejarse del ajetreo de la ciudad y disfrutar con la que esperaba fuera su nueva esposa.

Marcos Alejandro junto a la enfermera y su mano derecha Diana Estrada y sus hijas / Suministrada 
Marcos Alejandro junto a la enfermera y su mano derecha Diana Estrada y sus hijas / Suministrada 

Tenía todo planeado: el colegio para el hijo de la colombiana, un trabajo para ella en la compañía de abogados en la que fungía como relacionista público y una casa de ensueño. Los lujos rodeaban la vida del ginecólogo, así como su prepotencia, su machismo e irreverencia.

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Aunque Marcela no pensaba en un matrimonio a corto plazo, tampoco rechazó la propuesta y se resistía a la ligereza de la relación. Pero Marcos no frenó. Sin haber estado casado, presentó a la colombiana con Angélica Alonso, madre de una de sus hijas. Le argumentó que sería su esposa y que pasaría tiempo con la menor, entonces era necesario que la conociera

Compartieron un café, Marcela no recuerda los temas de conversación, pero sí la actitud del hombre. “El susodicho, levitaba; siempre con su vanidad de gente bien de las Lomas de Chapultepec”, comenta la mujer que ante el atractivo físico de Marcos fue llevada a la clínica donde trabajaba y al bufete de abogados. La visita fue un sábado, no se pudo constatar la real vinculación del mexicano con las entidades.

El primer encuentro físico de la pareja no pasó más allá de lujos, propuestas, restaurantes, planes y presentaciones. Marcela y Marcos no tuvieron un momento privado, siempre estuvo presente Diana. Eso sí, antes del regreso de la colombiana, ella le pidió ayuda a su pareja para recuperar el dinero invertido en las canchas de fútbol.

Según él, tenía relaciones con los mejores abogados de Colombia, conocía de leyes y podría ayudarla. Entonces le pidió datos de la persona que la estafó por medio de un correo electrónico. Ella los envió sin saber el destino de la información. Pasaría de víctima a victimaria.

Marcos Alejandro quien engañó a la colombiana para despojarla de su dinero / Suministrada
Marcos Alejandro quien engañó a la colombiana para despojarla de su dinero / Suministrada

Marcela regresó a su ciudad con la noticia a sus familiares y amigos, un anuncio que fue catalogado como “un regalo y bendición de Dios”. Mientras tanto, Marcos preparaba una licitación para la compañía de abogados que representaba. Allí, iniciaron los problemas.

Solamente llevaban alrededor de siete meses de conocerse, tenía planes de matrimonio y dos vidas llenas de elogios laborales, pero a Marcos le congelaron sus tarjetas. Le contó a Marcela que las cosas no marchaban bien y a la manera de ‘El estafador de Tinder’, le pidió su ayuda.

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Ya tenía su confianza, conocía sus hijas, la madre de una de ellas, su familia, sus lugares de trabajo ¿qué podía salir mal? Sería su futura esposa y como se promete ante la Iglesia: “en la prosperidad y en la adversidad”, la mujer decidió no desampararlo.

Marcos le pidió US $ 100.000. Con el dinero podría solucionar sus asuntos, ganarían la licitación y esto llevaría a una millonaria ganancia con la que le devolvería el dinero. La mujer no tenía esa cantidad, pero el mexicano le explicó como conseguirlo de forma rápida y fácil; era urgente.

La madre del niño de 10 años consiguió los US $ 100.000 y, en un documento conocido por esta Agencia, el 18 de noviembre de 2011 desde una oficina del Banco Davivienda de Unicentro giró a Diana Estrada $ 50.000 dólares.

Primer envío de dinero de Marcela a Diana porque las cuentas de Marcos habrían sido congeladas / Suministrado
Primer envío de dinero de Marcela a Diana porque las cuentas de Marcos habrían sido congeladas / Suministrado

El 22 del mismo mes y año giró por medio de la misma entidad bancaria $ 44.444 dólares y por medio de una transferencia electrónica el restante: $ 5.500 dólares, en un año en que la moneda norteamericana estaba a una tasa de $1.971 pesos colombianos.

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Un primer giro se sustentó bajo el argumento de “gastos médicos”. El segundo como si el dinero fuera destinado a una “inversión”. Al ser cliente preferencial de la entidad bancaria no le pusieron ningún problema para el envío de la cantidad, pero la actitud de Marcos empezó a cambiar.

Cuando Marcela le había enviado casi $ 380 millones, el hombre desapareció y a su salvación estaba Diana. La asistente llamaba y enviaba mensajes a Marcela manifestando que el médico estaba muy ocupado, que tenía problemas e intentaba resolver los líos de la licitación.

Pero la situación no mejoró. Aunque había prometido devolver el dinero antes de cumplirse el primer mes, el hombre, a inicio de diciembre le dijo a Marcela: “estas gentes necesitan más dinero”. La mujer nunca supo a quien se refería, pero comprendía que la situación requería más plata con la que ella no contaba.

US $ 60,000 y todo regresará a la normalidad. Tienes la solución en tus manos […] ¿Cómo qué no? ¡Y yo tratando de ayudarte! Llámame cuando lo tengas resuelto”, le escribió el hombre.

Envío de dinero en diciembre de 2011 y enero de 2012 por un total de 55.000 dólares, una parte del total de dinero enviado hacia México / Suministrada
Envío de dinero en diciembre de 2011 y enero de 2012 por un total de 55.000 dólares, una parte del total de dinero enviado hacia México / Suministrada

Comenzó a ser evidente el uso del ‘gaslight’ o ‘cámara de gas’, un término conocido desde la posesión del hoy expresidente Donald Trump y una de las palabras más populares del Oxford Dictionaries en 2018.

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Los sicólogos usan el término para referirse a un tipo específico de manipulación en el que el manipulador intenta que otra persona cuestione su propia realidad, memoria o percepciones. Pero la palabra se originó en 1938 cuando el dramaturgo británico Patrick Hamilton lo llevó a una película popular en 1944 protagonizada por Ingrid Bergman y Charles Boyer.

En el largometraje, el esposo Gregory manipula a su esposa Paula para que crea que ya no puede confiar en sus propias percepciones de la realidad. Y Marcela fue la protagonista de su propia historia. Marcos la señalaba y culpaba del fin del futuro de su hijo si no le enviaba US $ 60.000 más.

Hipotecó su casa ubicada en el barrio Santa Barbara en Bogotá. Su sueldo no alcanzaba ni siquiera para pagar la cuota del préstamo. Acudió a Citibank para realizar venta de dólares y transferencias al exterior.

Los documentos recolectados por esta Agencia revelan que el 21 de diciembre de 2011, Marcela envió US $ 20.000 a Diana. Ese día había realizado la compra de la moneda que le representó casi $ 40 millones a lo que le agregó una transferencia electrónica por Davivienda de US $ 5.000.

 

 

 

Edificios en el barrio Santa Bárbara en Bogotá, donde vivía la hoy víctima de estafa / Referencia
Edificios en el barrio Santa Bárbara en Bogotá, donde vivía la hoy víctima de estafa / Referencia

Menos de dos meses después del primer millonario giro, el 11 de enero de 2012, de nuevo por medio de Citibank la mujer envió US $ 25.000. Un dinero enviado argumentando a la entidad bancaria que era para un préstamo en México. El sexto envío de dinero fue de US $ 30.000 dólares, más de $ 50 millones de la época.

La plata se envió en medio de una ilusión de Marcos hacia Marcela. El hombre viajaría a pasar Navidad junto a ella en Colombia. Sin embargo, el día en que ella esperaba que el avión aterrizara en el aeropuerto El Dorado, el hombre la llama y le dice que su pasaporte está vencido y no lo había notado.

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Se volvió a desvanecer su mundo. Su situación económica. La estabilidad para su hijo. Las deudas y a todo ello le sumaba la presión para no contar absolutamente nada. ¿Qué diría su familia?, ¿Qué pensarían sus amigos? Es que iba a ser su esposo, no podría estar haciéndole daño. Confiaba en que la licitación saldría a favor del mexicano y todo se resolvería.

Entonces, perdió su casa, el logro más grande alcanzado como profesional. Empezó a pagar arriendo mientras se acumulaban las deudas de más de tres bancos y no podía cancelar la matrícula del colegio de su hijo. Aunque la situación era crítica, se puso peor. La pareja nunca perdió contacto, incluso actualmente Marcela conserva el número de teléfono del mexicano.

Ante la insistencia por el pago del dinero, el hombre envió un correo al personaje que iba a ser el socio de Marcela con las canchas de fútbol en la capital colombiana. El hombre que le había robado $ 50 millones la llamó y señaló: “A mi esposa y a mis hijos no los toca nadie, usted los mandó a matar […] olvídese del dinero porque yo ya voy hacia la fiscalía a denunciarla”.

Llegadas internacionales del Aeropuerto El Dorado a donde debió arrivar el mexicano que nunca tocó el suelo de Colombia / Getty Images 
Llegadas internacionales del Aeropuerto El Dorado a donde debió arrivar el mexicano que nunca tocó el suelo de Colombia / Getty Images 

El mexicano amenazó a quien robó a Marcela en Colombia. Ella pasó de víctima a victimaria. Una denuncia en su contra se radicaría por amenaza de muerte, un problema más. Pero ella habló con el hombre y su esposa, les explicó la situación porque según ellos, la colombiana había contratado un sicario mexicano para matarlos por el dinero de la inversión que nunca se hizo realidad.

Llegaron a un acuerdo: el dinero que ya le habían robado a Marcela no se lo devolverían y a cambio no interpondrían ninguna denuncia. Sin recibir dinero, perdiendo también sus electrodomésticos y su carro, Marcela comenzó a enfermar.

Sentía dolor abdominal. No comía, sufría de insomnio y perdió 15 kilos en dos meses. Como si no fuera suficiente, el 6 de septiembre de 2012 un resultado de laboratorio le confirmó un cáncer de ovario.

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Tras cirugías e intervención médica, Marcela se enfrentó también al trato que recibió cuando se dirigió a la Fiscalía a interponer la denuncia por estafa. Por medio de un proceso penal, en septiembre de 2012 intentó hacer justicia desde Colombia. Acudió a la declaración y todo giró en medio de lo que parecía un “acto protocolario”.

Los funcionarios escribieron su historia, luego fue llamada a declarar y en medio de las dificultades de los procesos transnacionales el 30 de junio de 2015, más de tres años desde que realizó la primera transferencia bancaria, se le envió un documento titulado “orden de archivo”. Ese expediente fue por el delito de estafa.

Resultado del examen que le dio un diagnóstico de cáncer de ovario a Marcela / Suministrado
Resultado del examen que le dio un diagnóstico de cáncer de ovario a Marcela / Suministrado

Porque para el 7 de mayo de 2014, la Fiscalía archivó otro caso por el delito de amenazas. “Estoy siendo víctima de chantajes, presión sicológica, maltrato moral y amenazas contra mi integridad y la de mi hijo”, quedó registrado en el documento por parte de Marcela.

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La respuesta del ente investigador fue que la indagación se reanudaría si surgían nuevos elementos probatorios, pues “dicha tipicidad no se estructura”. De hecho, Marcela acudió a la Fiscalía con una carta firmada por Pilar Rueda Jiménez, quien en ese momento conoció el caso y fungía como delegada para los Derechos de la Niñez, la Juventud y la Mujer. Pero nada fue un impulso para arreglar su situación.

El caso se supo en su entorno familiar. Unos miembros la atacaron, la señalaron, otras la apoyaron y acompañaron para salir de la situación en que quedó tras conocer a Marcos. Diana, la enfermera y mano derecha del hombre, quien presentaba una evidente obesidad, estaba recientemente operada y su aspecto físico había cambiado.

Marcela comenzó a darse cuenta que todo fue una estafa y aunque poco a poco fue perdiendo la esperanza de recibir el dinero, Diana le escribió: “Ya el Doctor resolvió el problema” y junto al mensaje, una foto de un documento de transferencia por US $ 180,000, es decir, US $ 20.000 más de lo que le había enviado la mujer.

Se reavivó su ánimo, pensó que todo se solucionaría, se casarían, tendrían un buen futuro en México, pero la transferencia resultó ser falsa. Su vida de un segundo a otro ascendía a la cima de la tranquilidad y volvía a tocar fondo.

 

Documento de la entonces delegada para los derechos de la Niñez, la Juventud y la Mujer, Pilar Rueda, con el que se presentó Marcela ante la Fiscalía General / Suministrado
Documento de la entonces delegada para los derechos de la Niñez, la Juventud y la Mujer, Pilar Rueda, con el que se presentó Marcela ante la Fiscalía General / Suministrado

No había oportunidad. Tenía que continuar su vida y sacar adelante su hijo. En su proceso de recuperación conoció otras dos víctimas de Marcos. Su caso no era aislado, dos mujeres más, también colombianas y con perfecta posición social y financiera por poco caen en la estafa.

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Sobre Marcos, esta Agencia constató que en la base de datos de ‘Licencia Sanitaria para Establecimiento de Atención Médica con disposición y/o Banco de Órganos, Tejidos y Células’, de la Secretaría de Salud mexicana no se encuentra el Centro de Fertilidad y Reproducción Humana en el que manifestó trabajar.

El listado de establecimientos autorizados para reproducción asistida en México tampoco registra el nombre del Centro ni el de ‘Fertility and Health Center’ donde dijo que prestaba sus servicios de ginecólogo.

Además, esta Agencia buscó en la base de datos del Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia y no registra ningún médico con ninguno de los dos apellidos de Marcos. Ante el Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas (CONACEM), que tiene como objetivo supervisar los conocimientos, habilidades, destrezas, aptitudes y calificación de las diferentes especialidades, tampoco figura el nombre de Marcos Alejandro Valero Rocha.

Incluso para no ir más lejos, en la búsqueda de su nombre ante el Consejo Nacional de Certificación de Medicina General, tampoco apareció su registro. En donde sí aparece es en TourBar, una aplicación que ofrece un servicio a viajeros que buscan compañeros de viaje u otros grupos de viajeros solitarios con los mismos planes.

Documentos de la Fiscalía General por orden de archivo de dos procesos adelantados por Marcela, uno por amenazas y otro por estafa / Suministrado 
Documentos de la Fiscalía General por orden de archivo de dos procesos adelantados por Marcela, uno por amenazas y otro por estafa / Suministrado 

En la red social se describe como un médico y empresario. Tiene una foto sonriendo y presenta un índice de respuesta del 83 %. Sobre su educación dice tener un título de posgrado y ser un hombre de 56 años que vive en Cancún. Sin más, escribió que está en busca de su “media naranja”.

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Esta Agencia intentó contactar con el hombre para conocer su versión sobre esta historia y aún no ha recibido respuesta con las diferentes preguntas al respecto.

Mientras tanto Marcela mantiene una deuda actual, tras once años de abonar cuotas, de casi $ 400 millones. Su hijo es mayor de edad y goza de su educación en el extranjero. Su experticia y profesionalismo la llevaron a una compañía donde ha crecido a pasos agigantados. Vive en un apartamento que está pagando a través del mecanismo de financiación ‘leasing’ y tras la publicación de la serie en Netflix ‘El Estafador de Tinder’ rompió silencio.

Quiere alertar a las mujeres de usuarios de redes para conocer personas como Marcos que está activo en ellas. Tras salir de la multinacional en la que trabajaba sintió libertad de dar a conocer el caso sin perder su reputación.

De la misma forma, habló con esta Agencia para evidenciar la revictimización de la mujer, señalada como culpable, hablando no como una exitosa ejecutiva de una prestigiosa multinacional “engañada por internet” ni como “una trepadora interesada” como señalan a las mujeres que han caído en la trampa de la que fue víctima.

Hace referencia al juzgamiento por mojigatería de una mujer, por la posición social y económica que representaba, en cambio decidió hablar “como una mujer, madre y víctima sin pretensiones más allá de develar la verdad y prevenir que más mujeres padezcan lo que yo viví”.