En una crónica que escribió para Soho, el exviceministro de Hacienda Juan Alberto Londoño contó cómo fue el proceso de diseño y presentación de la reforma tributaria que fue uno de los detonantes del estallido social que se presentó en Colombia a partir del 28 de abril de 2021 y los momentos que afrontó cuando el país se les vino encima, al tiempo que sus compañeros de gabinete no los apoyaron y el presidente Iván Duque les pidió que renunciaran.

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Londoño relata que el primer borrador de reforma que le presentaron a Duque, junto con el ministro Alberto Carrasquilla en el segundo semestre de 2020, “era la más agresiva de la historia ya que buscaba recaudar $45 billones al incluir una reforma pensional, eliminar subsidios a las pensiones altas, entre otros. 

“El empute del presidente (Iván Duque) no se me olvida. Nos recordó el precio que a su gobernabilidad e imagen le había causado la primera reforma, como para que ahora estuviéramos proponiendo semejante locura”, se lee en la crónica de Londoño.

El exfuncionario señala que Duque le solicitó a su equipo económico moderar la reforma porque la que tenían, “así técnicamente fuera perfecta, no vería la luz e incendiaría las calles”. El 15 de abril, dos días después de la muerte del padre de Londoño, finalmente él y el ministro Carrasquilla radicaron en Congreso la tercera reforma de este Gobierno que en efecto desató una tormenta social y política en el país.

Vale recordar que, luego de que se filtrara en medios el texto de la tributaria que buscaba ponerle IVA a parte de la canasta familiar y servicios públicos, ampliar la base de declarantes de renta a empleados con sueldos de $1.694.000, entre otros, diferentes sectores convocaron a salir a las calles y la gente respondió con masivas protestas a lo largo y ancho del país.

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Londoño cuenta que, tras la radicación, con el paso de los días los ánimos se fueron calentando mientras iban remendando el texto inicial y perdían el apoyo de sus mismos compañeros de gabinete. “Nos dejaron solos” expresa el exviceministro en su texto, en donde, aunque hace un mea culpa al cuestionarse que tal vez no entendieron la realidad, se ratifica en que era una “reforma necesaria”. 

El exviceministro Londoño también narró los duros momentos que tuvo que soportar, incluido un episodio particular del día del cacerolazo nacional:

“Recuerdo una noche de las de los cacerolazos en que llegue a mi casa y mis dos hijos pequeños de 12 y 9 años estaban eufóricos en el balcón dando golpes a las cacerolas. Cuando los vi no supe si reír o llorar, les expliqué que esas protestas eran en contra del Gobierno, pero en especial contra nosotros, el Ministerio de Hacienda. No importó, ellos sin entender, también se querían desahogar”.

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Finalmente, Londoño cuenta que, aunque él mismo le pidió a Duque que no retirara la reforma, que era mejor que “los botara” para bajar la presión al Gobierno y tener margen de negociación. El mandatario no aceptó y “ante el retiro de la reforma, asumiendo nuestra responsabilidad política, no quedaba otra que renunciar”.

En un reciente análisis tras un año de las movilizaciones, la columnista Angélica Rodríguez Rodríguez explicó en La Silla Vacía que, aunque el detonante del paro en efecto fue la reforma de Carrasquilla, “la duración y la intensidad de las manifestaciones se debieron a la confluencia de actores que participaron en las mismas, así como a la multiplicidad de temas frente a los que la población expresó su descontento”.