¿La razón? La reconocida comunicadora, que tiene autoridad para hablar del tema (ha sido 5 veces ganadora del premio India Catalina a mejor presentadora de noticias, tiene un premio Simón Bolívar por su trabajo en el canal regional Telepacífico, y en la actualidad trabaja en ‘La luciérnaga’, de Caracol Radio, y en el Canal Uno), elabora una reflexión a partir de la reciente “masacre laboral” que dejó en la calle, según ella, a 300 profesionales de la comunicación.

Como se recuerda, a finales del mes pasado se tuvo conocimiento de un importante recorte de personal en El Tiempo, que, se dijo en ese momento, afectó a más de 120 empleados, entre periodistas y personal de producción de los canales City Tv y El Tiempo.

Lara no menciona ese hecho en particular, pero asegura en su columna de El País, de Cali, que la “masacre laboral” de la que ella habla “debe llevarnos a una profunda reflexión sobre el tipo de profesionales que están preparando las universidades en la actualidad y especialmente sobre las condiciones laborales en las que hoy son contratados decenas de periodistas y comunicadores sociales”.

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“Politólogos, antropólogos, sociólogos inundan las salas de redacción de los periódicos ejerciendo la labor que aparentemente estaba destinada simplemente para nosotros [los comunicadores sociales-periodistas]”, lamenta Lara en su escrito. “Hoy los abogados compiten con los reporteros en la redacción de informes e investigaciones, e incluso ingenieros de sistemas están encontrado cabida en el espectro del fact cheking y el periodismo de datos, uno de los proyectos de desarrollo de la tarea informativa más ambiciosos”.

Para ella, el panorama de esta profesión “es cada vez más crítico”, entre otras razones, porque “el mercado laboral no absorbe suficientemente a los egresados y las facultades de periodismo y comunicación social están graduando cerca de 5000 profesionales que no están teniendo en dónde trabajar con condiciones dignas y bien remuneradas”.

Por eso, insiste en que el estudio del periodismo “debería ser una especialización o maestría y no una carrera de pregrado”, e invita a “abrir el debate sobre qué tipo de profesionales están formando las universidades y sobre las habilidades con las que se están graduando”.