El testimonio entregado por Wílder Salazar, que hace un tiempo dio detalles de lo que habría sucedido en el CAI a donde llevaron a Ordóñez, le dijo a la Fiscalía que él le pidió a un comandante que auxiliara a su amigo y que le ordenara a los policías que le dejaran de pagar, se lee en un documento publicado por Semana.

“Le grito desesperado: ‘Mi intendente, por favor ayúdenos, por favor llame una ambulancia, mi amigo está muy mal, no puede respirar. Dígale a ellos [los patrulleros] que no le peguen más’. No me responde nada, no hizo nada. […] Si este intendente hubiera tomado la decisión de hacerles un reclamo o llama una ambulancia, le hubiera salvado la vida a Javier [Ordóñez]”, indicó Salazar.

De acuerdo con la declaración del testigo, que recibió protección de la Fiscalía por amenazas, el intendente, comandante del CAI de Villa Luz (Engativá) —donde estuvieron detenidos los amigos—, se asomó a ver lo que sucedía con Ordóñez porque él le gritó al patrullero Juan Camilo Lloreda que dejara de agredirlo; fue cuando Salazar pidió ayuda al suboficial de mayor rango.

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Salazar además aseguró, según la revista, que no solo Lloreda y Harby Damián Rodríguez, el otro agente señalado de ocasionarle la muerte a Ordóñez, golpearon a su compañero.

Otros policías que estabas en el CAI, manifiesta el testigo, utilizaron un palo para también agredir al estudiante de 44 años, que llegó al hospital sin signos vitales, por una hemorragia interna provocada por el estallido de uno de sus riñones.

Por este caso, los exintegrantes de la Policía Lloreda y Rodríguez recibieron la máxima sanción de la Procuraduría, en un juicio disciplinario.

Según el ente de control, los destituidos agentes mintieron en el informe al decir que Ordóñez fue agredido en una riña anterior al enfrentamiento que tuvo con ellos, pues no hay evidencia de que la víctima haya estado en una pelea.

Ahora, los señalados de este abuso de autoridad deben enfrentar el juicio penal, en el que son acusados de homicidio y tortura.