El triunfo de Gustavo Petro en las elecciones presidenciales hizo felices, en primera instancia, a sus fieles seguidores y, en menor medida, a quienes votaron por él no tan convencidos, sino porque vieron en Rodolfo Hernández la peor opción de las dos que le quedaron a Colombia. Pero el éxito del candidato de izquierda también dejó fríos y decepcionados a otros, en diferente grado, al punto de que algunos han hablado de irse del país.

Un caso que se viene convirtiendo en icónico de esos colombianos decepcionados es el de la cantante Marbelle, que durante la campaña presidencial dio visos de que, si ganaba Petro, ella se iría de Colombia. Esa idea ha dado pie para que, después de la victoria del político de izquierda, algunos le pasaran cuenta de cobro a la exponente de la tecnocarrilera y le armaran hasta despedida, y otros, como una aerolínea, le sugirieran incluso unos destinos por si cumplía con lo que había dicho.

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Una faceta de ese espíritu de los descorazonados la pinta Héctor Abad Faciolince en una columna de El País, de España. Para este escritor, si bien Petro derrotó a Hernández, a quien califica como “un verdadero esperpento del más grotesco populismo de derecha”, un “absurdo empresario corrupto”, “encarnación de un muñeco de paja” y “caricatura de una caricatura”, esto no convierte al presidente electo “en un estadista”, y expone un listado de razones para no confiar en él. Sin embargo, como Colombia no ha experimentado los primeros meses de su gobierno, le da el beneficio de la duda.

Otros colombianos, al parecer, no le piensan dar esa oportunidad a Petro y mucho menos van a esperar a ver cómo le va en sus primeros meses de gobierno. Podrían estar experimentando verdadero pánico (o repulsa) con el advenimiento de Petro al poder, y esa preocupante actitud ha quedado patente no solo por el alboroto que armó la cantante Marbelle, sino porque de esa posibilidad se ocupó hasta la vicepresidenta y canciller de Colombia, Marta Lucía Ramírez.

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Pese a que Petro se dedicó en la recta final de su campaña a espantar los demonios que lo persiguen —entre los cuales uno de los que más terror causa es la posibilidad de que conduzca al país por la senda de Venezuela—, y hasta en el discurso que pronunció después de saberse ganador de las elecciones dijo que iba a “desarrollar el capitalismo en Colombia”, eso no fue suficiente para quienes siguen considerando irse del país.

Qué les dijo Marta Lucía Ramírez a quienes piensan irse del país

Por eso, el tema escaló a esferas superiores del Gobierno y condujo a que la vicepresidenta Ramírez les hablara a los decepcionados, sin referirse, claro, a Marbelle. “Este no es el momento de pensar en irse del país. No es el momento de bajar la guardia ni de claudicar en la defensa de los principios democráticos”, dijo la funcionaria saliente.

Después, en un tono muy conciliador, la también canciller dijo, ya no refiriéndose a todos los colombianos, sino a los que han “trabajado por Colombia”, que “más que hacer gritos de guerra diciendo que comienza la resistencia” hay que demostrar que se quiere a Colombia “y que el país está por encima de todo y de todos”.

Con ese mismo talante, pidió organizar “un trabajo serio, reflexivo, propositivo, solidario con las iniciativas valiosas del nuevo gobierno, y crítico cuando a ello haya lugar”. “Todos nosotros tenemos la obligación de seguir trabajando por nuestro país dentro de la institucionalidad democrática”, agregó.

Finalmente, destacó que el Gobierno respeta “la decisión de la ciudadanía” de elegir al nuevo presidente. Pero no dejó pasar la oportunidad para invocar uno de esos demonios de los que se quiere sacudir Petro: “Pedimos a Dios, hoy más que nunca, que derrame sus bendiciones sobre Colombia y nos proteja de seguir la suerte de otros países”.