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“Yo sentí una explosión la hp, entonces me levanté para ir a pillar y me encontré al parcero todo tostado, todo achicharronado y con los pelos chamuscados”. Esa fue la narración que hizo un habitante en condición de calle, luego de que un reciclador, conocido suyo, murió electrocutado en un poste de energía.
El caso donde perdió la vida Julián de Jesús Serna Areiza, ocurrió el pasado jueves en el barrio Prado Centro, de la comuna La Candelaria, Medellín. Esa madrugada este hombre de 29 años de edad, se acercó a un poste de luz ubicado en la esquina de la carrera 48 (Ecuador) con la calle 66. El joven se trepó y minutos después el transformador que allí se encontraba instalado explotó.
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En medio de la oscuridad producida por el estallido, varios vecinos se asomaron a verificar qué había ocurrido y se encontraron con este hombre tirado sobre la acera con múltiples heridas en los brazos, las piernas, con sangrado en la nariz y sin vida, en la ciudad donde le incautaron más de dos mil millones en lingotes de oro a hombre en aeropuerto.
De acuerdo con versiones recolectadas en el barrio, al parecer, Julián de Jesús buscaba apoderarse del cobre que contienen los cables. Según una de las personas que lo conocía, puesto que él habitaba debajo del puente de la calle Barranquilla con la carrera 47, supuestamente trató de cortar los cables con un cuchillo sin mango.
Pero este no es el único caso ocurrido esta semana en la capital antioqueña. El miércoles anterior y también en horas de la madrugada, otro habitante en condición de calle murió también electrocutado, cuando aparentemente buscaba apoderarse del cobre.
El caso ocurrió en la carrera 65 con la calle 29, barrio Trinidad y también dejó sin luz a varias empresas de la zona.
En abril pasado también se reportó la muerte de otro hombre que al parecer robaba cable en el barrio Lorena, en la comuna Laureles.
Y un mes después, en mayo, otro habitante de calle falleció electrocutado al treparse a un poste en la avenida 33.
Pero, ¿por qué arriesgar la vida por el cobre? Q’hubo conoció que este metal cobrizo es muy llamativo para los recicladores y habitantes en condición de calle, por su alto valor comercial. Y es que la cifra no es para nada despreciable, puesto que un kilo de este elemento puede alcanzar los 45.000 pesos, siempre y cuando esté pelado.
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