Jaime, en entrevista con Noticias Caracol, contó que el comienzo de su final fueron los 10.000 pesos que apostó por primera vez en un casino y con los que se ganó tres veces el valor jugado.

Desde ese día se convirtió en un jugador frecuente, y unos años más tarde en un adicto a las apuestas que no le importaba si ganaba o perdía, según el noticiero.

“¿Si uno hace la matemática, usted en todos estos años de adicción cuánta plata alcanzó a gastarse?”, le preguntó la periodista al hombre, a lo que él respondió como un verdadero ludópata:

“Yo creo que por ahí mil millones de pesos, con la opción de que esa plata uno la pudo haber multiplicado”.

Pero por hacer esas millonarias inversiones y con la esperanza de llevarse un jugoso premio, incluso, Jaime muchas veces les mintió a sus familiares. Tanto que en una oportunidad estuvo a punto de dejar a sus parientes sin vacaciones por apostar el dinero.

“Había bastante fila [en el terminal] y yo les dije: ‘Espérenme un segundo y yo busco por otra empresa para podernos ir’, pero yo ya había visto el casino y era por ir a jugar un ratico. O sea, yo no perdía oportunidad para jugar, y en lugar de haber ganado terminé perdiendo una plata que íbamos a utilizar en el paseo”.

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No obstante, el caso de Jaime se ve reflejado a diario en los sitios de apuestas (casinos, bingos y páginas en línea), donde para esta época de Navidad aumentan los jugadores compulsivos, de acuerdo con el informativo.

Según cifras de Coljuegos, el 70 % de los colombianos ha participado en juegos de azar alguna vez en su vida, y el 55 % es considerado un jugador permanente.